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¿Qué ha pasado hoy, 27 de marzo, en Extremadura?
Esther Rodríguez durante una estancia en Cuba. HOY
La arqueóloga que entró en el Turuñuelo

La arqueóloga que entró en el Turuñuelo

Esther Rodríguez González | Investigadora del Instituto Arqueológico de Mérida ·

El trabajo de Esther Rodríguez ha estado plenamente relacionado con la cultura tartésica

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Lunes, 9 de marzo 2020, 08:10

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Ella se quita mérito, pero si el yacimiento arqueológico de Casas del Turuñuelo ha visto la luz es, principalmente, gracias a su trabajo. «Mi mérito pudo ser haber entrado, algo que ya habían intentado otros arqueólogos, pero ya se sabía que ahí había un yacimiento», confiesa Esther Rodríguez González.

Esta joven arqueóloga (Villanueva de la Serena, 1986) consiguió el permiso de los propietarios del terreno donde se asienta el Turuñuelo, ubicado en Guareña, para hacer un sondeo. En esos momentos, en el año 2014, estaba recabando información para elaborar su tesis, que con posterioridad mereció el premio extraordinario de doctorado. «Era un estudio del valle medio del Guadiana durante la primera Edad del Hierro; mi objetivo era ordenar todas teorías que había sobre el poblamiento y crear una idea general de cómo se estructuraba el territorio», explica Rodríguez.

Fue el director de su tesis, Sebastián Celestino, investigador del Instituto Arqueológico de Mérida (IAM), quien animó a Esther a elegir uno de los túmulos que iba a reflejar en su trabajo para realizar una pequeña intervención. Se decantó por el Turuñuelo y lo que iba a ser solo una cata para datar cronológicamente el yacimiento se convirtió en un gran proyecto. «Me fui a Guareña con cuatro amigos de la universidad con la idea de estar quince días, hacer el trabajo y volver, pero los hallazgos fueron tan interesantes que desde 2014 se está excavando», recuerda esta arqueóloga, que en ese momento apenas contaba con 28 años.

En 2016, con la obtención del doctorado, completó su formación, en la que ya se incluían, además de la licenciatura en Historia y la especialización en Arqueología, dos postgrados: uno en Sistemas de Información Geográfica y otro de Arqueología de la Arquitectura.

ALGUNOS DATOS

  • Académicos Licenciada en Historia, tiene dos másteres, uno en Sistemas de Información Geográfica y otro de Arqueología de la Arquitectura, y es doctora por la Universidad Autónoma de Madrid.

  • Familiares Reside en Mérida, donde tiene su puesto de trabajo, pero pasó sus primeros años en Villanueva de la Serena. Es hija única, su madre es antropóloga y tiene un tío que también es arqueólogo.

  • Profesionales Además de su labor en el Turuñuelo, es directora científica del yacimiento Cerro Borreguero, en Zalamea de la Serena.

Desde muy joven, Esther tuvo claro que dirigiría su trayectoria académica hacia la Historia. Con esa idea en la mente cursó el Bachillerato de Letras y no tuvo dudas. «No pasé por esa etapa en la que de niña quieres ser maestra o médica», rememora, a la vez que apunta a que en su decisión sí pudo influir su familia. Su madre es antropóloga social y tiene un tío que también es arqueólogo.

De la misma forma que muy pronto se enfocó a la Historia, no perdió ni un curso de carrera para sumarse a las excavaciones arqueológicas en las que suelen participar los universitarios. «El primer año estuve en la sierra de Cádiz, al siguiente en una villa romana, y a partir de tercero opté por implicarme en yacimientos extremeños», apunta Rodríguez.

En Extremadura estuvo en el yacimiento del Cerro Borreguero, en Zalamea de la Serena, del que a día de hoy es directora científica.

Ese camino dentro de la arqueología extremeña, que no ha abandonado desde entonces, ha estado plenamente relacionado con la cultura tartésica, en la que se pueden incluir muchos de los yacimientos de la región. «Tartessos siempre ha sido un tema de investigación sobre el que ha planeado el mito, pero cada vez le vamos dando más materialidad», detalla.

«Sería magnífico que la Junta adquiera el terreno del yacimiento y podamos volver a trabajar»

En ese paso de la leyenda a la realidad histórica el Turuñuelo tiene una importancia muy destacada. Allí, los investigadores se enfrentan a un edificio casi completo, algo que sucede en muy pocas ocasiones. «Ha sido un proceso muy bonito, porque hemos ido descubriendo secretos que nunca imaginamos que el túmulo escondía», responde la arqueóloga, que admite «que tener un yacimiento como el Turuñuelo para poder trabajar y crecer como investigadora es una satisfacción».

El buen estado de conservación del conjunto arquitectónico permite remontar buena parte de la historia de Tartessos. «Hay técnicas que se habían atribuido a los romanos que ya se utilizaban aquí», detalla Esther, que considera que el enclave tuvo mucha relevancia en el arco mediterráneo. «Desconocemos cuál era esa relevancia», reconoce. «Hemos hallado material imporado de Grecia; eso era o por la persona que vivía o por la función del Turuñuelo que tenía importancia suficiente para que llegasen vidrios, cerámicas y esculturas».

Precisamente, Esther se desplazó a Atenas a finales del año pasado para realizar una estancia de investigación de tres meses. El objetivo era estudiar los vidrios que aparecieron en el Turuñuelo. «Ahora sabemos que proceden del Mediterráneo oriental y es un hallazgo fantástico», comenta por teléfono.

El puesto de Esther es investigadora postdoctoral del IAM. A 2020 le pide volver a trabajar sobre el terreno en el Turuñuelo, ya que en 2019 no se hizo. «Sería magnífico que la Junta de Extremadura complete el proceso de adquisición de la finca donde está el yacimiento», asegura.

Y es que falta mucho trabajo por hacer y mucho tiempo para que todo salga a la luz. Ella cifra en un 80% el terreno que todavía no se ha excavado del túmulo y cree que también sería interesante estudiar el entorno, pese a que es una zona en las que las tareas agrarias pueden haber eliminado todo vestigio. «Vamos disfrutando de los hallazgos, pero es cierto que una parte de nosotros se muere por entrar en el yacimiento y seguir descubriendo; en Grecia he visto muchas cosas que guardan similitud con lo que tenemos en Guareña y me encantaría saber si el resto será igual en el Turuñuelo», declara Esther, que a renglón seguido pone los pies en el suelo. «No queda más remedio que tener paciencia».

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