Jesús Ruiz
Dejó su trabajo y logró cambiar de profesión tras un año y medio de formación y una inversión de 2.000 euros
Jesús Ruiz tiene 48 años y vive en Badajoz. Las cosas no iban como esperaba y dejó su trabajo, relacionado con el mundo del caballo, ... para emprender un nuevo camino. «Sabía que tenía que cambiar», explica. Siempre le gustó el mundo del transporte, así que decidió formarse para ejercer otra profesión. Un año y medio después y tras más de 2.000 euros de inversión, se ha convertido en camionero.
Pero el cambio no ha sido fácil. «No sabía que había que estudiar tanto ni que era tan complicado», señala. Primero optó por obtener los carnés de conducir C y C1, que son los básicos para camiones. Como sucede con el carné habitual para coches, exige clases teóricas y prácticas. Después tuvo que lograr el certificado de aptitud profesional (CAP), necesario para trabajar como camionero. Para ello, realizó un curso intensivo de tres semanas de duración, con doce horas al día, y un examen final de cien preguntas.
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Con estos dos títulos ya se puede trabajar como transportista profesional. «Pero es como si no tuvieras nada», afirma. Por eso, tuvo que sacar el carné tipo C+E, que permite conducir camiones con tráiler, donde realmente existe la demanda de profesionales. De nuevo, tuvo que pagar formación teórica y práctica y someterse a un examen, en este caso además en circuito cerrado, una prueba muy dura que le costó varios suspensos hasta que logró su objetivo. Tras obtener este permiso, decidió completar su formación con los títulos para mercancías peligrosas (título ADR) y camión cisterna, con lo que ya dispone de todos los permisos necesarios para realizar cualquier trabajo en el sector de transporte por carretera.
Un esfuerzo que ha dado sus frutos. «Fue aprobar todo y en tres semanas encontré trabajo», afirma. Pero para eso tuvo que superar otro escollo, ya que las empresas reclaman experiencia, algo de lo que no disponía porque es nuevo en el sector. Hasta que una firma de Mérida le ha dado una oportunidad. Ahora realiza una ruta diaria con Sevilla, que le hace salir de casa hacia las 3.00 de la madrugada y no vuelve hasta las 15.00. Pero con un buen sueldo y tiempo para estar con su familia, sobre todo los fines de semana. «La gente se queja de que no hay buenos trabajos», apunta. «Pero no van a estar en la puerta de casa, hay que reinventarse».
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