¿Qué ha pasado este sábado, 6 de diciembre, en Extremadura?
Caballos en una finca extremeña. :: HOY

Agricultura autoriza enterrar caballos en las propias explotaciones ganaderas

La crisis de la enfermedad de las vacas locas prohibió esta práctica; en la región se calcula que hay más de 45.000 équidos

Sábado, 9 de marzo 2019, 08:41

La Administración regional flexibiliza una medida que hasta principios de la década pasada era habitual pero que la crisis sanitaria de la enfermedad de las vacas locas prohibió. A partir de ahora, todos los équidos (caballos, mulos y burros) censados en la región podrán ser enterrados de nuevo en las explotaciones ganaderas. Se elimina de esta forma la exigencia sanitaria de tener que llamar a una empresa autorizada y retirar los cadáveres de las fincas con destino al crematorio. La medida es bien recibida en el campo extremeño.

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«Te quitas papeleo, que siempre es bueno, y sobre todo te ahorras dinero», valora Ángel García Blanco, presidente de Asaja Cáceres, quien subraya que «desde hace tiempo no tenía sentido» impedir que los ganaderos o las personas que tuvieran caballos no pudieran enterrarlos en parcelas de su titularidad.

Aunque no hay datos plenamente constatados, la Junta maneja una cifra aproximada de 45.000 équidos en la comunidad autónoma, aunque da por hecho de que hay más porque, aunque haya descendido el número de mulos y burros en las últimas décadas, la estimación es que se han incrementado las yeguadas.

Los dueños deberán comunicar las bajas y no enterrar a menos de 250 metros de agua potable

La Dirección General de Ganadería publicó el jueves la orden por la que se autoriza el enterramiento de équidos en explotaciones ganaderas de Extremadura siempre que la explotación se encuentre inscrita, como es lo habitual, en la base de datos de registros de explotaciones ganaderas de la región. Explotaciones que pueden ser extensivas o intensivas o no comerciales.

«El origen de impedir lo que se hacía desde toda la vida está en la aparición de la encefalopatía espongiforme bobina (el mal de las vacas locas). Fue lo que activó todo un protocolo sanitario que afectó también a la retirada de cadáveres de otros sectores como el ovino además de, obviamente el vacuno. Fue lógico esas medidas sanitarias en su tiempo pero después de muchos años de estudio y evidencias se ha demostrado que no tiene incidencia ya en los équidos», aclara el máximo responsable de Asaja Cáceres.

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«Los ganaderos de yeguadas o simplemente aquella persona que tiene caballos para disfrute personal sin tener una explotación como tal agradecen esta medida de poder enterrar en sus fincas. Con esta decisión te ahorras trámites administrativos pero, sobre todo, el mayor ahorro es el ecónómico», añade García Blanco a HOY.

Asevera el dirigente agrario que en la provincia cacereña cada équido que hasta ahora era retirado por una empresa para su eliminación supone un coste de 150 euros.

En la provincia de Badajoz es mayor el precio para el titular de cada caballo o mulo, no menos de 200 o 250 euros por cabeza, indican fuentes del sector. «Eso siempre que se hagan las cosas bien y se avisen a las empresas de retirada de cadáveres porque más de uno lo entierra sin dar parte alguno. De hecho, en algunos sitios, desde hace años, oficialmente no se mueren caballos», añade con sorna un veterinario.

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La orden de la Junta valida que los enterramientos se puedan realizar en las parcelas ganaderas con una serie de requisitos a cumplir. En primer lugar, que la autorización administrativa es para que se entierre en la misma finca en la que se produzca la muerte del animal.

En segundo lugar se indica que el enterramiento se producirá «de tal manera que otros animales no puedan acceder a los cadáveres, lo que incluirá que encima de los mismos exista una capa de al menos un metro de altura. Asimismo, antes de ser enterrados los cadáveres deberán ser cubiertos o impregnados con un desinfectante apropiado».

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Los dueños de los animales deberán comunicar la baja de los mismos a la oficina veterinaria de zona. Igualmente deben mantener un registro propio en el que se haga constar la identificación del equino muerto, la fecha del enterramiento y su localización. Por último, el enterramiento debe estar alejado, como mínimo, 250 metros de cualquier suministro de agua potable y a 50 metros de cualquier curso de agua.

El presidente de Asaja Cáceres recuerda que el fin de la crisis de las vacas locas ha suavizado las exigencia para la eliminación de otros tipos de cadáveres animales. Por ejemplo, el ganado ovino.

«Ahora o bien pagas el seguro por retirada de animales o bien solicitas a la Junta que los animales muertos pasan a ser Sandanch (subproductos animales y productos derivados), haces un perímetro en tu finca para que se lo coman los buitres. Es lo más normal», concluye García Blanco.

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