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La actualidad

La actualidad

Es posible vivir sin atesorar nada, sin dejar tiempo a que las cosas evolucionen porque están mejor sustituidas

juan gómez-jurado

Sábado, 30 de noviembre 2019, 09:12

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COMENZÓ con la moda de los cachopos. ¿Recuerdan? De repente el mundo entero, y cuando digo el mundo digo España, había descubierto la gloria de aquel filete con vigorexia que podía albergar los sueños de cualquier amante de la carne, del pan y de todo el resto de cosas que se puedan soñar antes de un sueño pesado y dos docenas de Almax. De repente todos los restaurantes de mi calle mutaron, de la noche a la mañana el restaurante de Rashid amaneció con pintas de mesón asturiano y un muñeco de un señor gordo con bigote escanciando sidra en la puerta… Duró la fiebre unos seis meses.

De golpe, los devoradores de cachopo dejaron de sentir la emoción de colgar en su Instagram la foto de un enorme trozo de carne rebosando de un plato y empezaron a comer baos. Mi calle fue retirando el look asturiano y llenándose de letras japonesas que vaya usted a saber lo que decían anunciando su especialización en el nuevo manjar. Baos para todos, baos a tope. Millones de fotos de baos.

Duró tres meses.

Y llegaron los pokes. Por si tampoco los conoce, son un bol que suele incluir algún pescado crudo con ensalada, aguacate y salmón, todo con deliciosas salsas y no menos exquisitas especias. No hace falta que se lo diga. Todos los restaurantes de mi calle volvieron a cambiar en unas horas para adquirir el aspecto hawaiano que requiere el poke ya que es un plato originario de allí.

Han durado un mes.

Es posible vivir a golpe de actualidad. El presente se ha hecho ya tan inminente y dura poco y no es revisitable. Las modas tardaban, en tiempos no tan lejanos, el tiempo suficiente en llegar a todo el mundo, al civilizado, obviamente, que los primeros en adoptarlas empezaban a dejarlo cuando los últimos las abrazaban.

La permanencia provocaba la fusión, mientras se establecía el jazz, que a su vez surgía de la fusión de los ritmos africanos y los instrumentos anglosajones, unos avanzados desarrollaban el blues y otros llegaban al rock. Para los años cincuenta los tres convivían en el tiempo esperando a que Los Beatles aportaran el pop que en los 70 fusionaría todo en eso que se dio en llamar el rock progresivo.

Pero es posible vivir al día, sin que nada pose, con que todo pase. Es posible vivir de la última polémica en Twitter hasta que surja la siguiente, de la última declaración del político de turno, del último escándalo económico. Todos serán olvidados cuando llegue el siguiente y, como los restaurantes de mi calle, todo se renueve, parezca que vuelva a empezar y no haya quedado un sólo recuerdo del anterior.

Es posible vivir así, es como mucha gente lo hace, sin mirar atrás, sin atesorar nada, sin dejar tiempo a que las cosas evolucionen porque están mejor sustituidas. Recorrer las últimas curvas de la montaña rusa deseando bajarse para llegar a tiempo a la siguiente atracción.

Pero también es posible no hacerlo.

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