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Aceúche

Aceúche

Héroes y tumbas ·

salvador cALVo muñoz

Sábado, 23 de marzo 2019, 08:57

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Hace la friolera de 14 siglos y pico, cuando el rey Recaredo estableció el catolicismo como religión oficial de Hispania, se comenzó, desde el arzobispado de Emerita Augusta la labor de apostolado de los pueblos celtas de la meseta norte.

En algunos núcleos poblacionales, solía ser costumbre celebrar ritos paganos para festejar el fin del invierno y la llegada del buen tiempo y las cosechas, o en todo caso emular la vida silvestre de animales y fieras. Algunos hombres se vestían con pieles curtidas y danzaban al son de flautas, rabeles o tamboriles. Lo hemos leído en historiadores y autores de mitos, ritos y leyendas.

¿Quién vivía entonces en lo alto del ribero del Tajo, mirando a las sierras del norte? ¿Quién vivía en ese lugar al que los bereberes llamaron 'Alzambug', y por qué ese nombre? Por la razón de la abundante presencia de olivos silvestres, que ese es el significado de alzambug. Consulten el Corominas y verán. Acebuche, derivado del bereber 'alzambug'.

Claro está que alguna vez el que escribió el nombre en documento oficial, en vez de una b puso una h y el resultado tuvo éxito, si bien antes hemos visto grafías como 'azambugh, 'azabuge', 'azabuch' y hasta un francés dejó escrito 'lasavoche'. Bien, 'acehúche' desde entonces, y todo lo que nos depare el futuro.

Allí, uno o dos días al año, los hombres festejaban la vida con el rito del disfraz, como en otros lugares de la Península y del entorno mediterráneo. Pero claro, los ritos paganos, cuando la Santa Madre Iglesia se puso seria, tenían mal futuro, y, o desaparecían o se adaptaban al ritual cristiano. En efecto: fieras danzantes devinieron en aquellas otras que aparecían en los espectáculos romanos para el martirio de cristianos perseguidos.

¿Mártir de la fe? Sebastián el centurión. Al que por cierto, junto a su compañero San Fabián, habían dedicado en las inmediaciones de Acehúche una humilde ermita, la de los Santos Mártires. Lo que no sabemos es si allá en el siglo XVII, cuando un acehucheño llamado Juan de Morales caminó hasta la Corte para pedir –más bien comprar– el Privilegio de Exención de la Villa, dependiente hasta entonces administrativamente de Alcántara, había carantoñas en la festividad del santo patrono. Suponemos que sí. Luego, a finales del siglo XVIII, cuando el Informe de la Real Audiencia sobre enseres y personas de la villa, que realizó el Visitador General correspondiente, dice: «No se celebran ritos paganos entre los habitantes del lugar», ¿a cuento de qué? A que precisamente sí que había. «Escusatio non petita, acusatio manifesta». Pero, en fin, incorporados al martirologio cristiano, por lo tanto sin problemas. Carantoñas, ritos de una y otra forma, más personajes, el Galán, la Madama, el Niño, que fueron eliminados unos antes y otros después. La carantoña permanece. Antaño, ocho; hoy 50. Y sigue el rito aquí y al otro lado del Mediterráneo.

Ciudad de Pernik, Bulgaria. Por cercanas fechas se celebra el Kúkeri, reunión y desfile de cientos de carantoñas llegadas de otros lugares de Bulgaria, Serbia, Rumanía, Macedonia, que con pieles, cencerros, cuernas y espantos desfilan por las calles de Pernik celebrando ¿qué? La vida, las fieras, la reproducción, el ciclo de la existencia.

Y acá, en la península ibérica, en lo alto del ribero del Tajo, cuando ya se acerca a Portugal, en la mera Lusitania, en 'Alzambug', Acehúche, los días 19, 20 y 21 de cada enero, el viejo y antiquísimo rito pagano, y hoy cristiano, los hombres se visten con pieles y cubren sus rostros con máscaras horrendas. Por fin, Fiesta de Interés Turístico Nacional. Ya iba siendo hora.

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