Arriba izq. Augusto Pino cierra Mario&MArieta en Cáceres. | Arriba der. Ismael Jarque, a las puertas de la discoteca Impacto, de Plasencia, que cierra tras 28 años de negocio. | Abajo izq. Joaquín Francisco Lunar, propietario de Kioskini, sentado a las puertas del que ha sido su bar en Mérida. | Abajo der. Joaquín García Galán delante de su bar en Badajoz. J. REY | A. SOLÉ | J. M. ROMERO | PAKOPÍ

«No abro más mi bar»

Hostelería ·

Las restricciones ponen a los establecimientos en una situación límite y ya son muchos los que deciden cerrar el negocio. Siete afectados cuentan su experiencia

Rocío Romero

Badajoz

Domingo, 7 de febrero 2021, 07:42

Los hosteleros extremeños cierran una semana de reivindicaciones y protestas porque llevan 32 días cerrados. El otro virus, el que afecta a la economía, se ... está llevando por delante negocios levantados con el esfuerzo de años por parte de muchos pequeños empresarios. Las asociaciones del ramo hacen diferentes predicciones de aquellos que no volverán a abrir la persiana. Aquí hay siete historias de hosteleros que cierran un establecimiento.

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José María Sosa | Don Benito

«No hay ayudas y nos sangran a impuestos»

Hace 38 años que José María Sosa abrió su negocio. Se trata de un complejo formado por un bar, un restaurante y un hostal a 150 metros de la plaza de España de Don Benito. Ahora busca quien se haga cargo de él con un traspaso del negocio. Ya ha cumplido 62 años y a la pandemia se ha unido la falta de ayudas por parte de las administraciones. «Nos sangran a impuestos y esto ya es insoportable. Si abrimos perdemos porque con el 30% de aforo no cubrimos y si cerramos perdemos también porque los impuestos siguen cobrándolos».

Uno de los escritos que ha enviado José María Sosa en los últimos meses estaba dirigido a su Ayuntamiento de Don Benito, al que pidió que no le cobraran la basura industrial porque estaba cerrado. Sin embargo, el último recibo le llegó hace un par de semanas y ha tenido que pagar los más de 600 euros que tributa por un año. «No genero ingresos y aún siguen reclamando impuestos, intenté dejar el sistema de módulos que pago a Hacienda y me lo han rechazado».

José María Sosa habla de un cansancio producido por luchar durante tantos años. Tras 42 ejercicios cotizados, quiere que alguien más joven y con ganas se haga cargo del complejo para poder vivir él con el alquiler y la pensión que le quede, que advierte que será escasa.

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Joaquín García Galán | Badajoz

«El bar no puede ya tirar con los gastos que tiene»

Joaquín García Galán bajó la persiana el 31 de diciembre y no la subirá más. Con su bar, El Otro Almirez, cierra una parte de su vida. Las restricciones de la pandemia han dado la puntilla a un negocio que renqueó en 2020.

Queda ya muy lejos el momento en que Joaquín García hizo la maleta hace cuatro décadas para salir de su pueblo, Malpartida de la Serena, con rumbo a la Costa Brava. En 1984 volvió a la capital pacense, donde trabajó con un tío suyo.

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Llevaba dos pubs, el Candás de la calle San Isidro y el Cora, en la calle de La Bomba. En 1999 decidió independizarse. Fue entonces cuando abrió el mesón El Almirez en la calle Pedro de Valdivia. Le fue bien y se quedó con otro local, muy próximo en la calle Sor Agustina, y le puso El Otro Almirez. Durante unos años, dirigió los dos establecimientos hasta que en la crisis de 2008 dejó el primero y se quedó con el segundo.

2020 no fue un año fácil. Al confinamiento se le unió un infarto. Aún así, cuando se acercó el momento de retomar la tarea, decidió «lavarle la cara al negocio» con la esperanza de que abriera el Hospital Provincial como mercado gourmet. Cambió puertas, sustituyó la barra y mejoró otros aspectos menores. Pero el verano se fue, el mercado no abrió, empezó el otoño, el teatro López de Ayala y el Palacio de Congresos redujeron su actividad, volvieron las restricciones y decidió que el 31 de diciembre era el último día de trabajo. Sus tres trabajadores se fueron al paro y él busca ahora quien quiera quedarse con la maquinaria y la pérgola de madera de la terraza.

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«Mi familia me apoya, mis hijos son ya mayores y no se dedican a esto, mi mujer está jubilada y yo ya tengo 37 años cotizados, me buscaré algo hasta que pueda jubilarme, que aún tengo 57 años», dice, porque «no se puede tirar ya con los gastos».

Su queja es que las ayudas no llegan porque son muchos los pequeños empresarios que, como él, se vieron en la diatriba de pagar autónomos y Seguridad Social o la cerveza y la coca-cola. O el alquiler mensual, que supera los mil euros. «Se paga antes a los proveedores para poder seguir trabajando». Así que ahora cuando ha ido a interesarse por prestaciones y ayudas no tiene derecho a nada por esas deudas contraídas con la administración durante el último año. Para acceder al subsidio de mayores de 52 años necesita que alguien le contrate, algo que ya busca en su pueblo de Malpartida de la Serena.«O los pueblos grandes que hay alrededor, como Castuera, pero otro negocio no monto yo ya», sentencia.

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Ismael Jarque | Plasencia

«Cerré por la incertidumbre de cuándo y cómo abriríamos»

Con 46 años y 28 regentando la discoteca Impacto de Plasencia, Ismael Jarque decidió en octubre que ya no podía más. Desde agosto, al igual que todo el sector del ocio nocturno, no puede atender a sus clientes en esta discoteca de la calle Santa Clara, muy cerca de la Catedral placentina.

En los meses de cero actividad ha pagado un recibo de luz de 130 euros, más los gastos de gestoría, el recibo de autónomos suyo y de su esposa, el empleado fijo... Eso se estaba comiendo los ahorros. Aunque fue la incertidumbre lo que le llevó a tomar la decisión. «Por no saber cómo vendrán las restricciones ni cuándo dejarán trabajar al sector de la noche». Nunca imaginó una situación así, sí que en alguna ocasión había pensado en cerrar si la marcha se iba a otro sitio, pero eso nunca ocurrió y seguía funcionando. Su idea es montar otra empresa de hostelería, pero cuando las cosas estén normalizadas.

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Joaquín Fco. Lunar | Mérida

«La presión fiscal es muy alta y no podemos mantenernos»

Hace tres años, Joaquín Francisco Lunar, cambió su negocio en uno de los quioscos de la plaza de Santa Clara, en Mérida, por un bar pequeño en el entorno y muy cerca de la Asamblea de Extremadura. Allí sirve cafés, cañas y tapas hasta que ya ha decidido dejar de hacerlo. «La presión fiscal es muy alta y no podemos mantenernos», asegura.

Así que él y sus dos empleados están ya a punto de bajar la persiana. Está agradecido al dueño del local, que le perdonó dos meses de alquiler, le ha reducido la renta y este martes le ha ofrecido continuar sin pagar hasta que pueda mantenerse. Pero él dice que el problema no es el arrendamiento, sino «que las administraciones no levantan el pie. Todos los impuestos llegan religiosamente: autónomos, seguros sociales... Y las ayudas que prometen no llegan o llegan tarde». A eso suma la luz y el agua, que también son fijos, y ha decidido dejar el local. También le afecta la restricción de Mérida en cuanto a las terrazas. Dice que le permiten el mismo aforo en veladores que en el interior, y que el local es muy pequeño.«El 80% del negocio está en la terraza y a nosotros esa medida nos aboca a desaparecer. Esto es insostenible».

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Empezó a trabajar en uno de los quioscos con trece años y nunca pensó en una crisis de este tipo. «Hay cosas que te superan». Su familia se mantendrá con el otro bar que tiene en Mérida, en la calle Morería, regentado por su esposa.

Julio Alfonso | Badajoz

«Nos vamos de Badajoz y nos quedamos en Zafra»

Julio Alfonso y sus dos socios abrieron hace tres años La Bendita, un establecimiento frente a El Corte Inglés, en la plaza de Conquistadores de Badajoz, con tapas selectas. Hasta ahora.«Hemos ido capeando el temporal, pero ya no merece la pena. Teníamos empleados, pero cada vez tenemos más restricciones y menos aforo dentro del local».

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Así que han despedido a los tres empleados y ya saben que no volverán a abrir. De momento, dejan Badajoz. Estos tres socios tienen otros tres establecimientos en Zafra, que van a mantener. Son el Trastevere, La Bendita y Cafetería España. Hablaron con los dueños de los locales y los de Zafra les bajaron la renta, no así el de Badajoz. «De momento nos vamos de la ciudad de Badajoz, ahora no nos interesa, nos quedamos en Zafra».

Augusto Pino | Cáceres

«Habrá restricciones hasta que avance la vacunación»

«Mario&Marieta es el claro ejemplo de negocio destrozado por la covid... Este tipo de locales está abocado a la muerte y buscaré otro espacio para poder reabrir», dice Augusto Pino, que inició este gastrobar hace siete años en la avenida de España de Cáceres y le iba bien hasta el 13 de marzo.

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«Tenía bistró, un negocio con imagen, con nombre, y me los han hundido. No puedo tener barra, no puedo tener mesas pegadas a la barra y con el aforo reducido al 30% apenas podría atender a 10 o 12 personas y con eso no se pueden pagar los gastos del local». Ya estuvo cerrado durante seis meses, entre el 13 de marzo y el 16 de septiembre porque las condiciones de apertura no le permitían atender clientes. Por eso, Augusto Pino busca otro local para abrir cuando se pueda, ya que cree que las restricciones se mantendrán hasta que avance la vacunación.

Mantiene otro negocio en la capital cacereña,el restaurante La Trastienda de Mario&Marieta.

Marina Arama | Badajoz

«Con un hijo de 12 años y sin apoyo, no veo otro trabajo»

Hay otros hosteleros, como Marina Arama, que están en la cuerda floja. Su decisión de volver a abrir o no pende de cuándo le dejen volver a hacerlo.

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Desde hace catorce años regenta La Tasquita, en la calle Arturo Barea en Badajoz. Este mide unos 50 metros cuadrados y no tiene posibilidad de terraza. Así que sin poder atender en barra y solo con el aforo del 30% o el 40% no le salen las cuentas. En condiciones normales tiene tres mesas. En los buenos tiempos tenía una empleada, pero hace ya meses que atiende sola (cuando le dejan abrir)su bar. Hay días que piensa en cerrar, pero otros se dice que va a esperar algunas semanas más.

Nacida en Rumanía y con la única familia en Badajoz de un hijo de doce años, dice que no ve otro sitio donde trabajar ahora. Aunque no podrá aguantar si tiene que esperar más semanas. «Estoy decidiendo ahora. No tengo familia aquí ni apoyo, pero tampoco hay trabajo donde buscar. Así que sigo ahí por si acaso, con la esperanza de poder abrir ya porque no puedo aguantar más semanas». «Entre el alquiler, los impuestos, el pago de autónomos, el trimestre, los proveedores... Son muchos gastos y no puedo tirar más».

Datos y previsiones

  • 37,2% de facturación han perdido de media los establecimientos extremeños, según Hostelería de España, entre enero y noviembre de 2020 con respecto al mismo periodo de 2019. En Extremadura, ese ejercicio terminó con 1.451 millones de euros en 2019, por lo que los bares y restaurantes han vendido 911,2 millones de euros.

  • Uno de cada tres establecimientos hosteleros está en riesgo de desaparecer, según Hostelería de España. En la región existían 5.939 locales a 1 de enero de 2020, por lo que 1.979 están en riesgo de echar el cierre.

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