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Dos niños estudian en su casa. :: j. v. arnelas
El colegio en casa

El colegio en casa

Varias familias extremeñas optan por el 'homeschooling' y la educación libre para sus hijos

CLAUDIO MATEOS

Domingo, 11 de septiembre 2016, 08:12

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Es un mecanismo casi automático. El año en que sus hijos cumplen tres años, la práctica totalidad de las familias extremeñas se preparan para matricularlos en el colegio, introduciéndoles de ese modo en un sistema educativo reglado del que ya no saldrán, como pronto, hasta que cumplan los 16. Muchos padres recelan de un modelo tradicional basado en la asistencia a clase, los exámenes, las notas y, en definitiva, un aprendizaje homogéneo que apenas tiene en cuenta la individualidad de los alumnos. La gran mayoría no hace nada al respecto y entra en la rueda, pero algunos, muy pocos aún, se deciden a dar el paso y optan por la educación libre o alternativa, una vía prácticamente clandestina, sin amparo legal en España y, por lo tanto, nada fácil de emprender.

Los padres que se lanzan a la aventura de educar a sus hijos al margen del sistema tradicional tienen ante sí dos opciones: el aprendizaje en casa o en familia, conocido en todo el mundo como 'homeschooling', en inglés, o adherirse a alguno de los grupos de educación que cada vez proliferan más por todo el país. En Extremadura hay varios de estos colectivos, aunque tan solo uno de ellos admite a niños mayores de seis años, la edad a la que comienza la enseñanza obligatoria. Es el Paideia, un colegio libertario autogestionado que funciona en Mérida desde 1978, al que la Consejería de Educación no reconoce y donde actualmente se forman unos 60 alumnos hasta los 15 años de edad. Más adelante hablaremos de su funcionamiento.

Para la administración regional extremeña no hay medias tintas ni resquicios en el sistema. Considera «ilegal» todo lo que no sea matricular a los menores en un colegio adherido a la Consejería de Educación. Preguntada al respecto para este reportaje, la respuesta de la Junta, que cita a la Inspección de Educación, fue tajante: «El denominado 'homeschooling' es ilegal. Por tanto, desde la Consejería de Educación y Empleo no se pueden autorizar estas prácticas. Este tipo de casos se tratan igual que el resto de casos de absentismo escolar. Cuando desde el centro educativo no se consigue convencer a la familia para que lleve a su hijo a clase, se pasa el caso a la dirección general de Infancia y Familia, que es quien valora si se envía el caso a la Fiscalía de Menores para que actúe en consecuencia. Cuando se trata de niños que no se han escolarizado, es responsabilidad de la Policía Local notificarlo para que Infancia y Familia o la Fiscalía actúen». Sobre los centros de educación libre, la respuesta es similar: «Tampoco son reconocidos por la Consejería, ya que no imparten enseñanza oficial».

Sin embargo, la administración educativa regional no actúa contra los padres 'homeschoolers'. A diferencia de otras comunidades autónomas, en Extremadura ningún caso ha llegado a los tribunales, y como máximo se han producido visitas de los servicios sociales que han comprobado que, efectivamente, los niños estaban recibiendo una formación pese a no estar matriculados en ningún centro, sin tomar después ninguna otra medida.

Juan Carlos Vila es un licenciado en Filosofía que lleva muchos años viviendo en Extremadura, primero en Puebla de la Calzada, luego en Olivenza y actualmente en La Codosera. Es una referencia nacional dentro del mundo de la educación en casa, y no sólo porque él y su mujer educaron a sus dos hijos en familia cuando eso era una rareza aún mayor que hoy en día, sino porque durante cinco años hizo de ello su profesión como director de la oficina en España de Clonlara School, un colegio privado estadounidense con sede en el estado de Michigan que cuenta con un programa de apoyo a 'homeschoolers' de otros países. Los niños se matriculan a distancia en este centro y evitan así el problema de ser acusados de absentismo. También se facilita después que la formación recibida en casa sea homologada.

Los hijos de Juan Carlos Vila, que hoy tienen 23 y 25 años, acudían al colegio público de Puebla de la Calzada cuando, en 2002, tras unas desavenencias con el equipo de orientación del centro sobre ciertas necesidades educativas especiales de ambos, tomó junto a su mujer la decisión de sacarlos de la escuela. «El colegio no se adaptaba a cómo funcionaban nuestros hijos, así que nos pusimos a buscar alternativas», recuerda. Fue así como entró en contacto con el mundo de la educación libre, que por entonces apenas empezaba a nacer en España. Su primera idea fue llevarlos al Paideia de Mérida, pero lo descartaron por la distancia y finalmente se decantaron por el 'homeschooling'.

Asociacionismo

Consciente de la situación de «alegalidad» en la que entraban a partir de ese momento, Juan Carlos Vila decidió tomar la iniciativa y se convirtió en un activista de la enseñanza alternativa. Su familia fue una de las diez en toda España que fundaron la Asociación para la Libre Educación (ALE), hoy referencia nacional, y como tal se reunió con el entonces director general de Educación de la Junta y comenzó a prestar apoyo a otros padres.

Según Vila, cada familia llega al 'homeschooling' por motivos diferentes, que pueden ser desde un desapego ideológico o filosófico por el sistema educativo tradicional hasta problemas de adaptación en el colegio. No hay un perfil definido, y él tampoco lo recomienda como propuesta general para todo el mundo, si bien apunta que hay determinados grupos, como los alumnos con síndrome de Asperger, para quienes la educación en el hogar se ha demostrado apropiada.

«No se trata de que todos los niños se eduquen en casa, sino de que quien quiera hacerlo tenga amparo legal y no lo viva con temor e incertidumbre», apunta. De hecho, él apuesta por que sea una actividad regulada, frente a otra facción de este movimiento que cree que la administración debe reconocer el 'homeschooling', pero no intervenir estableciendo normas.

Muchos de quienes optan por una vía alternativa para educar a sus hijos son reacios a contar su experiencia en los medios, pues a menudo sufren la incomprensión social, incluso de su entorno más inmediato de amigos y familiares. «Eso pasa más cuando se plantea en abstracto, pero luego cuando conocen a los niños y ven que no son bichos raros cambian de opinión», matiza Vila.

Una consecuencia para todas las familias que se lanzan al 'homeschooling' es que a partir de ese momento toda la vida del hogar pasa a organizarse en torno a la educación. Hay parejas en las que uno de los dos deja del trabajo, o ambos piden reducciones de jornada. «Más que preparación por parte de los padres, hace falta que dispongan de tiempo, porque en lo que respecta a los contenidos tú vas avanzando al mismo tiempo que lo hacen tus niños». Así lo asegura Sonia Márquez, una pacense cuyos hijos, de 11 y 12 años, no han pisado nunca un colegio.

Los dos niños nacieron en Bélgica, y cuando Sonia regresó a Badajoz con ellos decidió educarlos en casa, animada por la experiencia de un primo suyo que había hecho lo mismo y terminó la carrera «con matrícula de honor».

Sonia ha contado con el apoyo permanente de sus padres, ambos maestros, que han colaborado en la formación de los niños. El próximo curso acudirán por primera vez en sus vidas a un centro educativo en la localidad sevillana de Herrera, adonde se mudaron hace dos meses. «Son ellos los que han pedido empezar ir al instituto», señala Sonia, quien va a aprovechar para volver a trabajar, pues durante los últimos años no lo ha hecho para poder educar a sus hijos y ha mantenido a la familia con el dinero que ahorró en Bélgica.

Sin respuesta de Educación

El modelo elegido por Sonia Márquez ha sido impartir el mismo contenido curricular que establece la Consejería de Educación, pero en casa y sin tener matrícula en ningún centro a distancia. De hecho, anualmente ha ido presentando el proyecto en la delegación provincial de Educación y avisando de que los niños estaban siendo educados en casa. «Nunca me han contestado», afirma. En todo este tiempo, nadie de la administración ha contactado con ella ni ha recibido la visita de los servicios sociales.

Frente a este 'homeschooling' que sigue los contenidos oficiales, hay otras opciones como la escogida por una madre de Plasencia, que prefiere mantenerse en el anonimato y que llegó a la educación en casa como una evolución «natural» desde el grupo de «crianza respetuosa» al que pertenece.

«Cuando llegó el momento de plantearnos si los íbamos a llevar al colegio, decidimos que no queríamos romper con la línea que habíamos llevado desde su nacimiento, y lo mejor para eso era hacerlo en casa», señala esta madre, que reniega del modelo educativo tradicional porque «no respeta los ritmos naturales de aprendizaje, sobre todo en lo referente a la aritmética y la lectoescritura». Desde su punto de vista, la educación primaria debe ir enfocada a «la educación emocional y la resolución de conflictos», y no tanto a los contenidos, ya que cada persona irá escogiendo con el tiempo los que son importantes para ella. «Al final es un estilo de vida», resume su experiencia con el 'homeschooling'.

En lo que sí coinciden los padres consultados es en que la principal crítica que se le suele hacer a la educación en casa, que es la falta de socialización, es más un mito que una realidad. Afirman que estos niños, aunque no vayan al colegio por la mañana, sí acuden por las tardes a actividades extraescolares, forman parte de equipos deportivos, etcétera. «¿Es que alguien te asegura que por ir al colegio van a tener una vida social plena?», reflexiona Sonia Márquez. «Sobre la socialización habría mucho que hablar, empezando por el propio sistema escolar de aulas separadas, y en todo caso una de las responsabilidades de los padres es precisamente favorecer el desarrollo social de sus hijos», apunta Juan Carlos Vila. Al no tratarse de una actividad reglada ni existir por lo tanto registros oficiales, no es fácil saber cuántas familias practican en Extremadura la educación en el hogar. Juan Carlos Vila calcula que «no deben de ser más de unas decenas».

El caso del Paideia

En lo que respecta a los centros de educación libre, en toda la región tan sólo hay uno en el que se forman niños en edad de enseñanza obligatoria. El Paideia, situado a las afueras de Mérida, tiene la forma jurídica de una cooperativa, ideología anarquista, y se financia únicamente con las cuotas mensuales que pagan las familias durante el curso y con las actividades que organiza en verano. Entre los principios que inspiran su metodología destacan los del pedagogo libertario de finales del XIX Francisco Ferrer Guardia.

Según explica un padre, que también prefiere no hacer público su nombre, los niños acceden al centro en las primeras etapas y suelen abandonarlo a los 14 o 15 años, para pasar después al instituto. Los alumnos acuden desde las diez de la mañana hasta la seis de la tarde y el funcionamiento no tiene nada que ver con el de un colegio tradicional, pues el aprendizaje se basa en trabajos colectivos, proyectos y talleres, y la resolución de conflictos se lleva a cabo de forma conjunta entre toda la comunidad.

Carlos Pajuelo, psicólogo especialista en educación y autor del blog de Hoy.es 'Escuela de padres', cree a que a la hora de afrontar estos tipos de educacion alternativa lo importante es hacerlo «con apertura de mente y flexibilidad», ya que «hay algunos talibanes tanto entre los que están a favor como entre los que están en contra».

Pajuelo menciona en ese sentido algunas ventajas del 'homeschooling', sobre todo que se trata de un modelo de enseñanza «menos rígido y más adaptable a las característica de cada alumno», mientras que ve como principal inconveniente que «al fin y al cabo somos animales sociales y también es muy importante el aprendizaje que se recibe de los iguales». En cualquier caso, opina que «los tiempos han cambiado» y que la educación alternativa «se debería regular» en España, garantizando siempre «que esté habiendo un aprendizaje efectivo».

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