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Un cacereño refrescándose por las calles de la ciudad. :: hoy
Cáceres: noches calientes

Cáceres: noches calientes

Lo que en Galicia es temperatura infernal, en Extremadura es fresco

J. R. Alonso de la Torre

Viernes, 9 de septiembre 2016, 07:54

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Esto del calor es una cuestión de perspectivas. Este verano, en las Rías Baixas, hablaban de temperaturas de calor extremo con 31 grados y un día que llegaron a los 32, se hablaba en la prensa de calor infernal. Sin embargo, Modesto Sánchez, portavoz de la Agencia Española de Meteorología, avisaba de que hoy viernes en Extremadura notaríamos un alivio con bajada en el termómetro a 32 grados y que el fin de semana se «mantendrán las temperaturas frescas». Es decir, lo que en las rías es infernal, en Extremadura es fresco.

El último chiste en WhatsApp presenta a una pareja en posición tórrida. Ella le ruega a él que le diga algo caliente y él le susurra al oído: «Cáceres». Si existiera un medidor de los trending topic de ascensor, este de la temperatura y el calor veraniego se llevaría la palma.

En Extremadura, este tema lo asumimos con resignación, casi con orgullo. Así, en Cáceres es muy típico presumir de la temperatura mínima más alta entre las capitales de provincia españolas. Para explicarlo, recurrimos al dato de que somos la única capital sin río, aunque este punto es incierto: tenemos un riachuelo, el arroyo del Marco, que eso sí, es el único río que, pasando por una capital de provincia, nace y desemboca en su término municipal.

La influencia del arroyo del Marco es mínima y se reduce a los metros inmediatos a su cauce. Así, en su nacimiento, la Fuente del Rey, hay unos bancos donde al atardecer se reúnen los varones maduros del barrio del Espiri en busca de la benéfica influencia del agua fresca.

Más intensa es la bajada de la temperatura en la zona de Fuente Fría, entre cuatro y cinco grados, lo que provoca que, al anochecer, la zona sea el lugar favorito para muchas pandillas de adolescentes. Pero más allá del cauce, El Marco refresca poco y no actúa como contrapeso del calor nocturno como sucede con el Jerte en Plasencia o el Guadiana en Mérida y en Badajoz.

Me resulta muy simpática la distinta manera de comentar el clima que tienen en las dos regiones que más conozco. En Extremadura, lo asumimos sin aspavientos y como lo que nos caracteriza es el calor veraniego, nos quejamos de él, pero sin darle mucha importancia y lo relativizamos con la socorrida expresión de: «Es lo que toca, si no hace calor ahora, cuándo lo va a hacer».

En Galicia es distinto. Allí siempre se están excusando por el clima, piden perdón a los forasteros por cualquier incidencia, ya sea un chaparrón, un 'calentón' de 30 grados o una mañana neblinosa. Parece como si cada gallego fuera responsable de una inclemencia. Este verano, han llegado a pedirme perdón por un chubasco que hubo el 7 de agosto, pero resulta que estábamos a 27 y llevábamos ya 20 días de sol seguidos.

Otra particularidad del calor es que con él sucede como en la sala de espera de la consulta del médico, que todo el mundo presume de sufrir más que el otro. Y si tú dices que en tu ciudad te asabas a 38, el compañero de café te dirá que para asadura la de su pueblo, que llegó a 35, ¡pero qué 35!

Este verano, mantuve una disputa muy divertida en Twitter con Antonio Garrido, un colega periodista gallego. Se reía en las redes de que yo llevara la rebeca siempre puesta en verano, lo cual era lógico con noches húmedas de 17 grados.

Pero mi amigo presumía de calor y yo me reía de que en su periódico llamaran temperatura infernal a lo que en Cáceres es la mínima del día. Inmediatamente, entró en liza una web meteorológica fantástica llamada @4gotas_com y empezó un y yo paso más calor que tú donde los datos se mezclaban con las impresiones.

Reconozco que esto del calor es muy de impresiones y que no son lo mismo 40 grados secos que húmedos, pero que en Galicia presuman de pasar más calor que en Cáceres, pues no. Nadie pasa unas noches como las nuestras. Para una vez que destacamos en algo, no vamos a dejar que nadie nos lo quite.

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