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Héctor tratando a una cliente en su clínica cacereña. :: l.cordero
Los piojos son como Tarzán

Los piojos son como Tarzán

Los selfies favorecen un mayor contagio de este bichito

J. R. Alonso de la Torre

Jueves, 25 de febrero 2016, 07:34

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Desde hace unos meses, dos tiendas de Cáceres y Badajoz llaman mucho la atención. La pacense se encuentra en el número 14 de la calle Julio Cienfuegos, la cacereña, en el 15 de la calle Amberes. En ambas, unas letras modernas anuncian el nombre de la franquicia (Kids & Nits) y una explicación debajo sorprende a los viandantes al anunciar que en ese lugar se acaba con liendres y piojos.

¡Ay, el piojo! Ese bichito que vive 31 días de media en el cabello, que a partir del día 15 pone diariamente entre 10 y 15 huevos o liendres, que a los siete días eclosionan en un nuevo piojo. ¡El piojo! Ese tabú lleno de tópicos, que la diputada del PP Celia Villalobos convirtió en estrella de la nueva política al relacionarlo con las rastas de un diputado canario de Podemos, haciendo gala del desconocimiento que rodea a este insecto.

«No sabía que me iba a gustar tanto este trabajo, es entretenido y gratificante», explica Héctor Gómez Aparicio, director del Kids & Nits de Cáceres (Raquel Cabezas lleva el de Badajoz). Quién le iba a decir a este periodista peruano de 42 años que algún día se sentiría realizado eliminando piojos de las cabezas de los jóvenes extremeños. Héctor tiene 42 años, se licenció en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica de Arequipa (Perú), trabajó en la sección de Sucesos de varios medios peruanos antes de venir a España, donde se tituló como técnico de laboratorio, trabajó analizando materiales para las obras del AVE y ha acabado en Cáceres extinguiendo liendres y piojos con Natalia, madre de sus dos hijos y compañera de trabajo.

Durante la tarde que pasamos en el Kids & Nits de Cáceres (hay 34 en España), la sala estaba llena de madres que venían con sus hijos para que los diagnosticaran o trataran. No eran niños y niñas con rastas ni pelos sucios, sino todo lo contrario: cabelleras limpias, sedosas y brillantes.

«Es que el mundo de los piojos está lleno de estigmas erróneos», avisa Héctor y a continuación los va exponiendo y desmontando. Estigma uno (¡atención, señora Villalobos!): es falso que los piojos prefieran los pelos sucios, todo lo contrario, cuanto más limpios, mejor y, por cierto, para llevar rastas, hay que tener el pelo muy limpio, si no, es imposible hacérselas. Además, los piojos no anidan en diputados adultos, prefieren anidar en niños y adolescentes porque el PH de su piel es más dulce.

Estigma dos: el piojo no salta ni vuela. «El piojo es como Tarzán, se mueve de liana en liana, necesita agarrarse a otro pelo para trasladarse», aclara Héctor. Estigma tres: el piojo ni huele ni ve, por lo tanto, el vinagre no los elimina porque no lo huelen. Estigma cuatro: no hay repelente que pueda con ellos y afeitar la cabeza no basta, lo único efectivo es retirar manualmente las liendres o huevos, que son blancos y brillan a la luz.

El instinto de supervivencia impulsa al piojo a colonizar cabezas. En ese punto, aparece una costumbre moderna que está en la base de la proliferación del bichito. «La mayoría de nuestros clientes tienen entre 13 y 15 años porque la costumbre de hacer selfies provoca un aumento del contagio de piojos. Juntan las cabezas para hacerse la foto y el piojo salta de una a otra. Sucede algo parecido cuando dos niños juegan con la misma consola. Otras circunstancias que favorecen el contagio son el intercambio de gorras, de coleteros o de peines», revela Héctor.

Las nuevas tecnologías y los hábitos modernos, que recluyen a los niños en casa, calentitos (el piojo necesita calor), en lugar de salir a la calle a jugar son la causa de este rebrote de la infestación de piojitos. La solución puede ser quitar las liendres en casa o llevar al niño a estas mitad «clínicas», mitad «peluquerías», donde los someten a un tratamiento completamente natural de 90 minutos, les hacen una revisión a la semana y les aconsejan que no se hagan selfies ni se cambien las gorras para evitar que los piojos hagan el Tarzán con sus cabellos.

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