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Poco refinados

Poco refinados

Cuando llegó el PP, a la refinería ya le habían dado la extremaunción tres veces

TOMÁS MARTÍN TAMAYO

Sábado, 9 de enero 2016, 01:53

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Por amistad con Alfonso Gallardo y Juan Sillero, (amistad que sigo conservando con ambos, pese al distanciamiento entre ellos), supe del proyecto de la refinería en sus albores, prácticamente desde su esbozo inicial, pero me lo contaron como una confidencia y como tal la guardé. De ahí mi perplejidad cuando un mes después, Ibarra, en su discurso de investidura, la vendió como una iniciativa propia o de su gobierno para la legislatura que se iniciaba. Fue, claro, la estrella del repertorio de promesas, porque Ibarra hizo especial énfasis al presentarla, adornándola con su habitual desfachatez, como si tuviera en la cabeza hasta el último tornillo. Yo era diputado independiente, dentro del grupo Popular, y aquel día estaba sentado al lado de Carlos Floriano, que seguía el discurso del candidato con especial interés porque, horas después, tenía que darle réplica. Floriano se inclinó y me preguntó si yo sabía algo de aquello. Le dije que no, pero que el proyecto anunciado coincidía con otro que preparaba un grupo empresarial.

No era otro, era el mismo proyecto pero, pese a conocer bien a Ibarra, no se me ocurrió en aquel momento que pudiera vender como propia una iniciativa empresarial ajena. La conclusión es que, con aquella estrafalaria incursión, la politizó y la refinería nació muerta porque, a partir de aquel momento se la juzgó como una iniciativa política que se puso bajo todas las lupas, entrelazando aún más el interesado rumor de que Gallardo era el empresario de la Junta y que la Junta era el asidero institucional de Gallardo. Era mentira, bien lo sé, pero si es palmípedo, anda como un pato y hace cuá-cuá, es un pato y demostrar lo contrario resulta fatigoso y prácticamente imposible.

Vamos, que la refinería al nacer se resbaló de las manos de la comadrona y se mató al estrellarse contra el suelo de la política. Días después fui a Jerez para hablar con Alfonso Gallardo y, delante de Juan Sillero, le dije que el producto se había vendido de la peor manera posible y en el peor de los escenarios, pero me volví con la sensación de que ninguno de los dos supo dimensionar mi alerta. Creo que incluso estaban conformes porque eso les abría un pasillo por el que circular sin obstáculos con toda la tramitación que el proyecto conllevaba. Un error detrás de otro. Cuando surgieron las primeras protestas, el PSOE convocó en Villafranca de los Barros una manifestación a favor de la refinería, a la que acudió el propio Ibarra, su gobierno, diputados, senadores, alcaldes Eso fue aún peor que la venta de la misma en sede parlamentaria, porque acabó por escorarla definitivamente, dando razones al rumor de que Ibarra y Gallardo, Grupo y Junta eran la misma cosa, situando detrás del contubernio a Paco Fuentes, sobrino del empresario y mandamás incuestionable en el PSOE.

Ocho años después Ibarra se fue sin concluir los trámites, las multinacionales petroleras siguieron haciendo presión en los diferentes ministerios, a Vara le dejaron la patata caliente en sus manos y no supo o no quiso sostenerla, hasta el punto de que cuando llegó el PP, a la refinería ya le habían dado la extremaunción tres veces. Ahora llega el DEP definitivo con la publicación en el DOEX de la declaración desfavorable de la Junta de Extremadura, mientras otras dos refinerías se han levantado en otros puntos de España Tuvo un mal comienzo, no era previsible un buen final.

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