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918 cacereños lucharon con Hitler en la División Azul

918 cacereños lucharon con Hitler en la División Azul

Ignacio Escribano Bartlett investiga sobre los extremeños que combatieron con el nazismo en la II Guerra Mundial

Cristina Núñez

Domingo, 31 de mayo 2015, 08:26

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cáceres. Luchar contra el olvido, desempolvar documentos, poner rostro a los protagonistas de momentos vitales para la humanidad. En esas andan metidos muchos estudiosos de la Historia, que rastrean legajos para dar cuenta de gestas que ayudan a reconstruir pequeños apartados de grandes capítulos. Es el caso del joven historiador Ignacio Escribano Bartlett, que durante la pasada Feria del Libro de Cáceres presentó la obra 'Primer Franquismo: estudio y memoria de la División Azul en la provincia de Cáceres', editado por la Diputación . En ella hace una disección sobre el ADN de los 2.700 extremeños alistados para marchar a Rusia y combatir en la II Guerra Mundial a favor del bando de Adolf Hitler. 918 de ellos eran de la provincia de Cáceres, y alrededor de 190 de la capital. El total de españoles que partieron hacia las estepas rusas es de 45.500 individuos.

La División Azul fue constituida para luchar contra la Unión Soviética, fundamentalmente en el sitio de Leningrado. La primera pregunta que surge es ¿por qué? ¿Por qué una persona decide emprender ese difícil paso, irse a 5.000 kilómetros, muy posiblemente para morir, quedar malherido o ser capturado?. «Había cuestiones ideológicas como la lucha contra el comunismo y la búsqueda de venganza por los hechos ocurridos durante la Guerra Civil Española, también había motivos familiares, el intento de salvaguardar el apellido de la familia republicana, por otro lado primaban intereses militares, como el deseo de ascenso», explica Escribano Bartlett. Pero sin duda, uno de los grandes motivos era el económico. En plena posguerra, muchas familias no tenían ni lo más básico para alimentarse y el sueldo que se ofrecía era ventajoso. «Hambre y miseria, esa era la tónica habitual de la mayoría de los extremeños en 1939, no había posibles miras al futuro». Los divisionarios cobraban siete pesetas y 30 céntimos diarios, una cantidad considerablemente superior a la que se cobraba por trabajar en fábricas alemanas, 4 pesetas y 30 céntimos. El descabezamiento de muchas familias, que habían perdido al padre en la Guerra Civil Española, fue lo que empujó a muchos jóvenes a lanzarse, a sangre y fuego, hasta la estepa rusa. La División Azul se mantuvo de 1941 a 1943. En realidad, fue la manera que tuvo el general Franco de saldar una deuda con Hitler por el posicionamiento de España de mantener su no beligerancia en la contienda mundial.

A pesar de las controversias que han generado algunos estudios acerca de la División Azul, Ignacio Escribano Bartlett, licenciado en Historia por la Universidad de Barcelona, señala que este estudio se ha realizado desde el «más profundo objetivismo histórico», y alejándose de cualquier tipo de ideología política, sea del signo que sea, por lo que, sin tapujos, se tratan diferentes temas sin tener ningún tipo de reparo en afirmar ciertas aseveraciones o desmentir otras». Los motivos por los cuales este joven se decidió a tocar este asunto es por la necesidad de delimitar históricamente este fenómeno en la región. El profesor Julián Chavez asesoró a este investigador en este trabajo. En la Universidad de Extremadura llevó a cabo los Máster del Profesorado de Secundaria y el Máster Universitario en Investigación.

Las fuentes de las que ha tirado son el Archivo General de Militar de Ávila, bibliografía general, hemeroteca, museo de la Fundación de la División Azul, Instituto Nacional de Estadística. Importante es la historia oral, que según Escribano Bartlett, ha permitido localizar divisionarios de los que no se tenía constancia. La mayoría de ellos han fallecido, y los que aún quedan vivos son tan mayores, que, tal y como explica el autor, «su memoria y su salud no es la más idónea para recordar esa etapa de su juventud».

Detallado estudio

El libro de Ignacio Escribano ofrece un detallado estudio por comarcas de todos los divisionarios de la provincia. Es una radiografía fiel de cómo la llamada de la División Azul atrajo a los cacereños. La comarca del Tajo-Salor fue la que más soldados aportó, 185, seguida de Miajadas Trujillo con 130. En cambio, zonas como Las Hurdes y La Vera sólo aportaron 5 y 6 personas respectivamente. De la capital se estima que fueron 185 los que participaron en este episodio de la Segunda Guerra Mundial, aunque las fichas personales de los divisionarios alistados desde la Milicia falangista de Cáceres no se conservan. Aunque faltan también algunos datos relativos a la edad de nacimiento de estos hombres, la mayor parte de ellos nacieron entre 1916 y 1920, por lo que se alistaron a la División Azul en torno a los 21 y 27 años.

La guerra llegó a su fin, pero 224 extremeños ya no regresarían a esta tierra porque murieron. Otros muchos no pudieron volver hasta 1954, ya que estaban prisioneros. Tal y como explica Escribano Bartlett de los 464 divisionarios presos que se tiene constancia, 29 al menos eran extremeños. Se repatrió a 286 personas, pero solo 19 (10 pacenses, 8 cacereños y un portugués residente en Badajoz) lograron llegar hasta la ciudad de Barcelona, «donde fueron recibidos con jolgorio popular aunque sin la presencia de miembros notables del régimen fascista». Los extremeños que estuvieron en los campos de concentración vivieron situaciones de extrema dureza, y se tiene constancia de que 10 de ellos fallecieron. Una experiencia cargada de dolor que merece ser contada.

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