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¿Qué ha pasado hoy, 27 de marzo, en Extremadura?
Explotación de la empresa Marle, una de las dos principales proveedoras de este combustible en la región. :: HOY
La biomasa pierde su chispa inicial

La biomasa pierde su chispa inicial

Quienes apostaron por esta energía de origen vegetal como fuente térmica reconocen que está costando convencer a industrias y particulares

J. López-Lago

Domingo, 10 de mayo 2015, 08:47

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Entre Cáceres y Badajoz hay una gran arboleda de eucaliptos que es talada periódicamente. Hasta hace unos años con esa madera se hacían tableros destinados a la construcción. Confirmada la crisis del ladrillo, esa misma madera sirve ahora para calentar casas e industrias. La empresa Marle, radicada de Gévora (Badajoz), la convierte en biomasa, que tiene como destino ser transformada en electricidad y vendida a la red, o bien servir de combustible para dar calor. Solo hay otra empresa más de este tipo en la región, en Navalmoral de la Mata, que actúe como proveedora de este material tras comprar despojos vegetales, cribarlo y tratarlo.

El sector de la biomasa térmica en la región está a la expectativa. Varios empresarios que fueron los primeros en ver la oportunidad han empezado a cerrar sus negocios en los últimos meses. Apuntan a varios factores: la entrada en el mercado de las grandes superficies que venden biomasa, el instrusismo en el sector, las pocas inspecciones que hay para corregirlo y la escasez de ayudas públicas para comprar calderas a empresas y particulares.

Como se sabe, ésta es una energía renovable alternativa a las tradicionales energías fósiles que proceden del petróleo. La biomasa se obtiene de residuos vegetales (pellet, astillas, leña, hueso de aceituna o cáscara de frutos secos, entre otros) que son procesados para alimentar calderas, tanto de uso doméstico como industrial.

Una de las empresas de referencia hasta hace poco en la región era Promociones Medioambientales Villafranquesa (PMV), que cerró en diciembre después de 10 años de actividad. Su dueño, Ignacio García Gamero, empezó con la biomasa eléctrica y después se pasó a la térmica. Fue de los pioneros en la región y ha introducido calderas de biomasa en balnearios como el de El Raposo, edificios públicos como el de Mérida III Milenio o varias piscinas climatizadas.

A grandes rasgos, la biomasa permite un ahorro en consumo que oscilan entre el 50%y el 70% de la factura habitual de gasoil. Pero antes hay que hacer una inversión. Según la variedad de combustible que acepte la caldera son más caras, y atendiendo a la capacidad calorífica de éste el precio es mayor o menor y la gente se lleva decepciones cuando elige lo más barato.

García Gamero, ingeniero especialista en electricidad, ha estado tres años asesorando en el Plan de la Bionergía que quiere impulsar la Junta de Extremadura desde la legislatura pasada con el fin de optar a ayudas europeas en este área hasta 2020. Sin embargo, lamenta que este Plan se haya «estancado» y aún no haya salido adelante.

Entre algunas conclusiones que los profesionales ya habían puesto sobre la mesa en diversas mesas de trabajo previas, figuraba extender el uso de la biomasa a sectores estratégicos en la región como la agroindustria, ya que hasta ahora solo se han interesado en esta nueva fuente de energía el sector del tabaco, granjas de pollos y algunos complejos hoteleros y edificios públicos que tengan gran demanda de poder calorífico.

«Había acuerdo -prosigue García Gamero- en que la administración debía ser el tractor inicial, incorporando la biomasa a sus edificios públicos, por ejemplo, en residencias de ancianos (...). Al final solo se han ido poniendo parches y el Plan se ha ido desmoronando porque no se ha tomado en serio a la biomasa».

Según este empresario, dentro de las renovables la biomasa es un sector lento: «No es como la energía eólica o solar -dice- que pones un molino o una placa y ya está. La biomasa hay que ir a recogerla, gestionarla y transportarla, y Extremadura tiene el problema de la dispersión».

El abastecimiento suele preocupar a un cliente que está a punto de cambiarse a esta energía.

Ángel Boceta, de Biomasur, se encargaba hasta hace poco de transportar biomasa por la región. «Vi que existen camiones que reparten el gasoil, y si la biomasa iba ocupando su lugar, pues habría que repartirla. Era un eslabón más necesario en la cadena, pues muchos de quienes instalaban una caldera se preguntaban que dónde está el combustible y quién se lo iba a hacer llegar», explica Boceta, quien entró en el sector desde Llerena. Acaba de cerrar tres años después.

«El error es pensar que la biomasa son solo residuos forestales, y como Extremadura es rural tenemos un gran potencial. Aquí, por ejemplo, no nos vale la dehesa. La madera de encina es la mejor, pero no se puede talar, y cuesta muchísimo sacarla ramita a ramita. En Soria o Burgos hay bosques de pinos y la extracción de biomasa está perfectamente organizada; pero es que el problema es que no podemos competir en precio con grandes superficies de bricolaje o almacenes de construcción. El colmo es cuando los clientes te hacen pedidos y te plantean pagar sin IVA», se queja.

Otro empresario que se interesó por la biomasa es Óscar León, arquitecto de Barcelona que vio negocio aquí hace nueve años y que ahora está pensando en cerrar su empresa, Nuevas Energías Renovables. «Es un sector prostituido y me niego a seguir regalando dinero a la administración o a instaladores que no tienen ni autorización».

León critica el sistema de adjudicaciones a la baja que realiza la Administración pública cuando va a instalar esta fuente de energía en sus edificios. También ve un obstáculo que los particulares que están pensando en incorporar biomasa a sus hogares o negocios solo piensen en la subvención, pues carecen de liquidez suficiente en estos momentos para pagar este cambio de sistema.

Según dice, «se relaciona biomasa con campo, campo con subvención, y cada vez hay menos ayudas. Así que aunque haya un ahorro en el consumo posterior, si la inversión inicial es alta a la gente no le atrae sin subvención (...). Además, hay mucho intrusismo, cualquier persona monta un equipo, y el combustible se vende ya hasta en las gasolineras de los pueblos. Hay demasiada competencia no cualificada, sin seguros, sin instalaciones homologadas para almacenar, y las inspecciones llegan hasta donde llegan. Mi opinión es que no hemos sido capaces de profesionalizar el sector»

Optimistas moderados

José Ignacio Visea, responsable de Badapool y el concesionario oficial Stihl en Badajoz, vende maquinaria agrícola relacionada con la primera extracción de la biomasa. Él mismo hizo cursos de formación específica en este ámbito. Opina que es cierto que hace cinco o seis años parecía que la biomasa iba a ser un 'boom', pero hace dos o tres que el interés ha decrecido. «El mensaje medioambiental de que contamina menos está muy bien, pero a la gente eso le da igual. Lo que miran al final es cuánto les vale el cambio y cuánto ahorran. El dinero en resumidas cuentas».

En cualquier caso, tanto él como el resto de consultados coinciden en que el uso de la biomasa sigue creciendo. Aunque a un ritmo lento, cada vez hay más calderas que usan este combustible. «Por eso en Extremadura hay mucha competencia, aunque no esté cualificada. Ha aumentado también el intrusismo y hay pocas inspecciones sobre quién vende o quién instala. Existe mucha economía sumergida alrededor», afirma Óscar León.

Sin embargo, hay empresas que siguen apostando por esta energía alternativa. Es el caso de Marle, dedicada a trabajos forestales hace 19 años. En estos momentos han doblado el número de empleados respecto a 2010 y ya supera el centenar. Pusieron el ojo en la biomasa hace poco más de un año y una señal de que confían en el futuro de este combustible que su responsable, Ángel Martín, llama 'petróleo verde', es que sus instalaciones tienen una capacidad de producción y almacenaje de 100.000 toneladas, aunque actualmente trabajen a menos del 10% de sus posibilidades.

Desde Badajoz, Marle es una de las dos empresas proveedoras de la región y consigue combustible tanto para las dos grandes empresas de biomasa eléctrica (Ence en Mérida y Acciona en Miajadas), como para cualquier cliente de biomasa térmica.

Trabajan con pino y eucalipto y venden en toda Extremadura y parte de Andalucía. Acaban de invertir 1,3 millones en material más moderno, como un camión de reparto diseñado para este trabajo específico que empezarán a usar en breve.

Según Ángel Martín, «lo hemos hecho porque somos optimistas, pero necesitamos apoyo de las administraciones. No a empresarios como yo sino a la gente y a las industrias más potentes para que apuesten por este combustible vegetal y compren calderas de biomasa. Son más caras que las de gasoil, y ocurre que ahora muchos no están en el momento más idóneo para hacer inversiones».

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