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¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?
Los agentes son interrogados por la fiscal y los abogados. A la derecha, el autor confeso.
«Pido disculpas, no tengo perdón», dice el autor confeso del crimen de Zafra

«Pido disculpas, no tengo perdón», dice el autor confeso del crimen de Zafra

El primer acusado admite los hechos, pero dice que no fue asesinato sino homicidio, y los otros dos insisten en su inocencia | Desde hoy el jurado tiene tres días para deliberar

Natalia Reigadas

Jueves, 19 de marzo 2015, 00:46

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Tras seis días de juicio el jurado formado por 11 personas ha comenzado las deliberaciones sobre el doble crimen de Zafra. El suceso tuvo lugar en febrero de 2012 cuando el empresario Manuel Borrallo y su sobrina Verónica Gordillo fueron tiroteados en la nave del polígono industrial Los Caños en la que trabajaban.

La fiscal acusa del asesinato a Salvador José B. C., autor confeso de los disparos, que vivía en Requena (Valencia) y tenía un conflicto con el empresario segedano por la compraventa de unos camiones. También pide el mismo cargo para su hermano Francisco Javier, ya que la acusación mantiene que le acompañó en los hechos, y al cuñado de este, José Antonio V. G., por proporcionar el arma del crimen.

badajoz. El 27 de febrero de 2012 el empresario Manuel Borrallo y su sobrina Verónica Gordillo, embarazada de cuatro meses, fueron tiroteados en la nave en la que trabajaban en el polígono industrial Los Caños, en Zafra. Desde hoy la conclusión del caso está en manos de los once miembros de un jurado popular que tienen hasta tres días para deliberar. Los tres acusados del doble crimen se enfrentan a penas de hasta 50 años de cárcel para cada uno.

La deliberación arranca hoy. Ayer los jurados fueron aislados y dormirán en un hotel hasta decidir. Durante la mañana de ayer tuvo lugar la última sesión del juicio en la Audiencia Provincial de Badajoz y por la tarde los abogados y el juez consensuaron el objeto del veredicto, las preguntas que debe responder el jurado y que determinarán la condena.

La fiscal acusa de asesinato a Salvador José B. C., autor confeso de los disparos, que vivía en Requena (Valencia) y tenía un conflicto con el empresario segedano por la compraventa de unos camiones. Pide la misma pena para su hermano Francisco Javier, ya que mantiene que le acompañó en los hechos, y al cuñado de este, José Antonio V. G., por proporcionar el arma del crimen.

Se les acusa a los tres del doble asesinato, de aborto inconsentido y de tenencia ilícita de armas. El Ministerio Fiscal pide 39 años de cárcel para cada uno mientras que la acusación particular sube la pena a 50. Ambas acusaciones elevaron ayer a definitivas sus conclusiones provisionales.

Las acusaciones mantienen que el 26 de febrero de 2012 José Antonio V. G. entregó una pistola semiautomática de 7,65 mm a los hermanos, que acudieron a su casa de Alcira (Valencia). Al día siguiente Salvador y Francisco José viajaron hasta Zafra, donde entraron en la nave y, tras una discusión, mataron a Manuel y a Verónica. Según los forenses, el hombre recibió primero un disparo con la pistola metida en la boca y luego otros tres en el cuerpo, mientras que la mujer murió por dos impactos. Uno de ellos le atravesó el corazón. Las acusaciones defienden que estaba de rodillas cuando le dispararon.

Salvador fue detenido al día siguiente del crimen. La principal prueba fue una llamada que estaba atendiendo Verónica en el momento de los hechos. Le dijo a un familiar que este conocido había acudido a la nave con un segundo hombre.

El dato más novedoso de la sesión de ayer fue que Salvador, que se reconoce autor de las muertes y niega la participación de otros, renunció a alegar defensa propia, aunque sigue argumentando que hubo un forcejeo. Sí mantuvo que se trata de un homicidio y no un asesinato porque dice que no hubo alevosía. Su abogado negó que su defendido percibiese que Verónica estaba embarazada y también discutió que recibiese los disparos mientras estaba de rodillas.

La fiscal, por su parte, insistió en que los tres acusados son responsables. En cuanto al autor confeso, rechazó los atenuantes, ya que indicó que no había pruebas de arrebato y obcecación y sí de que salió de su casa preparado. Pidió al jurado que valorasen «todos los elementos indiciarios en conjunto». Así mismo negó que Salvador realizase una confesión completa. «Es una historia inventada para salvar a su hermano y salir lo mejor parado posible».

La fiscal insistió en la responsabilidad del hermano. Recordó que acompañó a Salvador hasta la nave desde Valencia. «Tuvo que ser Francisco Javier el que entró». Pidió los mismos cargos para José Antonio por ser cooperador necesario en el crimen. «Tenía que saber para qué era la pistola».

El abogado de Salvador respondió atacando a la fiscal por basar el caso en indicios en lugar de tener pruebas directas. «Los indicios son sospechas, pero eso no vale para condenar. Solo una prueba de cargo puede revertir la presunción de inocencia».

En este mismo argumento se basó la abogada de los otros dos acusados, los que mantienen su inocencia. «No hay ninguna prueba acreditada de que Francisco Javier entrase en la oficina», indicó, y añadió, respecto al propietario del arma, que no podía saber que Salvador iba a matar a dos personas. Esta letrada recordó al jurado el principio jurídico in dubio pro reo que dice que, en caso de insuficiencia probatoria (duda), se favorecerá al acusado (reo).

Perdón a la familia

Tras las conclusiones, los procesados ejercieron su derecho a una última declaración. Todos pidieron perdón a las familias afectadas, aunque Francisco Javier y José Antonio insistieron en su inocencia. Varios parientes de las víctimas les increparon al escuchar sus disculpas.

«Pido disculpas a la familia. No tengo excusa», dijo Salvador. «En ningún momento salí de casa ese día para ese final. No pretendía acabar así. No tengo perdón ni yo ni nadie que le quite la vida a alguien».

Francisco Javier dijo que, de entrar con Salvador, habría tratado de impedir el crimen. «Te hubiese costado matarme a mi matarles a ellos», le dijo. «Yo por ser bueno, por gilipollas, me estropeó la vida y a mi cuñado», añadió. Este último, que cumplió una condena de 20 años por asesinato, dijo que al hacer públicos sus antecedentes, le habían «medio sentenciado».

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