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De infarto

Ángel Ortiz

Domingo, 18 de enero 2015, 08:24

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La alegría va por barrios y este domingo sonreirán los que viven en el del Partido Popular. Nuestra encuesta de intención de voto lo devuelve a las posiciones de mayo de 2013 y de hace un año, ambas por encima del 40% de apoyos, aunque en tenue pendiente negativa. Los extremeños quieren hoy mayoritariamente que Monago siga siendo presidente. Hace tres meses, la irrupción de Podemos, que obtenía un 13,5%, agitaba el tablero político extremeño: expulsaba a Izquierda Unida y situaba a PP y PSOE en empate técnico, bien es cierto que con el partido en el gobierno regional algún punto por encima. Hoy es el PSOE el que pierde la mayor parte de lo que cosecha Podemos. Sufre una caída de diez puntos respecto a las elecciones de 2011 y de cinco respecto a nuestro sondeo de octubre. A la luz de estos datos, teniendo en cuenta la evolución demoscópica que Sigma Dos lleva observando desde abril de 2013 y recordando nunca está de más que son datos de un momento el actual y que por eso no pretenden adivinar lo que vaya a suceder dentro de cuatro meses con fuego real, pueden sacarse algunas conclusiones.

El PP no se descabalga claramente de su posición de primer partido regional. Los resultados de octubre del año pasado parecen hoy producto de la volatilidad política, de la desorientación del electorado y de la aparición de una fuerza, Podemos, más representativa de un estado anímico que de una opción de gobierno real y asentada en la sociedad. A su vez, el mismo Partido Popular que rozaba la mayoría absoluta en un sondeo de mayo de 2013 se aleja de manera paulatina de ese objetivo. Poco a poco. Los 33 escaños serán una meta muy difícil de alcanzar. En estos tres meses sí han pasado cosas, sin embargo. El caso de los viajes a Canarias ha dañado la imagen de Monago, lastra su liderazgo, pero no parece formar parte de los elementos que el elector emplea para decidir su voto en la encuesta. De hecho, ocurrió parecido cuatro años atrás con el caso del crucero. El estudio crítico de esa polémica que también desarrolla nuestro sondeo dará para muchas y jugosas reflexiones dentro del PP y del PSOE. El partido en el Gobierno es inmune a las debilidades de su presidente.

Es evidente que los socialistas no han logrado transformar en rechazo electoral si es que lo intentaron alguna vez la crítica que el propio votante expresa cuando es cuestionado por ello. Un 65% cree que la polémica le pasará factura a Monago en las urnas y sin embargo, en estos momentos, el PP está sustancialmente mejor situado que antes del escándalo. Desde otra perspectiva, el PP extremeño contrarresta el desplome de sus siglas a escala nacional y su particular menor desgaste con por lo menos cuatro mensajes de fondo: en Extremadura no tenemos mucho que ver con Rajoy, la economía mejora progresivamente, nosotros bajamos impuestos y Podemos es un experimento peligroso que da miedo. ¿Funcionan? El miedo a Podemos lo patrimonializará más que nadie el PP, qué duda cabe; la economía seguirá mejorando; a final de mes miles de extremeños notarán en sus bolsillos la bajada del IRPF de Montoro con la que Monago ha hecho perfecta simbiosis; y una cosa es echar a Rajoy de Moncloa y otra muy distinta expulsar al PP_de la Junta... ¿Y frente a ello qué? El PSOE sigue sin movilizar a su electorado con la consistencia y claridad de otras épocas. No hay resurrección que valga, no despierta entusiasmo por el cambio. Si la moción de censura de Vara sirvió para engrasar la maquinaria socialista, hoy su rodadura chirría oxidada. Y ello pese a que en Extremadura disfruta de una posición que para sí quisieran sus compañeros de otras regiones, en las que Podemos se ha merendado con patatas al partido de Pedro Sánchez. Aquí el partido de Fernández Vara se aferrará a su victoria en las pasadas europeas, a la genética de una región que 28 años votó izquierda, a su indudable potencia municipal y a que, con la que está cayendo, todavía representa en los sondeos más del doble que Podemos. No obstante, en el PSOE dejó de palpitar ese mantra de echar al PP del poder que tanto manoseó durante la moción de censura. Es como si confiara en que Monago fuese a irse de suyo, por su propio pie.

Podemos aún no tiene líder regional ni candidato, pero apenas pierde un punto porcentual de intención de voto en tres meses. Así que, si cierto es que vivimos en un clima de máxima efervescencia, resulta que ésta afecta a los círculos de Pablo Iglesias menos que a ningún otro partido. Aguanta con un 12,4%, más que el doble que IU, y mantiene un mullido colchón cara a mayo. Será extraño que no obtenga escaños. Izquierda Unida camina como un funambulista sobre la línea del 5%, igual que en 2011. Podemos le ha quitado la garantía de volver a disponer de presencia en la Asamblea. En mayo de 2013 y hace un año parecía seguro que mantuviese, incluso ampliase, su peso político. Dentro de unos meses acudirá a las elecciones con el corazón en un puño. Es probable que sus votantes necesiten certezas respecto a lo que IU decidiría en caso de volver a disponer de una llave de gobierno.

Conviene mentalizarse pues para un 24 de mayo de infarto. Ese domingo puede que ocurran dos cosas: que salga un arco parlamentario complejo o que salga uno excepcionalmente complejo. Si nadie dispone de mayoría absoluta, cosa que solo el Partido Popular fue capaz de acariciar en nuestro sondeo de mayo de 2013, nada es descartable. Que se repita el esquema presente, que se construya un frente de dos partidos contra la formación mayoritaria sea esta popular o socialista o hasta un tripartito con idéntico propósito. Abróchense los cinturones.

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