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Cuestas, tahonas y desfiladeros
Desde el Neolítico. Paseo por una aldea rayana llena de fósiles, casas de piedra y bicas de aceite
J. R. ALONSO DE LA TORRE
Viernes, 20 de enero 2023, 07:21
Peña Garcia es uno de los lugares más entretenidos e interesantes de la Raya. Ya tuvo población en el Neolítico, fue castro de la Lusitania ... y luego poblado romano. Está a pocos kilómetros de la frontera de Zarza la Mayor y Monfortinho, en la ladera de una colina. Las dos calles de acceso desde la carretera llevan a un cómodo aparcamiento-mirador con un tanque. Está en lo alto, junto al puesto de turismo. Ahí podemos dejar el coche.
El desayuno... En la carretera, junto a la gasolinera, está O Javalí: pasteles, bocatas y buenos precios: café y botellín de agua mineral: 1,30 euros. Ya en el pueblo, en la zona baja, O Cantinho de Laura, O Aliança y Café Zé Nuno.
El paseo... Hay que subir y bajar cuestas por calles empedradas y casas con grandes fotos de sus moradores. Desde el mirador-aparcamiento disfrutamos de las vistas del pueblo y la Beira. ¿Pero qué sentido tiene este tanque de Peña García? «Fue solicitado por la freguesía en un aniversario de la Revolución de los Claveles, en la que el tanque participó», nos cuentan. Peña García tiene iglesia con imagen de Nossa Senhora de Leite de 1469, un rollo o 'pelourinho', que certifica el prestigio de su pasado y todo ello coronado por los restos de la fortaleza de don Garcia, que coloca el pueblo en la línea de castillos fronterizos de la Beira Baixa: Sabugal, Sortelha, Penamacor, Monsanto, Idanha-a-Velha, Penha Garcia... Se nota que estamos en la Beira Baixa porque la piedra rústica sustituye a la blancura de la cal del Alentejo. Descendemos de la fortaleza por un camino empedrado con puentes y pasarelas de madera que baja desde el castillo de Peña García hasta el desfiladero del río Ponsul entre paredes con fósiles trilobites, molinos de piedra, que aún funcionan, y rocas enormes aptas para la escalada.
De compras... Ascendiendo desde el aparcamiento y siguiendo el aroma del pan reciente, llegamos a la tahona medieval comunitaria, donde varias señoras del pueblo hornean hogazas, panes dorados y bicas de aceite. La tahona estuvo cerrada durante años hasta que, a finales del siglo pasado, su dueña decidió abrirla y cedérsela a un grupo de vecinas. Ahora es un horno comunitario que solo abre sábados y domingos. Hacen pan para los turistas y los vecinos pueden asar carnes y hornear dulces, panes o pizzas llevando la leña o pagándosela a las señoras. Durante la semana, se puede comprar un pan muy rico, verdaderamente de pueblo, bicas de aceite (¡no se las pierdan!) y dulces típicos en la Casa Amarela, una casa amarilla situada en la carretera, justo a la derecha del primer semáforo llegando desde España. No hay cartel ni indicación: aparquen, entren en el patio de la casa y busquen a la derecha la puerta de la panadería.
La comida... Se puede comer en O Javalí o en O Cantinho de Laura, pero escogemos O Raiano, en la carretera, al final del pueblo. Bacalao de la casa (13), bacalao a braz, parecido al dorado (9), ensopado de borrego (caldereta) (10), de venado o jabalí (11), bifinhos de venado o jabalí (13), secreto ibérico a la parrilla (12). Cierra los martes.
El museo... De nuevo en el pueblo, los sábados y los domingos abre el museo de los fósiles y allí descubrimos que, hace 600 millones de años, Peña García era un océano, hace 542 aparecieron los trilobites, hace 230, los dinosaurios y hace dos millones se formó este desfiladero del río Ponsul. En la oficina de turismo, hay un nuevo museo que solo cierra los lunes, dedicado al patrón de Extremadura: San Pedro de Alcántara. Aquí acabamos la visita a Penha Garcia, que perteneció a la orden extremeña de Santiago en la Edad Media y hoy honra a nuestro patrón como no lo honramos aquí: con un museo.
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