Fusión de cocinas y un sinfín de detalles en la sofisticada tapería Perhaps

Elena y Miguel han hecho de una anticuada cafetería de la plaza Marrón, una sofisticada tapería de aires retro y vintage gracias a su personal sello en los detalles. Conocedores del oficio y con agrado en el trato al cliente -al que van a intentar complacer en sus peticiones-, en esta discreta esquina se han consolidado ofreciendo un surtido de platillos entre lo clásico y la fusión de cocinas con la tan de moda influencia asiática.

Lo que más me gusta de Perhaps es su público heterogéneo. Le confiere un ambiente moderno y cierto estilillo cosmopolita, como se espera suceda más pronto que tarde en este radio de acción del Museo Helga de Alvear.

El local invita tanto a velada romántica como a aperitivo relajado (la iluminación es la adecuada). Recibe a grupos de amigos, familias jóvenes, turistas y hasta actores y personal de cine de los rodajes que recalan en Cáceres.

Pero pasemos a las viandas, la comida la tratan con esmero y la presentación es su principal fuerte. Sus raciones son comedidas, pero deslumbran sobre escogidas piezas de porcelana de una vajilla ecléctica en clave con el gusto estético dominante en la sala.

Aquí hemos probado desde ibéricos hasta un carpaccio de lomo con vinagreta de mostaza y parmesano, pasando por un lomo de merluza de pincho con muselina de marisco o una pluma ibérica con espuma de boniato y sopa de torta del Casar.

Los últimos descubrimientos, unas croquetas de morcilla ibérica elaboradas sin una bechamel al uso que estaban de escándalo, y un tartar de atún con un estimulante sabor cítrico y un ingrediente secreto que resultó ser jengibre, servido en una bombonera con hielo picado. ¡Muy top!

En los postres se superan y hay que dejar hueco para paladear el helado de violeta o la tarta de chocolate y galletas, aunque la mousse de limón también es deliciosa.

De lo que carecen es de una carta de vinos más en consonancia con las modernidades del local. Se conforman con unos cuantos de la tierra, un par de Riojas, cuatro Riberas del Duero muy clásicos y cuatro blancos, entre ellos un Albariño, que se agradece. Su clientela es abierta y les permitiría arriesgar en una selección más atractiva y equilibrada, con uvas y denominaciones nuevas a precios competitivos.

Sorprende su chupito digestivo servido en una elegante y estilizada copa y siempre te despiden con alguna chuchería.

No se le puede pedir más a esta respetable tapería que se ha ganado su sitio en Cáceres.

Temas

• Cáceres