La Matilda: «Leche frita en la Plazuela de Santiago»
Tapeando frente a la puerta del Peregrino de esta iglesia cacereña
La semana pasada, acompañé a unos colegas portugueses que vinieron a Extremadura desde la Escuela Superior de Artes de Oporto (ESAP) para realizar una estancia Erasmus. Además de establecer relaciones académicas, aprovecharon para visitar Mérida, Trujillo y los Barruecos y recorrer la parte antigua cacereña. Como les suele suceder a cuantos vienen a Extremadura, acabaron fascinados por la acumulación de tanta belleza inesperada.
Publicidad
En estas visitas, procuro acomodarme a los gustos de los visitantes, que a veces son vegetarianos, otras veces rechazan el queso, tienen alguna alergia o no les gusta de todo. Pero los colegas de Oporto venían dispuestos a conocer la cocina extremeña sin prejuicios y les encantó. Cuando regresaron a su tierra, se llevaron un buen lote de pimentón de la Vera, torta del Casar, licor de bellota y varias botellas del Verdejo de las bodegas Ruiz Torres, que probaron en el Mesón San Juan de Rafa Arnáiz y ya no quisieron tomar otro vino durante su estancia en Cáceres.
La noche antes de partir, volvimos a la iglesia de Santiago, que les había impresionado y querían visitarla de nuevo. Admiraron su retablo, se sorprendieron ante la exposición del paso de la Sagrada Cena, pues aseguraban no haber visto nunca un paso procesional sobre ese momento de la Pasión de Cristo, y todo ello estuvo acompañado por el rezo del Rosario y por el tañido de las campanas al salir del templo.
Como les gustaba tanto el lugar, les propuse tomar algo en la terraza que hay frente a la puerta del Peregrino y aceptaron con la condición de que me invitaban ellos. Acepté sin rechistar y nos sentamos en uno de los veladores de La Matilda, tapería en la que nunca había estado, pero reinaba tanta paz en la plazuela, el lugar era tan acogedor y la iglesia de Santiago al anochecer regalaba tanta belleza que me arriesgué y acerté de pleno.
La Matilda tiene una carta sencilla de tapas, pero están muy bien preparadas, las presentan con gracia y el servicio es amable y eficiente. La oferta es ecléctica y lo mismo puedes tomar unas patatas bravas (5 euros) que un falafel (7,50) o un bacalao dorado (11,50). Tienen un pulpo a la plancha con cremoso de patata al pimentón (17) que es uno de los platos estrella junto a la pluma ibérica con chutney de mango y arroz (16).
Publicidad
La cocina de La Matilda mezcla el casticismo de la oreja a la plancha (8) con la sofisticación de un milhojas de queso de cabra, foie y manzana (9,50). Los huevos rotos pueden ser rotundos con jamón (11,50) o delicados con mousse de foie y crema de boletus (13,50).
Preparan unas croquetas que gozan de buena fama, tanto las de jamón con boletus (7) como las de espinacas y queso de cabra (7). Exploran cocinas del mundo en sus tacos de cochinita pibil (7) o en las brochetas de pollo thai con salsa satay (9), para volver a los productos de la tierra con las piruletas de patatera (7.50).
Publicidad
Tomamos dos platos fuera de carta: una delicada ensaladilla en la que habían sustituido el atún por pollo, una bandeja con tres sabrosas y suaves cremas de humus de garbanzos, de pimientos y de berenjena y unas carrilleras con guarnición de patatas panadera fritas (14) que el camarero calificó de espectaculares y no mintió: los colegas portugueses se emocionaron con el plato.
La Matilda
-
Dirección Plaza de Santiago, 9
-
Localidad Cáceres
-
Teléfono 647251563
-
Horario Cierra lunes, martes y miércoles
-
Terraza Sí
Acabamos la cena informal compartiendo una riquísima leche frita con sorbete de limón (4,50) que puso un dulce punto final a la visita de los colegas portugueses. Ellos regresaron a Oporto y yo me quedé en Cáceres sabiendo una cosa más: en La Matilda se tapea muy bien en un entorno irrepetible.
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión