Amaltea: sabroso arroz ibérico con socarrat y vistas a la Plaza Mayor de Cáceres

El equipo que dirige el restaurante Jardín de los Golfines ha asumido recientemente la gestión de un pequeño local que se abre a la Plaza Mayor desde las entrañas de la muralla, en el adarve de la Estrella. Se trata de Amaltea, uno de esos lugares que rebosa carácter y encanto, que solo encontramos en conjuntos históricos bien conservados como el cacereño. Amaltea tiene la terraza con las mejores vistas a la Plaza Mayor, elevada junto al Arco de la Estrella. Pero en su recoleto comedor, con sillas de mimbre blanqueada, se puede disfrutar en días fríos de una comida más relajada que en los veladores exteriores, sin prescindir de las buenas vistas.

Nos ofrecen fuera de carta unas migas extremeñas, porque entre sus propuestas no faltan los productos identitarios regionales (jamón y lomo ibérico, tabla de quesos extremeños, la retorta de Pascualete, panceta en dos cocciones) en equilibrio con fusiones más modernas e internacionales (salmón glaseado con salsa yikiniku y verduritas al wok, tataki de atún, milhoja de lubina, confit de pato, entrecot o arroz seco de pluma ibérica).

Elegimos de entrante unas croquetas de queso azul y nueces (seis unidades 7,90 euros). Son las mismas que sirven en Jardín de los Golfines. Gozan de buena prensa y saben a queso azul pero les falta cremosidad para que el paladar se deleite con la bechamel.

Nos apetece probar el arroz seco de pluma ibérica con espárragos trigueros y alioli de azafrán (18,90 euros) y quedamos gratamente sorprendidos en calidad, sabor y cantidad. El grano suelto, sabroso y con un conseguido socarrat. La pluma ibérica, jugosa y en su punto, se deshacía en la boca. Y las verduritas, los espárragos y pimiento rojo en brunoise, aligeraban el contundente plato que no llegó a pecar de graso.

Acompañamos la velada con una botella de Gotas de Habla (16,50 euros) de la conocida bodega trujillana, una etiqueta que la marca comercializa para hostelería. Es un vino muy goloso. Toda una explosión frutal la de este coupage de tempranillo, cabernet sauvignon, syrah y malbec.

La selección de caldos está pensada, sobre todo en referencias de tinto, con unas 25, entre las que no faltan los del Guadiana (Carabal Rasgo y Cavea, Nadir roble, Viña Puebla selección, Habla numerado y Habla del Silencio).

En Riojas apuestan por clásicos de nivel como Marqués de Murrieta y Viña Tondonia, e incluyen otro más actual y asequible como La Montesa, de Palacios Remondo. De Ribera del Duero nos fijamos en un Tomás Postigo crianza (36 euros) y de otras denominaciones ofertan Mauro, de Castilla y León, un Jumilla y un vino de Islas Baleares.

Con los blancos no arriesgan, Árabe, Zaleo semidulce, Primavera, dos verdejos (uno de ellos José Pariente) y un albariño de Martín Codax.

Terminamos el vino con un correcto brownie de chocolate con helado de vainilla y crocanti, cerrando una discreta comida atendida con agrado por el personal de sala, que se esmeró en ofrecer un servicio profesional.