Mano de Santo, el proyecto más personal de Kini Silva

El 14 de septiembre es una fecha que Kini Silva nunca olvidará, ya que ese día inauguró su primer restaurante, Mano de Santo. Ubicado en la calle Santa Lucía de Badajoz, este establecimiento mantiene la filosofía del anterior negocio, El Paso del Agua. Con 25 platos salados y cinco postres pretende expresar su forma de sentir.

Silva no camina solo en este proyecto en el que reivindica un tipo de comida diferente. Se ha traído consigo a parte del equipo del restaurante pacense en el que ha sido jefe de cocina durante casi tres años. Uno de ellos es Santiago Andrade, con el que forjó amistad entre fogones y ahora cocina codo con codo. Además, este local lo ha montado junto a Carlos Lozano, que es fisioterapeuta. De ahí el utilizar la palabra 'mano' –que es la herramienta de trabajo de ambos socios– en el nombre del mismo.

En las elaboraciones de Mano de Santo hay una mezcla de los platos que triunfan en la ciudad, pero con «un poquito de alegría», y es que Silva habla de divertirse y de pasárselo bien cuando se refiere a trabajar. Por ejemplo, hay un bacalao dorado con yema de oro que sorprenderá al comensal, un solomillo al ajo tostado diferente, una pizza sobre una tosta Inés Rosales, un pulpo con cremoso de patata y emulsión kimchi... En definitiva, una cocina creativa que fusiona los productos de la tierra, de los que Silva es un firme defensor, con alimentos de otras partes del mundo, como Japón, Cuba... Además, todos los platos son muy visuales, ya que la vistosidad y el color son muy importantes en esta casa.

Este chef, que tiene en mente sacar un menú degustación próximamente, cuando ruede un poco la carta, valora su oficio y se considera un «transportista de felicidad», ya que «los mejores momentos de la vida los celebramos en un restaurante». Tiene las cosas claras y la constancia por bandera. Se formó en Madrid, trabajó en el Basque Culinary Center durante siete meses y después dio el salto a Azurmendi, aunque su principal referente es el extremeño Quique Dacosta. Tras trabajar en Ibiza, Madrid, Sevilla... aterrizó en Badajoz y ahora comienza con este proyecto de alta cocina informal, que ya para siempre quedará marcado en su piel en forma de tatuaje.