Estas elecciones no parecen reales
Parece una ficción que llevemos tres días en campaña electoral, igual que suena a fantasía que Extremadura tenga espacio propio en los informativos nacionales. Tenemos ... el foco encima para que unas personas con bata blanca que viven en Madrid observen cuál de las cuatro cobayas le quita la comida a la otra. Este interés repentino de los analistas de la Corte por cómo nos va más allá de Miravete se debe a que existe convencimiento –también un íntimo temor– de que lo que ocurra en las urnas el 21 de diciembre será tendencia, como cuando Ronaldo estrenaba corte de pelo y sus millones de seguidores replicaban el peinado, en unos casos para regocijo de sus novias, en otros para sembrar el terror en la cara de sus padres.
En Extremadura están a punto de pasar cosas raras, nunca vistas. A los votantes del PSOE se les está poniendo cara de los protagonistas de 'Stranger Things' en los primeros episodios, cuando nadie se explicaba por qué brotaban calabazas podridas en Hawkings. Y es que nada podría ser como antes. Aunque nadie las cree, o eso dicen, las encuestas auguran cosas que jamás ocurrieron en estas tierras de encinas, viñas y olivos que ahora también dan pistachos. La novedad podría ser el primer adelantamiento en votos del PP al PSOE en Extremadura pues hay que recordar que cuando gobernó Guardiola en 2023 fue el PSOE el partido más votado.
Otro 'inexplicable' en el marco de este 21D es la maniobra de Guardiola, que aspira a ser la más centrada y se ha marcado un 'ayuso' de libro al no querer debatir en TVE. Pero más inquietante resulta que su presunta medalla de oro no pueda celebrarla debido a una excesiva derechización del voto que, según los heraldos demoscópicos, podría hacer que el vencedor de las elecciones en realidad fracase políticamente. Es una campaña rara, sí. Y a Abascal, que ahora posa junto al Arco de Trajano como un centurión criado en Emerita Augusta, se le ha puesto cara de elefante en la habitación. Mientras, sueña Guardiola con que podrá librarse de pactar con la ultraderecha cuando todo el mundo sabe que se entregará a Vox si no le salen los 33 escaños que necesita.
Lo de las sonrisas forzadas en política se asume. Pero lo que no cuadra es irse de investidura con cuello alto, abrigo y guantes. Igual que se antoja impensable que tras votar la víspera del Sorteo de Navidad se especule con que esta gente que se jacta de que cuida de nosotros se atreva a repetir elecciones en Semana Santa. No sé Rick, todo parece falso, un decorado irreal. Estamos en mitad de un puente que ni siquiera parece puente. Si no fuera porque tengo las manos frías dudaría de que estamos en diciembre.
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