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Donald Trump. AFP
La bolsa de cadáveres de Trump

La bolsa de cadáveres de Trump

Los cuatro años del magnate en la Casa Blanca han conllevado la caída en desgracia de decenas de acólitos, dimisiones de generales incapaces de embridar su tempestuoso carácter y el procesamiento de varios asesores envueltos en turbias tramas dignas del mejor guion de Hollywood

Óscar Bellot

Madrid

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Miércoles, 28 de octubre 2020, 00:14

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Donald Trump ha dejado un reguero de cadáveres políticos durante sus cuatro años en la Casa Blanca. El levantisco espíritu de un mandatario para el que la fidelidad ciega es la virtud suprema por la que ha de regirse cada uno de sus colaboradores ha provocado la caída en desgracia de decenas de acólitos que pasaron de rendirle pleitesía a dar la voz de alarma por sus desmanes, la dimisión de varios generales de los que se rodeó pero que fueron incapaces de embridar el tempestuoso carácter de un presidente que gobierna la nación más poderosa del mundo a golpe de tuit y el procesamiento de una serie de asesores envueltos en turbias tramas dignas del mejor guión de Hollywood.

Michael Cohen, H. R. McMaster, James Mattis, John Kelly, James Comey, Rex Tillerson, Gary Cohn, John Bolton, Steve Bannon, Anthony Scaramucci, Reince Priebus, Sean Spicer, Jeff Sessions, Tom Price, Omarosa Manigault… La lista de quienes un día tuvieron acceso privilegiado al Despacho Oval y de la noche a la mañana se vieron despojados de sus funciones para convertirse de inmediato en blanco de los furibundos ataques de Trump da buena cuenta de la inestabilidad de una Administración que pese a ello sobrevivió a un intento de 'impeachment' motivado por las presiones del presidente para que Ucrania investigase los negocios en aquel país del hijo de su rival Joe Biden, después de que los primeros años de su mandato se vieran ensombrecidos por la presunta colusión con Rusia para ganarle a Hillary Clinton las elecciones de 2016.

Fueron precisamente las oscuras maniobras con el Kremlin las que se cobraron la primera pieza de envergadura en el Ejecutivo cuando habían transcurrido apenas tres semanas de la toma de posesión de Trump. Michael Flynn, asesor de Seguridad Nacional, dimitía el 14 de febrero de 2017, tras mentir a altos cargos del Gobierno, entre ellos el vicepresidente Mike Pence, sobre un encuentro que mantuvo en diciembre del año anterior con el embajador ruso en Washington. En poco más de doce meses se elevaban ya a más de veinte las bajas, con despidos tan sonoros como los de Rex Tillerson, secretario de Estado al que Trump tachó de «tonto como una piedra» y «vago como el demonio»; James Comey, director del FBI cuyo cese motivó el nombramiento de un fiscal especial que devolvió a Estados Unidos a los oscuros tiempos del 'Watergate'; o Reince Priebus, primer jefe de Gabinete del 'showman' neoyorquino, después de que le allanase la rendición del Partido Republicano en su condición de jefe de la formación del elefante.

Este último duró 189 días en un puesto clave y a su sucesor, John Kelly, un general retirado de la Infantería de Marina, tampoco le fue mucho mejor, con una serie de encontronazos que motivaron su salida de la Casa Blanca en diciembre de 2018. Desde entonces Trump, que también ha tenido cuatro asesores de Seguridad Nacional y otros tantos secretarios de prensa en menos de cuatro años, contabiliza dos jefes de Gabinete más. Ni el ultraderechista Steve Bannon, sin el que Trump difícilmente habría llegado al 1600 de Pennsylvania Avenue como principal estratega de su campaña, se salvó de las llamas. Aunque la palma se la llevó Anthony Scaramucci, que solo aguantó once días en calidad de director de Comunicaciones de la Casa Blanca antes de ser 'guillotinado' por el general Kelly, al que no gustaban las formas del irreverente personaje que había irrumpido como un ciclón con malsonantes frases al más puro estilo Trump dirigidas contra sus nuevos compañeros de trabajo.

El peso de la Justicia

Paralelamente, la Justicia fue cercando a otros miembros del círculo de confianza de Trump. Las pesquisas del fiscal especial Robert Mueller terminaron llevando a la cárcel a Paul Manafort, jefe de campaña de Trump en 2016 que fue declarado culpable de haber escondido miles de millones de dólares obtenidos por sus labores de consultoría política en Ucrania. Roger Stone, otro de sus estrechos colaboradores, fue condenado en febrero de 2020 a 40 meses de prisión por haber mentido al Congreso en el marco de la investigación sobre la denominada 'trama rusa', aunque Trump, haciendo uso de una de las prerrogativas de su cargo, le indultó poco después con el argumento de que había sido una víctima de la 'caza de brujas' desatada para socavar su presidencia.

Elecciones del 3 de noviembre

No tuvo piedad sin embargo el magnate con Michael Cohen, su abogado personal durante años y encargado de lavarle los trapos sucios, pero que se granjeó la animadversión de Trump cuando comenzó a colaborar con Mueller. «Está mintiendo para reducir su tiempo en prisión», dijo el presidente de EE UU, después de que el letrado comenzase a largar sobre las negociaciones para edificar una Torre Trump en Moscú o los pagos para silenciar dos aventuras extramatrimoniales del republicano. Cohen se despachó por su parte contra su exjefe describiéndole como «racista, estafador y tramposo».

John Bolton.

Ajuste de cuentas en las librerías

La historia de lealtades y traiciones sobre las que se asienta la Administración Trump ha servido como vivero de un puñado de libros en los que antiguos colaboradores del presidente ajustan cuentas con su exjefe. Uno de los últimos en ver la luz fue 'Disloyal: A Memoir', en el que Michael Cohen se explaya en detalles escabrosos de la vida del mandatario, incluyendo episodios de 'lluvia dorada', comentarios lujuriosos sobre el físico de su hija Ivanka o afirmaciones racistas.

Aún más aterrador es el retrato que ofrece John Bolton de su periplo como asesor de Seguridad Nacional del magnate. 'La habitación donde sucedió» se situó de inmediato en la cima de las listas de libros más vendidos en Estados Unidos, ayudado por los denodados intentos de la Casa Blanca de impedir su publicación con el manido argumento de que contenía información clasificada. Bolton, un controvertido halcón que lleva años obsesionado con Irán, perfila a un presidente errático, ignorante en asuntos elementales de política exterior, que siente predilección por los dictadores y que no duda en pedir a líderes extranjeros que maniobren para favorecer su reelección.

El éxito de ambos volúmenes no es sino una muestra más del filón editorial que supone la presidencia de Donald Trump. Sobre ella se han facturado más de un millar de títulos de todo tipo, muchos más de los que se generaron en torno a la Administración Obama. No es sino otra paradoja más que un mandatario que no cultiva la lectura y tiene problemas para digerir los informes que cada día la presentan sus asesores haya terminado haciendo que millones de estadounidenses irrumpan en las librerías para tratar de entender cómo funciona la que probablemente sea la Casa Blanca más caótica de la historia.

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