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El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. Reuters
Draghi admite que las reformas son ahora «tan urgentes» como en lo peor de la crisis

Draghi admite que las reformas son ahora «tan urgentes» como en lo peor de la crisis

El presidente del BCE defiende la buena salud de la Eurozona, pero no oculta el revés que han supuesto datos como la caída del PIB alemán

Adolfo Lorente

Bilbao

Viernes, 16 de noviembre 2018, 20:32

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Mario Draghi ya ha comenzado a despedirse. Este viernes, en el tradicional congreso de banca que se celebra en Fráncfort, recordó que era su último discurso (el mandato de ocho años acaba el 31 de octubre de 2019) y que para escribirlo, había tirado de hemeroteca para comprobar cómo había sido su primera vez, qué es lo que había dicho allá por noviembre de 2011, cuando Mario aún no era 'Súper'. Y aquí, aprovechando este momento de 'intimidad', advirtió de que ahora, las reformas en la Eurozona son «tan urgentes» como lo eran entonces, en lo peor de la Gran Recesión. El mensaje no sólo suena a despedida, también deja un cierto regusto a 'os lo advertí'.

El discurso de Draghi era muy esperado después de la fuerte sacudida sufrida por la contracción del 0,2% del PIB alemán en el tercer trimestre, el peor dato desde 2015. Es cierto que todos esperaban un susto, pero no de este calibre. La crisis que atraviesa el sector de la automoción y la guerra comercial entre Estados Unidos y China han provocado el frenazo en seco de la gran locomotora, lo que ha hecho que la economía de los Diecinueve creciese sólo al 0,2% entre julio y septiembre, dato que no se daba desde hace cinco años. ¿Qué está pasando?

Cabeza fría, nada de alarmismos. Palabra de Draghi. «No hay razón por que la expansión en la zona del euro debiera de terminar de forma abrupta», recalcó. En la Eurozona, la complacencia nunca ha sido una opción, y menos en la coyuntura actual. «Aún vemos equilibrados los riesgos generales para el crecimiento, en gran parte porque los motores subyacentes de la demanda doméstica siguen ahí, pero necesitamos vigilar estos riesgos muy cuidadosamente en los próximos meses», apostilló. Y es que «las incertidumbres que rodean las perspectivas a medio plazo se han incrementado», admitió. Vienen curvas.

Fin de los estímulos

Hay una fecha clave en el relato económico del euro. El 13 de diciembre, el Consejo de Gobierno del BCE aprobará las nuevas previsiones macroeconómicas de crecimiento e inflación y proclamará de forma solemne el fin de la era de los estímulos. A partir de enero, 2,5 billones después, la institución dejará de comprar deuda pública (ahora cifrada en 15.000 millones mensuales) aunque mantendrá su política monetaria convencional hasta «al menos el próximo verano». Es decir, tipos cero y la tasa de facilidad de depósito penalizada con el -0,4% (es el dinero que tienen que pagar los bancos por aparcar su dinero en la ventanilla de Fráncfort).

El banquero italiano, que nunca ha subido los tipos desde que llegó al BCE, volvió a sugerir que la institución no dejará tirados a los países del euro, que si las cosas vuelven a ponerse realmente feas, el catálogo de su munición es amplio. El objetivo sigue siendo el mismo: que la inflación se acomode por debajo pero muy cerca del 2% durante un periodo amplio en el tiempo. Es verdad que lleva cinco meses por encima de este porcentaje, pero es debido a la volatilidad de los precios de la energía. La inflación subyacente, la sana, continúa rondando el 1%.

Los mensajes que este viernes quiso mandar Mario Draghi fueron sobre todo políticos. No citó a Italia, pero todos le entendieron: «Para proteger a sus hogares y empresas del aumento de los tipos de interés, los países altamente endeudados no deberían incrementar su deuda y todos los países deberían respetar las reglas de la Unión». El órdago presupuestario que Roma ha lanzado a Bruselas es inédito y tiene tintes sísmicos.

También hubo recado para Berlín. «La finalización de la unión bancaria en todas sus dimensiones y el inicio de la unión de los mercados de capital se han vuelto tan urgentes como los primeros pasos en la gestión de crisis hace siete años. La mejor respuesta a las amenazas que se están imponiendo en nuestra unión monetaria es más Europa», zanjó.

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