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Club Uva: Año I después de Víctor

Club Uva: Año I después de Víctor

Antonio Díaz, padre del zagalín fallecido hace justo un año, narra como el fútbol y el apoyo del club le han ayudado a digerir su pérdida

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Jueves, 24 de enero 2019, 08:52

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Antonio Díaz hizo una promesa a Daniel y Víctor, sus dos hijos, cuyo cumplimiento no piensa abandonar. Les garantizó que, en caso de ser agraciado con la lotería, construiría un polideportivo para que los pequeños disfrutaran junto a sus compañeros del Club Juventud Uva, en la humilde barriada de Badajoz. No tuvo suerte en los sorteos, y encima la vida le golpeó con una tragedia casi imposible de digerir: la muerte de un hijo, el zagalín Víctor -apodado 'Víctorgol'-, que falleció atropellado por un autobús cuando jugueteaba con un patinete eléctrico en la avenida Adolfo Suárez hace ahora justo un año. Aquello le partió el alma, tanto que le costó horrores volver a entrenar al Benjamín B del mencionado club o llevar a los partidos a su otro vástago, Daniel, de nueve años que milita en el Benjamín A y que centra ahora su mirada para no decepcionarle.

El fútbol tiene sus sombras, pero también gigantescas luces. El deporte rey le ha auxiliado en la lucha por lo que más quiere. «Sabía que me iba a costar muchísimo volver a las pistas, pero pensé que yo por mi pequeño ya no puedo hacer nada. Tenía claro que a mi otro hijo, Daniel, no le voy a quitar nada de las cosas que le daba y que disfrutaba cuando estaba su hermano, pese a que me recuerde todo a Víctor. Mientras yo pueda... Todo. El fútbol, la playa, un cumpleaños..., aunque duela el recuerdo o llegue roto a casa. Mi mujer, Mónica, lo está haciendo y antes no era capaz», argumenta emocionado pero con una entereza digna de elogio.

Luces que le han permitido plantar cara al sufrimiento. O al menos convivir con él. Y no solo al destrozado padre, también al hermano. En el pasado, el fútbol empujó a Daniel a interaccionar con los demás. Le costaba relacionarse más que a Víctor, muy extrovertido. En el presente, la luz del fútbol le consuela para encauzar un dolor que jamás debería sentir un niño. «Su hermano no para de hablar de él. Ahora me pregunta mucho por el chico de Málaga, Julen. Le da vueltas a si creo que está vivo».

«No hay nada peor que enterrar a un hijo. Ese dolor no debería existir»

Antonio Díaz | Padre de Víctor

El tiempo, según dicen, es la mejor medicina para un padecimiento semejante, aunque Antonio mantiene sus dudas. «Es algo que no se puede explicar. Por mucho que te pongas, ese sentimiento solo lo puede saber alguien que lo haya vivido. Es para toda la vida. Hoy por ser un año, mañana un año y dos días, en unos meses su cumpleaños..., siempre habrá algo. Espero que el tiempo camufle el dolor, pero siempre estará. Me dicen que me quede con lo bueno..., ¡pero qué va a tener de malo un niño de cinco años! No me han dejado disfrutar de él porque se ha ido demasiado pronto. No hay nada peor que enterrar a un hijo, ese dolor no debería existir», explica con una fortaleza que puede degustarse en el vídeo publicado por la FExF en su canal de YouTube. Incluso alguna madre le ha comentado que escucharle le ha aliviado bastante al considerarlo un ejemplo. Ejemplar fue también su carta de agradecimiento en la que exculpaba por completo al conductor del autobús.

«A Daniel no le voy a quitar nada de lo que disfrutaba con su hermano»

Antonio Díaz

El Ayuntamiento de Badajoz, apenas horas después del accidente, hizo otra promesa. Adecentaría las instalaciones del vetusto polideportivo y les pondría el nombre de su futbolista predilecto, el chico al que todo el mundo adoraba en la Uva y que dejó una huella imborrable pese a su efímera presencia. La buscada intervención de fondos europeos parece retrasarlo, pero más tarde o más temprano el consistorio cumplirá, y por ende, Antonio respecto a sus hijos, aunque es evidente, como apostilla, que «ojalá lo hubiera hecho por el camino de la lotería».

Imagen principal - Club Uva: Año I después de Víctor
Imagen secundaria 1 - Club Uva: Año I después de Víctor
Imagen secundaria 2 - Club Uva: Año I después de Víctor

Más que un club, una familia

El auge del Club Juventud Uva ya había comenzado antes del desgarrador suceso. Óscar Galán, coordinar con Antonio y entrenador del Zagalín de cuatro años, Prebenjamín B y Benjamín A de fútbol sala, recuerda que cuando los dos entraron seis años atrás apenas contanban con seis o siete niños. «De seis hemos pasado a 120-130 niños y once equipos de fútbol base hasta alevines». Por suerte, los prejuicios van desapareciendo y hoy son más escuchados por los rivales. «Esto parece el patio de una cárcel, pero es verdad que ya no ponen reparos para venir aquí a jugar. La Uva siempre ha tenido mala fama como otros barrios de Badajoz, pero eso se estaba borrando antes de lo de mi hijo. Era nuestro logro», añade Antonio Díaz, conocido como 'Canete'.

Él y Óscar pertenecieron al club cuando eran niños de nueve años. Prefieren llamarlo 'familia', en vez de club. «Me he sentido muy arropado. Somos pocos aquí, el vínculo es más cercano y eso nos hace diferentes», comenta el padre de Víctor. Son ya cerca de 4.400 socios a un euro y los pequeños están perfectamente equipados pese a la escasa cuota exigida. «Hemos intentado hacerle más llevadera esta situación, como lo haríamos con la gente de nuestro entorno. Me ha llamado la atención que los niños no se olvidan. Marcan goles y hacen un gesto apuntando hacia el cielo en su recuerdo o se señalan la camiseta, con su foto personalizada», valora Óscar. «No dejan de ser niños, tienen siete años, pero te abrazan y te dan cariño porque él dejó huella incluso en los mayores que él. Eso te marca mucho», subraya Antonio.

Luchador. Ambicioso. Líder. Carismático. Son calificativos que el progenitor emplea al hablar de un futbolista que acaparaba más del 50% de los goles de su equipo. Y no es amor de padre pues lo atestiguan quienes le conocieron. A Antonio le duele no poder comprobar en el futuro hasta dónde hubiera alcanzado su progresión. Tal vez hacia allí arriba, donde apuntan sus excompañeros cuando perforan la red.

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