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¿Qué ha pasado hoy, 27 de marzo, en Extremadura?
Cazador con sus morraleros. :: MARÍA DEL CARMEN GARCÍA FERNÁNDEZ
VEGANO Y ANIMALISTA

VEGANO Y ANIMALISTA

MANUEL GALLARDO Vicepresidente de la Federación Extremeña de Caza

Viernes, 18 de octubre 2019, 10:48

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Sí, ya sé que a quien me conozca le pueda resultar extraño que me autodeclare vegano y animalista. Quizás más de uno piense que he visto la luz, al igual que le pasó a Saulo. Ya saben ustedes que Saulo era una persona con bastante mala baba, perseguidor incansable de los seguidores de Jesús y que después de escuchar en un encuentro místico «Saulo, Saulo porqué me persigues», se convirtió en San Pablo. Pero no, no es ese mi caso. Lo mío es mucho más prosaico. El que sea vegano, ni siquiera es mérito mío. Resulta que mis padres proceden de las vegas altas del Guadiana y digo yo, que si los de Cáceres son cacereños, los de las vegas serán veganos. Total, que es una cuestión heredada aunque no por ello menos importante.

Lo de ser animalista es otra cuestión, ahí sí que tengo yo el mérito. Hace muy pocas fechas leía un artículo en el que se relataba la historia de una joven que se llama Marijke Ottema, periodista, psicóloga y que trabaja para la revista National Geographic. Esta mujer, que había formado parte del primer partido animalista de Holanda y era una activista sobre la defensa de los derechos de los animales y vegana confesa, decide un día escribir una historia sobre caza. Y en esto que al relacionarse con la actividad cinegética y con los cazadores se da cuenta de que no solo no es malo cazar, sino que es una forma de vivir la naturaleza y de obtener un alimento saludable, sostenible y natural, y en ese mismo momento ve la luz, como Saulo, y se convierte en cazadora. Y es más, afirma que ser animalista y cazadora es posible. ¡Qué alegría!

La conclusión no es otra que si los animalistas defienden que los animales no tienen porqué sufrir para servirnos de alimento, me hace pensar que soy animalista; es más, me hace pensar que el común de la gente que practicamos el bello arte de la venatoria somos animalistas, porque ningún ánimo nos mueve hacia el sufrimiento innecesario de las especies cinegéticas ni de cualquier otra.

Sé que el caso del que hemos hablado es meramente anecdótico, aunque quizás no tanto, puesto que en una entrevista al cazador Pedro Ampuero, el entrevistador se declara un arrepentido de haber sido un anticaza y manifiesta que después de conocer la actividad cinegética ha descubierto que es necesaria para el equilibrio medioambiental y que el consumo de carne de caza es recomendable en cualquier dieta. Otro que ha visto la luz.

En fin, quizás sea entonces una cuestión de desinformación, o de iluminación, lo que hace que haya gente que no acepte la cacería y que haga de su vida una cruzada contra nosotros. Aunque también es posible que existan intereses de otro tipo, por ejemplo comerciales. Y eso sí que es un riesgo. En el momento que los animalistas no cazadores y los veganos sean objetivo del mercado estamos perdidos.

Ya se están celebrando ferias de muestras para veganos, según dicen con cierto éxito, donde se ofrecen productos de todo tipo que sustituyen a la carne, quizás dentro de poco también ropa, complementos y cruceros en barco solo para veganos. El mercado no hace distingos y si puede sacar provecho de un colectivo lo hará , al igual que ha puesto sus ojos, más bien sus garras, en los jubilados, singles o gais.

Otro gran peligro que nos acecha es la revolución tecnológica y el acaparamiento de datos de los grandes gigantes como Google o Facebook. Ya llevamos un tiempo delegando en los algoritmos que nos ofrecen las grandes compañías. De hecho cuando vamos en el coche hacemos caso al navegador para girar a la izquierda o la derecha. Si queremos ir a un restaurante, consultamos una página de Internet que te dice donde tienes que comer y hasta qué menú debes pedir. Nos aconseja donde viajar, incluso el momento en el que debes comprar una casa o un coche. Pronto nos dirán también a quien tenemos que votar, si es que no lo hacen ya.

Las maquinas cada vez nos dan más servicios y a cambio les suministramos datos de nuestra persona y delegamos más y más nuestras decisiones. ¿Que pasaría si quien cada vez maneja más nuestro destino, decide que la caza no le interesa?

Un algoritmo no sabe de emociones, solo analiza millones de datos y decide qué es lo mejor, normalmente para su programador, que también está mandado por alguien o quizás por una máquina. Ingenieros y científicos desarrollan cada vez más la inteligencia artificial sin apenas tener en cuenta sus consecuencias.

En fin, no tengo respuestas para los problemas que se nos avecinan si tanto el mercado como las grandes corporaciones tecnológicas consideran la caza poco útil. A lo largo de la historia ha quedado claro que lo peor que puede pasarle a un grupo humano es que el sistema lo considere irrelevante. Paso previo a la liquidación. Si no, que se lo pregunten a muchas poblaciones indígenas.

Sea como fuere, aunque seamos veganos, animalistas y cazadores, debemos mantenernos vigilantes ante los cambios que se avecinan, muchas son las amenazas y solamente podremos hacerles frente con garantías si mantenemos viva nuestra capacidad de elección, eso que hasta ahora se llama libre albedrío y que es posible que más pronto que tarde se llame Google o Facebook.

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