El récord del mundo de un ninja

El estadounidense llegó a ese 1.500 con el récord del mundo, su récord del mundo, a tiro. Tenía que correr en 4:18.25, pero a pesar de ser el número uno, el campeón, no se presentó en la salida convencido. La verdad, tenía muchas dudas. Esos temores se hicieron realidad cuando los tiempos de paso hacían temer que no lo lograría. Pero en un esfuerzo final titánico, luchando contra el ácido láctico, los dos días de competición y la presión de superar el récord, resistió y, al final, hasta le sobró un segundo (4:17.42).

Eaton se tiró al suelo y luego se fue directo a la grada para abrazar, lloroso, a su maestro, Harry Marra, y a su mujer, la heptatleta Briane Theisen, una que ganó la medalla de plata en Pekín. El campeón había totalizado 9045 puntos, seis más que el tope que fijó hace tres años en los Trials de Oregon previos a los Juegos Olímpicos, el día que acabó con once años de historia de la anterior plusmarca de Roman Sebrle. Y más de 350 puntos por delante del segundo clasificado, Damian Warner, que se fue tan feliz con su récord de Canadá. A sus 27 años, campeón olímpico y mundial, con el récord en su poder, lo retos se le agotan. Aunque Daley Thompson, el de Micky Mouse, el atleta que exigía a los periodistas que supieran decirle las diez pruebas por orden si querían hablar con él, asegura que aún le queda margen para estirar su récord del mundo, al menos, hasta los 9.200 puntos. Para eso tendrá que llevar algunas pruebas a niveles casi de especialistas, como prácticamente consiguió al correr los 400 metros en 45 segundos exactos, algo inaudito dentro de las pruebas combinadas.

Ashton Eaton ha logrado lo que nadie más en Pekín, ni siquiera Usain Bolt, un récord del mundo. Y evita, así, que este Mundial pase a la historia sin plusmarcas universales, como ocurrió en 1997, 2001, 2007 y 2013. A cambio se lleva un bonus de 100.000 dólares y una ración generosa de gloria. Ha dado igual que hubiera aparcado el decatlón desde el anterior Mundial, durante dos años, dedicándose al heptatlón bajo techo y, ya al aire libre, a los 400 metros vallas. En esta prueba experimentó una mejoría veloz que le llevó hasta una marca notable de 48.60.

El atletismo debe agradecer que sus maestros de taekwondo, el deporte al que se entregó en cuerpo y alma desde los siete hasta los quince años, se mudaran a Hawai y dejaran al joven Eaton desamparado, obligado a consolarse con el atletismo. Las artes marciales le enamoraron desde que vio a los Power Rangers y a las Tortugas Ninja. Le gustaban tanto que salía al patio de su casa a pegarse contra los árboles. Su madre, harta, acabó apuntándole a clases de taekwondo. El decatleta dice que aquella base le dejó unos pies fuertes y un cuerpo ágil y coordinado.