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Miguel Ángel López tras conseguir el oro en Pekín.
Superlópez ya es el número uno
mundiales de atletismo

Superlópez ya es el número uno

El marchador murciano logra la octava medalla de oro para España en unos campeonatos del mundo

fernando miñana

Domingo, 23 de agosto 2015, 08:24

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Cuando los tres marchadores chinos salían del estadio al frente del grupo, estirándolo, uno de ellos, todo entusiasmo a pesar de los 20 kilómetros que tenía por delante, alzó el puño hacia la grada. Miguel Ángel López no pestañeó. El murciano se colocó a su estela y continuó marchando. Cuando, ya en el kilómetro 13, Zhen Wang dio un tirón demoledor y se escapó en solitario, López no pestañeó. Siguió a su ritmo sin perderle de vista. Pero en el 17, cuando empezó a ver que los rivales comenzaban a derrumbarse a sus espaldas, se fue a por Wang. Le echó el guante y entonces el asiático replicó con otro cambio. Ahí hubo un momento de incertidumbre, de dudas sobre sus propias fuerzas, pero entonces rebuscó en sus pensamientos hasta dar con la carrera de Zúrich, donde se proclamó campeón de Europa hace un año, y entonces visualizó que él es Superlópez, el mejor marchador del mundo.

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Miguel Ángel López, 27 años, entró al estadio sabiéndose campeón. Y entonces fue él quién elevó sus puños. En la curva chocó su mano con la de Borja Vivas, que calentaba para la clasificación de peso, como hace 37 años, cuando Jordi Llopart saludó a Javier Moracho en Praga. Era el nuevo campeón del mundo, la medalla de oro era suya, la octava para el atletismo español a lo largo de la historia, la tercera para la marcha desde que Valentí Massana (20 km) y Chuso García Bragado (50 km) triunfaran en Stuttgart en 1993.

Superlópez usó todos sus superpoderes: la resistencia física para no flaquear a pesar del calor y la humedad; la velocidad que le dan las series cortas que no todos entrenan, para cazar y descolgar a Wang; la sangre fría para tomar siempre la decisión más acertada y saber interpretar las carreras; y una técnica excelente que aporta seguridad y ahuyenta a los jueces. Y se impuso con su mejor marca personal (1:19.14) dos años después de ser tercero en el Mundial de Moscú. Por eso es el campeón de Europa y del mundo, algo que sólo había logrado otro marchador en los 20 km (Ilya Markov) y otro español, el maratoniano Martín Fiz.

Ahora, claro, también es el favorito para los Juegos, el próximo año. Esa es la fijación de su entrenador, José Antonio Carrillo, el hombre que quiere otra pieza para su colección de gorras olímpicas, otra batallita que contarle a sus nietas. En Río se calará la quinta. Y piensa en la gloria bajo la antorcha porque ve el estado de forma de su alumno y sabe que puede ser campeón. O algo más. Por eso ya se ha estudiado el calendario y sabe que podría disputar los 20 kilómetros y unos días después, si acaban decidiéndose a intentarlo, los 50. Todo un desafío para Superlópez.

Sería el punto de inflexión hacia la distancia superior, donde el eterno García Bragado sigue esperando, Mundial tras Mundial, Juegos tras Juegos, al heraldo de su retirada. Aunque sería un reto a la altura de un hombre que un día decidió dejar de ser un gran atleta para convertirse en el mejor. Por eso antes de la carrera no temía a Suzuki, el plusmarquista mundial, que acabó retirándose; ni a Chen, el campéón olímpico, que cayó hasta el noveno puesto; ni al colombiano Chocho, descalificado, ni a nadie. Él ha consagrado su vida a la marcha. Tiene una fe ciega en Carrillo y, con la ayuda de la UCAM, ha ido creando un equipo profesional a su alrededor para mejorar todas las variables de un deportista, incluida su poderosa mente, que trabaja con Rosendo Berengüí. Y por eso tampoco le importa dejar Llanos de Brujas, la pedanía de Murcia donde recibe el cariño de su adorada madre, para tirarse dos meses fuera de casa. Primero en Sierra Nevada y luego en Font Romeu, en los Pirineos, donde Carrillo lleva acudiendo con sus atletas desde 1989. Y de donde no se marcha sin pedirle ayuda a Nuestra Señora en la ermita. Luego bajaron a Barcelona para acostumbrarse al calor y a la humedad cuando lo fácil hubiera sido refugiarse en el fresquito de las montañas.

Cuando López, siempre tan repeinado, emigre a los 50 kilómetros, el peso de los 20 caerá sobre Álvaro Martín, de 21 años, que este domingo fue decimoséptimo, y Diego García Carrera (30º), el júnior de oro, 19 años, que empieza a familiarizarse con la presión de sentirse el elegido. Ellos tienen la responsabilidad de mantener el éxito de la marcha, de donde han salido 17 de las 39 medallas, casi la mitad, que ha conseguido España en unos Mundiales. Y quién sabe si, algún día, unirse al club de campeones del mundo que ahora mismo forman Massana, Bragado, Fiz, Abel Antón (dos veces), Niurka Montalvo, Marta Domínguez y, ahora, Miguel Ángel López. Aunque antes se les puede adelantar Ruth Beitia, la otra opción de medalla en Pekín.

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