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Usain Bolt.
Bolt contra los malvados
Mundiales de Atletismo

Bolt contra los malvados

El Mundial de Pekín comienza después de días convulsos por la sospecha de abundantes casos de dopaje entre los últimos campeones

Fernando Miñana

Viernes, 21 de agosto 2015, 12:56

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Usain Bolt se presentó en Pekín con su típico aire desenfadado. Una barbita irregular -dice que se ha convertido en una costumbre en los Mundiales-, la acreditación cruzada por debajo del brazo para que un golpe de viento no se la estampe en la cara y un enorme felino en la camiseta, símbolo de la firma deportiva que le viste desde que es una estrella. «Estoy listo», lanzó a los 200 periodistas que esperaban noticias frescas del atleta más popular a dos días del inicio del Mundial al aire libre (del 22 al 30).

El mensaje no era solo para ellos. También para sus rivales, muchos de ellos marcados para siempre por el estigma del dopaje. Especialmente, para Justin Gatlin, el atleta más rápido este año (9.74 y dos veces 9.75), a quien no parecen pesarle esas cadenas ni los 33 años cumplidos ni sus dos suspensiones: dio positivo por anfetaminas tras tomar Adderall durante años para tratar un trastorno por déficit de atención en 2001, y otro por testosterona en 2006 que le debió condenar a la retirada pero que salvó y convirtió en cuatro años gracias a un pacto. «Soy mucho más que dos positivos», se defiende el aspirante a la corona de Usain Bolt. Por algo lleva invicto desde 2013 con 27 triunfos encadenados en 100 y 200.

El 'Rayo', libre de sospecha -algo meritorio en estos tiempos-, llega después de haber corrido muy pocas carreras. Una lesión -bloqueo de la articulación sacroilíaca- que limitaba sus movimientos y ejercía presión sobre la rodilla y el tobillo le obligó a hacer un peliagudo paréntesis cuando la temporada empezaba a coger temperatura. Tachó los mítines de París y Lausana, así como los 'trials' (pruebas de clasificaicón) de su país en Kingston, y se concentró en recuperarse siguiendo el plan urdido por Hans-Wilhelm Müller-Wohlfahrt, el médico al que visita en Múnich cada tres meses para que le revise de arriba abajo.

Pero Bolt regresó a tiempo. El 24 de julio, en Londres, reminiscencias olímpicas, corrió dos veces en 9.87, lejos de sus 9.58 (récord mundial), pero no tanto del tope de Gatlin. Y con tiempo por delante. El reloj se detiene este sábado, un día después de su 29 cumpleaños, para comprobar si sigue siendo el hombre más rápido del planeta. El domingo, la respuesta.

El jamaicano llega más ligero después de someterse a una dieta estricta. Se acabaron los 'nuggets', el ron y los bailes nocturnos. A los 28 ya le tocaba vivir como un atleta. El entrenamiento silencioso que dicen: dormir, descansar, cuidarse. Verduras en vez de pollo frito. Nada más volver al Nido se apresuró a desvelar que la comida había mejorado en China. No como hace siete años, cuando se refugió en el McDonalds durante diez días para alimentarse con 100 nuggets cada 24 horas. Mil en total. No le fue mal. Allí comenzó la leyenda. Tres victorias y tres récords del mundo. Los primeros de su vasta colección: seis medallas de oro olímpicas y ocho, igual que Allyson Felix, en Mundiales. Espera recoger tres más en Pekín antes de concentrarse en la culminación de su obra: otro trío de trofeos en los Juegos de Río. Y un año después, en 2017, la despedida en el Mundial de Londres. Ya sólo en los 100 metros.

Usain Bolt es la estrella indiscutible del Mundial de Pekín, del 22 al 30 de agosto. Pero no la única. El atletismo anda ávido de buenas noticias. De noticias deportivas. Las semanas previas han estado infestadas de titulares sobre dopaje. El 'Sunday Times' y la cadena de televisión 'ARD' informaron de que el reanálisis de 12.000 controles entre 2001 y 2012 arrojaron un elevado porcentaje de resultados sospechosos. Y eso incluía 55 campeones mundiales y olímpicos. O ese otro artículo alarmante: 28 casos de dopaje descubiertos de los Mundiales de 2005 y 2007.

Tocará reescribir la historia. Por eso hace falta volver a ver la zancada imperial de Rudisha, esta vez en aparente desventaja ante Amos y Tuka, un sorprendente bosnio en los 800; la increíble superioridad en los 1.500 de Asbel Kiprop, el keniano que tiene a tiro el récord del mundo de Hicham El Guerrouj; los vuelos de Lavillenie, frente a cinco rivales que han saltado más de 5,90; el pulso entre el estadounidense Taylor y el cubano Pichardo que puede liquidar la vieja plusmarca universal de triple salto con la firma de Jonathan Edwards; el intento de alcanzar varios títulos de Allyson Felix (400, 4x100 y 4x400), Genzebe Dibaba (1.500 y 5.000) o Mo Farah (5.000 y 10.000); un maratón con los dos últimos plusmarquistas (Dennis Kimetto y Wilson Kipsang) y el vigente campeón olímpico y mundial; o un apasionante heptatlón con Brianne Theisen-Eaton, Jessica Ennis-Hill y Katarina Johnson-Thompson.

Los récords del mundo -este año ya lo han logrado la etíope Genzebe Dibaba en 1.500 y la polaca Anita Wlodarczyk en martillo-se pagarán a 100.000 dólares (90.700 euros). Pekín espera a los superhombres con su cielo gris y apestoso, aunque el Gobierno ha establecido restricciones de tráfico y cierre temporal de fábricas para contener la polución. Ha llegado el momento del atletismo. «En las últimas semanas todo ha sido dopaje, dopaje y dopaje. Es triste», se lamenta Bolt, quien rápidamente borra esa mueca de la cara y sonríe. «Estoy listo».

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