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Los jugadores de la selección española celebran el gol de la victoria ante Portugal. reuters
Morata y Nico Williams decantan la batalla ibérica y España repite 'final four'
Liga de Naciones

Morata y Nico Williams decantan la batalla ibérica y España repite 'final four'

España maduró el duelo ante Portugal con paciencia y encontró la llave de la final a cuatro de la Liga de Naciones con la energía del extremo y el postrero tanto del delantero

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Martes, 27 de septiembre 2022

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Ya desde el sorteo de diciembre todo apuntaba a una resolución del grupo B de la Liga de Naciones entre España y Portugal, las dos favoritas para luchar por la primera plaza, la única que otorga billete para la final a cuatro de junio de 2023. Con permiso de Suiza y la República Checa, que han animado la competición quitando puntos a las dos selecciones ibéricas, el guion finalmente ha deparado el deseado desenlace entre dos de las potencias futbolísticas de Europa. 

La Roja se planta en la bella ciudad de Braga, la tercera del país y escenario no tan habitual del combinado nacional luso, más acostumbrado a los grandes estadios de Lisboa y Oporto. Lo hace obligada a una victoria ante el adversario al que más veces se ha enfrentado en su centenaria historia. Será el episodio número 40 en la rivalidad entre los vecinos, con un balance hasta ahora favorable al conjunto español, pero la tónica de los precedentes más cercanos no puede ser más igualada. Los cinco duelos previos se han saldado en tablas, incluidos los partidos de la fase de grupos del Mundial de Rusia (3-3) y aquella inolvidable semifinal de la Eurocopa de Polonia y Ucrania en 2012 resuelta en una trepidante tanda de penaltis.

Urge el triunfo para repetir presencia en la fase final de una competición menor, pero lo que es más importante, se necesita recuperar sensaciones tras el traspié contra Suiza. Faltó solidez defensiva para frenar al físico combinado helvético, pero también colmillo arriba y claridad en la circulación de balón, una de las virtudes proverbiales de España, que en el modernista Municipal de Braga se encontrará con un césped irregular. El maltrecho estado del verde obligó incluso a trasladar el entrenamiento previo a unos campos anexos para preservar su estado.

Para atajar estas carencias son bastante previsibles varios cambios en el once. No en la puerta, donde Unai Simón no tiene competencia, pero sí en los laterales, con la posibilidad de que Carvajal y Gayà releven a Azpilicueta y Jordi Alba en los carriles. Más improbable resulta una variación significativa de los centrales. A pesar de que Eric García y Pau Torres dejaron un sinfín de dudas en Zaragoza, Diego Llorente y Guillamón tampoco parecen futbolistas con suficientes kilómetros como para asumir el peso de un encuentro importante.

En el centro del campo el capitán Busquets está en una fase avanzada de su carrera en la que resultaría extraño verlo acumular dos encuentros consecutivos después de disputar el duelo completo frente a Suiza. Más aun con un suplente de lujo como Rodri, pues la posición de mediocentro defensivo es sin duda una de las mejor cubiertas.

Otra de los rompecabezas para Luis Enrique será rearmar un ataque que hizo aguas en La Romareda. Ferran Torres y Sarabia pasaron de puntillas en las alas y aunque Asensio dejó el destello de la jugada previa al gol y convenció al seleccionador, según sus propias palabras, tampoco terminó de cuajar una actuación memorable como falso '9'. La presencia de Morata, el delantero centro más solvente de La Roja ahora mismo, parece razonable a tenor de la trascendencia del duelo y con el jugador del Atlético fresco.

Más nombres que resultados

Enfrente una Portugal con más nombres que resultados en los últimos grandes torneos. La nómina de futbolistas de gran calidad de la que dispone el veterano y siempre bajo sospecha Fernando Santos impresiona, pero la propuesta no le ha dado a este combinado luso que debe aspirar a todo para pasar de octavos en el Mundial de Rusia 2018 ni en la Eurocopa del pasado verano.

Ahora, la campeona de la primera edición de la Liga de Naciones llega lanzada, después de pasar por encima de la República Checa en Praga (0-4) y aprovechar así el borrón de España para recuperar el liderato. Le vale el empate, pero es previsible que su propuesta sea algo menos granítica que la de Suiza, lo que siempre resulta una buena noticia para el juego español. Sigue siendo la selección de Cristiano Ronaldo pese al bajo momento de forma del jugador del Manchester United, pero en los nuevos tiempos también descollan otros nombres como Bruno Fernandes, Bernardo Silva, Rafael Leao, Diogo Jota, Vitinha, Rúben Dias o Joao Cancelo. Pólvora para regalar.

España encontró en Braga el premio a la fe. Creyó La Roja en su propia idea con hasta siete novedades respecto al mal partido contra Suiza y un equipo que nadie esperaba, se recompuso después de un primer tiempo plano y acabó golpeando sin capacidad de reacción. A pesar de que la posesión fue siempre suya, necesitó de los cambios para terminar de madurar a un rival muy peligroso pero bien controlado. Entraron Busquets, Pedri y Gavi, señalados en Zaragoza y héroes en Portugal. Así son las cosas. También Nico Williams, el nombre propio junto al autor del gol, Morata, de una victoria en la batalla ibérica que abre las puertas de la final a cuatro de la Liga de Naciones.

Desde los primeros minutos una novedosa España trató de hacerse dueña del balón, con una circulación a la que le faltaba un punto más de profundidad. Sin balón, la presión alta comenzó a dar sus frutos con un error tremendo del conjunto luso en la salida de balón. El disparo de Sarabia en la jugada posterior se topó con el bosque de piernas de la zaga lusa pero fue una advertencia de La Roja, dispuesta a dar batalla como había asegurado Luis Enrique en la previa.

Iban pasando los minutos y la posesión española cada vez era mayor, desesperando por momentos al público del peculiar Municipal de Braga. Paciencia en el equipo visitante para erosionar el entramado adversario, el mismo plan de los últimos veinte años, que decía Fernando Santos, el seleccionador local. Esta vez si estaba preciso el combinado de Luis Enrique, mientras Portugal se desgastaba persiguiendo sombras. Le faltó desborde a Ferran Torres, muy lento en un par de intentonas de arrancada desde la línea de cal derecha, pero el duelo estaba donde a España le interesaba.

Portugal

Diogo Costa, Cancelo, Rúben Dias, Danilo, Nuno Mendes, Neves (Joao Félix, min. 90), William Carvalho (Leao, min. 78), Diogo Jota (Vitinha, min. 78), Bruno Fernandes, Bernardo Silva (Joao Mario, min. 72) y Cristiano Ronaldo.

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España

Unai Simón, Carvajal, Hugo Guillamón (Busquets, min. 46), Pau Torres, Gayà, Soler (Pedri, min. 60), Rodri, Koke (Gavi, min. 60), Ferran Torres (Nico Williams, min. 73), Morata y Sarabia (Yéremy Pino, min. 60).

  • Gol: 0-1: min. 88, Morata.

  • Árbitro: Daniele Orsato (Italia). Amonestó a los españoles Guillamón y Carvajal, y a los portugueses Bernardo Silva y Nuno Mendes.

  • Incidencias: Partido de la sexta jornada en el grupo 2 de la Liga de Naciones, disputado en el Estadio Municipal de Braga ante 28.196 espectadores.

Todo se complicó en un visto y no visto. Primero un buen centro de Bernardo Silva, luego un par de líos en la salida de balón, cuanto menos arriesgada hasta lo innecesario, y finalmente con un disparo lejano de Rúben Neves que Unai Simón desbarató como buenamente pudo. Las tornas habían cambiado con esa mayor sensación de peligro luso. Como reconoció el propio Luis Enrique, a Portugal le hace falta mucho menos para llegar al gol, cosas del talento individual y un resumen perfecto de lo que estaba ocurriendo.

Esa calidad la puso sobre el tapete Bruno Fernandes para conducir tras robo y cambiar el juego hacia Diogo Jota, que recortó y armó el disparo para obligar a Unai Simón a lucirse. El portero vasco evitó el primer tanto local pero las sensaciones ya eran preocupantes. Tanto se rumiaba el gol portugués que la grada celebró un disparo de Bruno Fernandes que besó la red por fuera, engañando el efecto óptico a propios y extraños en el estadio. Tocaba a su fin la primera parte cuando llegaron noticias de España tiempo después, con una volea forzada de Ferran que se perdió alta.

Lo cierto es que el descanso tampoco revitalizó a España. De la pausa regresó Rodri como central en lugar del amonestado Guillamón y Busquets ejerciendo como mediocentro posicional, una sustitución que de nuevo sorprendió al más puro estilo Luis Enrique. Lo primero destacable fue un mano a mano de Cristiano Ronaldo ante Unai Simón, que el guardameta del Athletic le sacó al de Madeira. Felino.

La respuesta de España fue un remate lejano de Carlos Soler muy desviado. Poco bagaje. Tocaba agitar el árbol y para ello tomaron la alternativa Pedri, Gavi y Yéremy Pino a escena, casi nada. Los tres pisaron el césped mientras el público de Braga agasajaba a Cristiano Ronaldo, el héroe nacional que pasa por momentos difíciles y al que su gente no olvida.

Era un partido nuevo, de media hora, con el centro del campo de gala en busca de la redención tras el fiasco en Zaragoza. La cosa mejoró sustancialmente, España se lo creyó a un solo tanto del objetivo y a Portugal le entró el miedo en el cuerpo.

España había de jugarse el todo por el todo en pos del gol que abriese las puertas de la final a cuatro y con Nico Williams Luis Enrique quemó sus naves. Fue antes de que una buena maniobra de Morata, en el giro y el disparo rápido de zurda, helase los corazones en Braga. Estaba más cerca del gol La Roja, pero se agotaba el tiempo. La mejor arma, la velocidad con espacios del menor de los Williams, haciendo méritos para el Mundial. Apuraba sobremanera el crono cuando el curtido Carvajal ganó metros y centró al segundo palo. Allí la peinó el dinamitador Nico Williams y Morata fusiló donde tiene que estar un delantero. Alegría desbordada en el banquillo español, que recorrió la banda en una celebración propia de una final, tal y como había calificado el partido Luis Enrique.

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