El Badajoz se asoma al otro lado del espejo
Tras meses frustrados por la falta de puntería, los blanquinegros exhiben pegada en sus dos últimos encuentros
Es cierto que con Iñaki Alonso se perciben ciertos ajustes, más allá del dibujo (o estructura, como lo define el técnico vasco) y en el ... verde se vislumbran pinceladas que identifican un estilo y una filosofía, sobre todo a la hora de minimizar espacios entre líneas en el repliegue y en el rigor táctico en la vertiente defensiva. Es decir, el Badajoz busca descubrirse menos y atacar sin arriesgar su integridad. Intenta ganarle terreno al libre albedrío, es menos ciclotímico y, por ende, reduce cierto caos y desorden a un guion que trata de controlar.
Esa es la idea, pero el éxito depende de la ejecución y eso ya es otra cosa. Ante el Navalcarnero, el fuego amigo arrojó napalm sobre lo sembrado en la primera media hora y esterilizó la tierra dejando la cosecha sin frutos que recolectar. Pero frente al Talavera y al Villanovense, el factor diferencial fue que la pelota entró donde en otras ocasiones se resistía a hacerlo. La famosa efectividad que traía de cabeza a David Tenorio desde que llegase en marzo del curso pasado y que fue incapaz de solventar costándole el puesto.
Porque, al final, es lo único que cuenta. Ni el buen juego ni las sensaciones positivas otorgan crédito a un entrenador, solo la tiranía de los resultados. Puede ser una cuestión de reseteo, de frescura mental, de confianza, de desbloqueo, de la causalidad fusionada con ciertas dosis de suerte, pero la realidad es que hace unas semanas sería impensable ver los tantos que Castri y Carlos Cinta anotaron en el Municipal Villanovense. Y encima llegaron en momentos claves del choque. Porque el 0-1 subió al luminoso antes de que se cumplieran los diez primeros minutos y como respuesta a una ocasión clarísima local en los compases iniciales. El 0-2 fue otro golpe certero tras el paso por vestuarios exigiendo a los locales una reacción superlativa para sumar, con el desgaste acumulado tras una semana con tres encuentros. «La primera parte era de competir, de hacerlo largo. Sabíamos que venían de la Copa a altas intensidades y con el once casi igual al del día del Ibiza», explicaba el preparador de los pacenses. Aunque ese enfoque habría quedado en agua de borrajas si Isra Cano acierta en el mano a mano del minuto 3. Así es el fútbol, un detalle y una acción pueden orientar el destino de un partido hacia una dirección u otra. Y les salió cara.
Al igual que en otros envites el Badajoz registró decenas de llegadas infértiles al área rival, ante los serones enchufaron las dos claras que tuvieron y ninguna de ellas eran remates fáciles de área pequeña precisamente. Aunque el devenir del choque, con la ventaja precoz, también permitió a los blanquinegros agazaparse y esperar al rival y eso redujo la frecuencia de las apariciones en área contraria. Se sucedieron varios conatos de contra que no fructificaron y alguna oportunidad aislada como las de Castri y Sandro Toscano, esta última ya en la segunda mitad. Poco más, porque no necesitaban exponerse y el plan iba por otros derroteros. «La clave era tener posesiones, buscar las debilidades y por momentos lo hemos hecho muy bien», decía Iñaki Alonso. Aunque el rival reaccionó restando 15 minutos aún por disputarse. «Mi sensación es que teníamos el partido controlado y que habíamos perdonado el 0-3, ese es el problema, y si te hacen el 1-2 te va a tocar sufrir», analizaba. El equipo de Gus dominó con la connivencia de su adversario, que no estaba incómodo en esa tesitura porque, excepto en la acción de Mario González, supo contener las acometidas con eficacia.
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