Borrar
Los jugadores de River Plate, con su cuarta Copa Libertadores.

Ver fotos

Los jugadores de River Plate, con su cuarta Copa Libertadores. Afp
Copa Libertadores

River toca el cielo en el Bernabéu

Un golazo de Quintero en la prórroga selló el cuarto título de la Copa Libertadores para los 'millonarios' en una final eterna en la que pudo más la pasión que el fútbol

Javier Varela

Madrid

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Domingo, 9 de diciembre 2018, 08:34

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Boca-River, River-Boca. El no va más entre los dos archirrivales del fútbol argentino. Un superclásico mundial definitivo, con una audiencia esperada de hasta 350 millones de personas en todo el planeta, para proclamar al nuevo campeón de la Copa Libertadores de América que desgraciadamente no se disputará en Buenos Aires por la violencia previa al partido de vuelta de la final, sino en el Santiago Bernabéu. La barbarie y la incapacidad de los dirigentes por imponer un River-Boca en paz, si no en Argentina, al menos sí en suelo sudamericano, trasladó a Madrid el partido más importante de la historia para ambos equipos. El duelo más decisivo, ahora tan extraño, que ninguno de dos quería jugar en la capital de España, a 10.000 kilómetros de la de Argentina.

Una vergüenza y una humillación para los aspirantes al máximo título del continente americano. También un fracaso del fútbol argentino, acostumbrado a convivir y a ser amedrentado por las barras bravas (facciones de hinchas radicales), y de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol). Mientras, la Federación Española de Fútbol (FEF) y el país que acoge la inédita resolución de la Libertadores, seis meses antes de la final de la Champions en el Metropolitano, intenta aprovecharse del inédito River-Boca económica y diplomáticamente, con vistas también a una candidatura para el Mundial 2030. De la final más larga, que comenzó con la ida hace casi un mes en La Bombonera, y también polémica -tildada ahora de Copa Conquistadores-, y de mayor riesgo en Madrid, blindada con un dispositivo de seguridad que supera los 4.000 efectivos, más de la mitad agentes de la Policía Nacional. Un examen y una verdadera prueba de fuego para las fuerzas de seguridad del Estado, para Madrid y para España.

El 2-2 en campo de Boca no tiene realmente valor, ya que, al contrario de lo que ha ocurrido en las eliminatorias, en caso de empate los goles en campo contrario no se consideran dobles. Es decir, que en la que será ya la última Libertadores con una final a ida y vuelta -el próximo año será a partido único-, los odiados enemigos del fútbol argentino parten de cero en el marcador. No así en las gradas, ya que mientras en La Bombonera sólo hubo hinchas de Boca, en el Bernabéu también habrá aficionados xeneizes, cuando si la vuelta si hubiese disputado donde se debía, en el Monumental, no habrían tenido acceso al estadio de River.

También tienen prohibida su entrada al estadio del Real Madrid los ultras de River y Boca, dos de cuyos líderes barra brava más significativos y peligrosos no estarán en la capital, aunque la Policía teme la llegada de cerca de medio millar de radicales que pudieran llegar desperdigados, pero con entradas para el Bernabéu. El coliseo blanco se dividirá entre ambas hinchadas, con cerca de 25.000 localidades para seguidores de cada finalista. Los de River, en el fondo norte; los de Boca, en el fondo sur. Entre los asistentes al Bernabéu, Leo Messi, que nunca defendió cuando era niño los colores de ninguno de los dos equipos, sino de Newell's, mientras otros dos de los mejores futbolistas de todos los tiempos, Alfredo Di Stéfano y Diego Armando Maradona, sí jugaron en River y Boca, respectivamente, aunque nunca ganaron el gran título continental. En medio de tantísima controversia, indignación argentina y ataques a la decisión de la Conmebol de traer la final a Madrid, Maradona llegó a llamar «hijo de puta» al presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez.

Vídeo.

Separados los dos colosos del fútbol argentino por tres Libertadores, River tiene tres (1986, 1996 y 2015) y Boca seis, la última de ellas ganada en 2007, por lo que este domingo podría igualar a Independiente como el equipo con mayor número de entorchados sudamericanos. Boca reclamó al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) que, sin jugar en el Bernabéu, se le proclamase ya campeón de la Libertadores, al hacer a River responsable del lanzamiento de piedras y botellas al autobús del equipo bostero a su llegada al Monumental. Por supuesto, el TAS no suspendió este sábado la final en el estadio madridista, mientras River, sintiéndose perjudicado por haber perdido la condición de local, había insistido en jugar en su campo.

Ahora, con Marcelo Gallardo en el banquillo del equipo del equipo 'millonario', aunque el 'Muñeco' está sancionado, River presume de mejor fútbol que Boca, que dirigido por Guillermo Barros Schelotto suele sacar rendimiento a sus oportunidades de gol. En caso de que el choque acabe de nuevo en empate habrá prórroga y, si fuese preciso, penaltis para decidir al ganador, posible rival del Real Madrid en el Mundial de clubes.

Alineaciones probables:

River Plate: Armani, Montiel, Quarta, Maidana, Pinola, Milton Casco, Palacios, Ponzio, Enzo Pérez, Gonzalo Martínez y Pratto.

Boca Juniors: Andrada, Buffarini, Izquierdoz, Magallán, Olaza, Nandez, Barrios, Pablo Pérez, Villa, Pavón y Ábila.

Árbitro: Nestor Cunha (Uruguay).

Estadio y horario: Santiago Bernabéu. 20:30 h. (#Vamos).

River Plate

Armani, Montiel (Mayada, min. 73), Pinola, Maidana, Casco, Enzo Pérez, Ponzio (Quintero, min. 58), Palacios (Julián Álvarez, min. 98), Fernández (Zuculini, min. 110), Pity y Pratto.

3

-

1

Boca Juniors

Andrada; Buffarini (Tévez, min 110), Izquierdoz, Magallán, Olaza, Nández, Barrios, Pablo Pérez (Gago, min. 89), Villa (Jara, min. 95), Pavón y Benedetto (Ramón Alba, min. 62).

  • GOles 0-1: min. 43, Benedetto. 1-1: min. 43, Pratto. 2-1 Quintero, min. 108. 3-1 Pity Martínez, min. 120.

  • árbitro Andrés Cunha (Uruguay). Amonestó a Ponzio, Pablo Pérez, Nacho Fernández, Maidana, Tévez y Casco. Expulsó a Barrios por doble amarilla.

  • Incidencias Partido correspondiente a la vuelta de la Final de la Copa Libertadores disputado en el estadio Santiago Bernabéu. 62282 espectadores.

Tras el 2-2 en el partido de ida de la final de la Copa Libertadores, River Plate y Boca Juniors saltaron al césped del Santiago Bernabéu con la clara intención de minimizar los errores que les pudieran castigar en el marcador. Una prioridad clara por encima de jugar al fútbol tanto de los jugadores de Marcelo Gallardo como de los de Guillermo Barros Schelotto. Quizá por los nervios, quizá por la falta de calidad o quizá por lo que había en juego, pero

Las ocasiones fueron un espejismo porque ni River ni Boca decidieron dar un paso al frente.

River tenía que arriesgar y dio un pasito más adelante. Y se presentó en la final a los 48 minutos cuando Nacho Fernández –tras una buena dejada de Lucas Pratto de cara en la frontal- puso el balón pegado a la escuadra de la portería de Andrada. Unos centímetros más a la izquierda y hubiera supuesto el empate de los 'millonarios'. Por si faltaba algo en la final, apareció el VAR para sumarse a la fiesta y ahorrarse un penalti claro de Andrada a Pratto –el portero llegó tarde en su salida y derribó al delantero- que ni el colegiado en el campo ni en la sala de Las Rozas decidieron que fuera penalti. Error del árbitro que podía ser decisivo para el devenir de la final.

Con las tablas de nuevo en el marcador, los dos equipos volvieron al ritmo del principio del partido. Pocos riesgos, pases horizontales y la misma tensión. De nuevo una decisión arbitral puso picante al partido. El colegiado pitó un libre indirecto dentro del área a favor de Boca por una plancha de Pinola cuando Nández orientaba el remate. Acertó el árbitro porque no hubo contacto con el jugador, pero sí peligro por la forma de entrar del central, aunque Boca desaprovechó la ocasión. Los minutos pasaban entre interrupciones, protestas, patadas, pases con cero riesgo y pánico a perder

El tiempo añadido empezó con una expulsión de Wilmar Barrios por doble amarilla tras una entrada con los tacos por delante sobre Palacios –al que para rematar le pisó el tobillo- que ponía el partido del lado de River. Boca apelaba a la épica sin Benedetto, sin Pablo Pérez y con diez para llevarse el título a Buenos Aires y se agarraba a los penaltis –los penales, que por algo es la Libertadores- como mal menor. River tenía el balón, marcaba el ritmo y acumulaba llegadas sobre la portería de los 'xeneizes' pero sin puntería. Pero Quintero, que estaba siendo el mejor de la prórroga,

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios