El Badajoz se enriquece con lo intangible
La unión del vestuario, el refuerzo anímico y la implicación de toda la plantilla son bastiones del técnico David Tenorio para la batalla por la salvación
El Badajoz se enriquece de lo intangible. En el fútbol, los guarismos son juez y verdugo y dictan sentencia respecto a la evolución de un ... equipo, pero detrás hay mucho más. Es la punta de un iceberg erigido a base de decenas de factores, algunos aleatorios y caprichosos y otros con cierto grado de certidumbre que permiten trabajarlos para decantarlos en una dirección u otra.
Son los que se gestionan en un espectro más silencioso y que trascienden menos, pero que son fruto de una dedicación abnegada y constante. Su condición etérea, sin anclaje físico o cuantificable bajo parámetros convencionales, la convierte en una labor invisible y poco reconocida, pero crucial. Sobre todo porque actúa sobre la condición personal del profesional, más allá de su vertiente competitiva. Y ahí es donde ha puesto el foco David Tenorio, consciente de que, pieza por pieza, los mimbres existen y que la situación clasificatoria no responde a carencias de talento, más allá de que es indudable que maneja una plantilla descompensada.
El mensaje de Salmerón se agotó, dejó de calar y carecía del arraigo férreo que precisa una situación crítica con el descenso acechando incesantemente. El grupo se desorientó, perdió su fortaleza colectiva conforme se incrementaban las dudas a nivel individual y esa deriva amenazaba con dejar varadas las esperanzas de la salvación.
Pese a sus ínclitas dotes de predicador, David Tenorio se aleja del rol de mesías redentor, no es su cometido, pero sí ha oxigenado la fe de un plantel con un agnosticismo que le alejaba del camino. «Ha transmitido la confianza que había perdido el equipo», comentaba Jesús Alfaro hace un par de semanas en una entrevista concedida a este diario. Su prioridad ha sido apuntalar las escasas certezas de un equipo mermado para articularlas como cimientos que afiancen otras y reforzar así la estructura.
Y el duelo ante el Fuenlabrada fue un reflejo de ello. «Salvo los primeros 10 minutos, en los que salimos con las dudas lógicas de un equipo que viene de varias derrotas, en cuanto a nivel de construcción de lo que el equipo es capaz de hacer, de lo que venimos trabajando, de las posibilidades a nivel ofensivo y defensivo, fue el más redondo», analizaba el técnico andaluz en la previa del choque del domingo ante el Linares (20.00 horas). Pero el escenario sigue siendo crítico y la exigencia máxima, por ello, se centra en aprovechar la inercia, sin perder de vista las particularidades del nuevo desafío. «Sacamos las cosas positivas del otro día, jugaremos con las que nos refuerzan a nivel anímico y técnico-táctico y buscaremos un nuevo plan de partido en función del contexto, para adaptarnos y ser camaleónicos».
Los ajustes en el dibujo blanquiengro y las rotaciones en los onces buscan una tecla que es diferente para cada banda sonora del partido específico y así lo entiende Tenorio, sin alineación modelo ni fija, lo cual permite también mantener a todos con cierta cuota de protagonismo que elimina de la ecuación los brazos caídos. «No solo están preparados, sino que se sienten titulares, porque se le ha dado ese refuerzo, están preparados para competir y eso da salud al equipo». No es anecdótico que todos los futbolistas hayan intervenido en los cinco choques con el técnico granadino al frente del banquillo. «Nos pone en dificultades para elegir, pero ya lo decía Guardiola, 'quiero dudar mucho', esa incertidumbre es maravillosa, porque estoy seguro de que voy a acertar».
Yendo un paso más allá, atendiendo a la sintonía y la camaradería reinante en la escuadra pacense, la goleada abrió al espectador una rendija que mostraba la unión tan genuina que existe, otro motor clave para que la nave avance. Aunque el propio Tenorio se exima de responsabilidad en ello, ha contribuido a orquestar un entorno propicio para que ese vínculo se manifieste con mayor esplendor para sublimar el concepto de que el todo es mucho más que la suma de sus partes. «Los jugadores se unen porque quieren, el entrenador puede ser una bisagra, ayudar, pero parte de ellos; no me voy a añadir ningún mérito que probablemente no tenga, pero esa unión es evidente. Eso es salud para el equipo». Y puso como ejemplo la celebración de los tantos del último duelo. «En el primero es una piña de todos. Algo hay. En el segundo, los suplentes salen corriendo al córner. Algo hay. El tercero pilla a los titulares también en un córner y los suplentes salen corriendo para celebrarlo con ellos. Algo hay».
Pero si existe un caso que ejemplifica todo ese proceso, es el que encarna Adilson. El luso llegó a ser censurado públicamente por Salmerón por la actitud en la semana previa a un partido y parecía que su mente pululaba en un limbo lejos del Nuevo Vivero. David Tenorio se topó con la patata caliente que lidió con mano izquierda y sin paños calientes. «Nuestro comienzo no fue sencillo por cuestiones de sus sensaciones físicas, que no eran las mejores posibles, y el tema contractual, con cosas por decidir, pero desde el principio me encontré con un jugador que quiere evolucionar, que da todo en los entrenamientos, le preveo una futurible gran carrera profesional», le mimaba. Destensada la situación, le espetó con tono de humor en un entrenamiento: «al final nos vamos a llevar bien». El otro día portó el brazalete de capitán, pese que podría haberlo asumido Gorka, y participó decisivamente en dos de los goles. Más allá de los deportivo, Tenorio desveló un detalle antes de deshacerse en elogios hacia él: «En Ceuta perdimos 3-0 y se quedó a barrer el vestuario. Eso no lo ve nadie y hay que decirlo». Ese capital humano también forma parte del patrimonio de un Badajoz que precisa de todo el arsenal que pueda poner en liza.
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