Un pequeño Metropolitano vibra en Badajoz

Con casi todo el papel vendido, el recinto presentó un gran colorido en las gradas, con camisetas, bufandas, banderas y todo tipo de emblemas. En los prolegómenos, evocaciones nostálgicas enfervorizadas, recitales de alineaciones históricas entre suspiros de añoranza de épocas pretéritas. Todo salpicado con algún ¡Atleeeeti! espontáneo. Y el tono se tornaba más solemne al rememorar figuras del calado de Luis Aragonés, indeleble en el imaginario colchonero. La atmósfera festiva adquiría tintes muy emocionantes con la foto de familia en el centro del campo en la que posaban los integrantes de las Leyendas del Atlético y de la Asociación de Veteranos del Badajoz con camisetas de la asociación ELA Extremadura.

Una versión melódica del himno colchonero, con el piano y el violín como base, servía de fino lecho sobre el que reposaba la voz angelical de Claudia, hija de Carlos Abela, exjugador blanquinegro. Brillante estudiante de segundo de Bachillerato, enmudeció a los asistentes con una interpretación sublime. Ataviada con una camiseta personalizada del Atlético, se reconoce un poco 'merengona', pero cautivada por la mística de un club diferente. Balada, ópera... domina todos los registros y quiere dedicarse profesionalmente a la música. Talento atesora de sobra. La atronadora y sentida ovación del público así lo atestigua. Era su segunda actuación en apenas unas horas, porque ya estuvo presente en los actos del sábado, despertando la admiración de los asistentes. Cuenta su madre que Quique Estebaranz, exfutbolista rojiblanco, le comentó que quería hacerse una foto con ella, porque pronto será famosa. «Le dio muy buenos consejos de que siga estudiando», comentaba su madre.

Día especial para la familia Abela, ya que su padre forma parte de la convocatoria de un conjunto extremeño que acudió con Valverde, Copito, Loren Alberto Cabello, Iván Fernández, Pablo Dávalos, Pérez, Lauri, Fernando D'Amico, Cholo, Pedro Robles, Emilio Tienza, José Mari, Jorge Zafra, Marco Ortega, Cajoto, Isaac, Pata, Chencho, Paquito, Juanjo Moreno, Rubén Checa, Rafa Pozo, Juli Caro, Rogelio Palomo, Paco Alegre, Toni Tienza, Paco Herrera, Rodri, De la Flor y Eduardo Subirán.

Se midieron a un Atlético en cuya expedición figuraban nombres de la talla de Paulo Futre, Marcelino Pérez, Salva Ballesta, Luque, Juan Carlos, Iván Freire, Movilla, Chiqui, Ríos, Álex Ruiz, Iván Mateos, Pantic, Cubillo, David Cordón, Rubiato, Nano Rivas, Quique Estebaranz, Luis Cansado, Miguel Sancho, Roberto Fresnedoso, Cacho Heredia, Luiz Pereira, Javier Bermejo y Pedraza; con los extremeños Adelardo, Manolo, Juanito y Sergio Morgado a la cabeza.

El Atlético salió dominante encerrando a su rival con Salva Ballesta ejerciendo de 'killer', primero con una chilena espectacular (que repetiría casi al borde del descanso) que sacó el '¡ohhhh! de los espectadores y poco después inaugurando el marcador, acción en la que quedó momentáneamente lesionado, aunque pudo continuar. El ariete aragonés, con mucho peso específico en el ataque, demostró que conserva la finura en su olfato. Poco después, los colchoneros reclamaron un penalti, pero el trencilla dejó continuar, «los árbitros siempre perjudicando al Atlético», comentaba con sorna el speaker.

Al Badajoz le costó carburar, pero Copito demostró que sigue teniendo el colmillo afilado, aunque su disparo se marchó desviado. Pero fueron los madrileños quienes ampliaron la renta en una contra.

En la segunda mitad, los locales se volcaron buscando meterse en el partido, con Copito gozando de innumerables ocasiones, hasta que logró remachar un servicio desde la derecha para el 1-2. El blanquinegro y el rojiblanco se fusionaban sobre un lienzo festivo de hermanamiento con cánticos de aliento para ambas escuadras. En los últimos instantes, los atléticos anotarían el definitivo 1-3 en un córner servido con música por Pantic, consumado especialista a balón parado y uno de los artífices del doblete en la campaña 1995-96.

Como punto negativo, el deficiente funcionamiento de la megafonía, que no se facilitaron alineaciones, lo cual dificultaba al público identificar a algunos de los participantes, y que el videomarcador estaba desconectado. Pese a no ser un evento de carácter oficial, al tratarse de una cita con cierto pedigrí, era una ocasión propicia para exhibir mejores prestaciones y se echaban en falta ciertos detalles logísticos básicos.