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Los jugadores blanquinegros celebran uno de los tantos ante el Talavera en el Nuevo Vivero. casimiro moreno
Los primeros frutos de los brotes verdes

Los primeros frutos de los brotes verdes

El Badajoz pudo traducir en victoria los principios tácticos de Munitis y sienta las bases de la reacción

MANUEL Gª GARRIDO

badajoz.

Martes, 25 de febrero 2020, 08:31

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Corría el minuto 8 de partido, el jugador del Talavera Zamorano recibía en tres cuartos de campo del Badajoz, levantaba la cabeza e iniciaba un tímido avance que se volvió bastante más atrevido al observar la displicencia de la zaga rival, que reculaba sobre la frontal del área. Mientras, los hombres de cobertura realizaban un repliegue lento que nunca se materializó. La jugada finalizó en un remate sin consecuencias taponado por un mar de piernas, pero la grada denotó un estado de nerviosismo latente que amenazaba con enquistar una dinámica peligrosa para los blanquinegros. «¡Échale huevos, Badajoz, échale huevos...!», resonaba en el Nuevo Vivero.

Esa acción precedía a un patadón de Buigues a los dominios de Kike Royo que tuvo la réplica del meta riojano, de portería a portería. Los blanquinegros no salieron apáticos, pero les costó adaptarse al rival y, a partir de ahí, poner en liza la propuesta de juego. «Veníamos de ocho partidos en los que solo hemos ganado uno y la dinámica no es positiva», recordaba Pedro Munitis para explicar la falta de serenidad o pausa en ciertos momentos para capear las situaciones.

El mejor aliado, el gol. El técnico santanderino preconizaba el viernes un partido largo y advertía a la afición del cariz que adquiriría un duelo que ni mucho menos sería fluido ni cómodo. Y así fue. Pero el tanto de Gorka Santamaría a los 13 minutos abría un horizonte nuevo y obligaba al Talavera a exponerse más. Un giro inesperado, porque ni mucho menos los blanquinegros habían impuesto su ley hasta ese momento y tampoco lo harían después.

Se lamentaba el preparador cántabro en la previa de que «el fútbol no ha sido muy justo con nosotros». Algo cambió el sábado también en ese sentido. Un despeje bombeado de Traoré se transformaba en una asistencia que Guzmán convertía en la jugada del primer tanto. Y, en un error garrafal de Kike Royo, que le dejó de cara el balón a Zamorano, el atacante del conjunto manchego no acertaba a definir. Dos situaciones claves sonrieron a los locales, esa fue, quizás, una de las grandes diferencias respecto a los choques ante el San Fernando y el Córdoba. Ambos llegaron poco, pero fueron letales, por eso están donde están y el Talavera pelea por eludir el descenso.

En todo caso, hubo brotes verdes, embrionarios, pero perceptibles. Antonio Caballero y Sergi Maestre poseen un recambio de garantías. Con el mediocentro barcelonés recién salido de una lesión, Munitis no quiso arriesgar. Traoré ya había mostrado sus credenciales en la Copa como central, pero en su posición natural, en el pivote, dio equilibrio y consistencia a la medular. Eso liberó a Álex Corredera, que encontró entre las dos líneas del Talavera un compañero de diabluras. Aquino, al que le falta aún frescura, aporta inspiración y chispa; se escalonó de la punta y ejerció de enganche en muchos momentos.

Esa movilidad desplazaba a la vigilancia talaverana de su puesto de control, abriendo brechas de seguridad en el entramado defensivo. «Sabíamos que nos iban a dejar espacios entre el medio del campo y la defensa, y los hemos encontrado varias veces», analizaba Munitis tras el choque.

Y, además, el Badajoz tiene a Guzmán. Las bandas fueron estériles, ni Adilson ni Toni Abad fueron incisivos y Kike Pina duró 27 minutos. El capitán supo leer las ayudas continuas del Talavera, que congestionaban el tráfico en las alas. Para esquivarlo, se incrustó en las entrañas del rival para hacerle daño. «Me estoy encontrando muy bien, el míster me ha dado mucha confianza», resaltó el '7'. Volvió Chris Ramos, un jugador muy desequilibrante que proporcionó brío al ataque en la segunda mitad. «Nos ha reactivado, nos ha hecho recuperar el partido, jugar lejos de nuestra portería».

Tras un triunfo, hablar de punto de inflexión es tan tópico como precipitado. «Nuestra forma de trabajar no cambia», dijo Munitis. Aunque sí permite respirar hondo, inyectar un chute de moral y mirar al frente con otra actitud y una dosis menos de presión. «Ya les he dicho que hoy no piensen más, pero mañana sí, que esto no para». Las expectativas creadas y la responsabilidad de un objetivo tan importante como el ascenso es algo a lo que se ha referido el entrenador del Badajoz en varias de sus comparecencias, de ahí lo balsámico de este resultado. «Es muy duro llevar ese peso».

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