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Los jugadores del Mérida celebran el primer tanto oficial del equipo en el Romano esta temporada. :: J. M. ROMERO
Queda declarado el estado de felicidad
SEGUNDA B

Queda declarado el estado de felicidad

El Mérida se aúpa al coliderato del grupo tras una sufrida y digna victoria ante un aspirante al ascenso

FERNANDO GALLEGO

Lunes, 14 de septiembre 2015, 07:15

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Seguramente que al Mérida le venga mejor sostener el discurso ese de la salvación y sucedáneos, pero si nos ponemos a relatar lo que vimos ayer no sería serio hablar de ello (de la permanencia como objetivo, queremos decir). Que sí, que puede ser que a partir de hoy al Mérida le cueste ganar, y que llegue al tramo final sufriendo para no descender, y que el martes de carnaval vuelva a ser festivo. Pero lo más seguro es que no.

Lleva tan solo cuatro jornadas en la categoría y tiene poso de veterano. El 60% del equipo es nuevo y porta un gen competitivo admirable. Ha interiorizado formidablemente que el césped del Romano induce más a la garra que al postureo y muerde como nadie. Ayer, en un choque tan plomizo como igualado, pudo ganar, empatar o perder. Pero la noticia es que ganó, a todo un aspirante como el Jaén, y mirándole siempre a los ojos. Sin ser ni sentirse inferior. Y a lo mejor ahí está la receta.

Solo en los últimos minutos, y ya con el 2-1 en el marcador, el Jaén fue superior al cuadro de Alcázar. Pero más por la mezcla de necesidad de uno y de no perder lo ganado del otro que por mera y simple conclusión del choque. Agarraron la pelota los jienenses y cada vez que pisaron área obligaron a reivindicarse a Raúl Moreno. Otro partido más y otra actuación que da puntos: ayer le sacó un mano a mano a Hugo Díaz en el 75' y desvió un tiro a la escuadra de Luis Jesús en el 91'.

Es tan grupal y solidario este Mérida que hasta la clase media goza de sus minutos de gloria. Al final fue Raúl Moreno, con sus intervenciones; en el medio fue Pedro Conde, que llegó sin la etiqueta de goleador y ya suma dos golazos en cuatro jornadas; y al principio fue Javi Chino, que se comió él solito todo el medio del campo. Como los dos equipos, en la primera parte, se mostraron correctos y serios en defensa y recónditos en ataque, todo lo que pasó sucedió en el círculo central. Y ahí pescaron protagonismo Óscar Quesada, el mejor de los visitantes, y Javi Chino, que hizo todo bien excepto un despeje al centro. Léanlo otra vez con detenimiento: que lo hizo todo bien excepto un despeje al centro. Y hablamos de noventa minutos y protagonismo en cada una de las melés del centro del campo.

Porque todo el primer tiempo fue eso: mucho centrocampismo y pocas áreas. O sea, algo de tedio. Tres acercamientos flojitos del Jaén y dos tiritos sin mucha intención del Mérida. El terreno de juego, una vez más, ayudaba nada a la estética del juego. Todo era defensa, estar bien colocaditos y aprovechar un balón suelto o una jugada a balón parado. Tras el descanso, sin embargo, hubo más locura. Desconocemos si premeditada o casual, pero más locura. Y con ella, por analogía, llegaron los goles y el entretenimiento.

En el primer acercamiento a las inmediaciones de Felipe, Pedro Conde intentó recortar en un costado del área y le salió mal. Pero Jonhy llegó desde atrás, chocó sin querer con Óscar Quesada y dejó el balón franco para que el propio Conde armase una jornada más la pierna y colase el cuero allá por donde era imposible de atajar: a la escuadra del segundo palo. Primer gol de la temporada en el Romano. Y para no ser menos, el Jaén, en su primera aproximación de la segunda parte a la puerta de Raúl Moreno, se aprovechó de una jugada larga mal defendida por el Mérida para que Óscar Quesada cabeceara bien y abajo en la frontal del área pequeña un centro desde la derecha. Primer gol que recibe Raúl Moreno.

Decidió entonces Alcázar sustituir a Perera por Taranilla. Dio una lección de ayudas defensivas el delantero oliventino en la tarde de ayer, pero el técnico emeritense buscaba en ese momento más solvencia en el medio del campo. Y justo en ese tramo de partido, Borja Romero, que decidió finalmente jugar sin mascarilla de protección, tiñó de oro uno de sus centros. La rosca que le inyectó desde la zona de tres cuartos significó el 90% del gol de Borja. El mediocentro emeritense solo tuvo que entrar desde atrás, en el segundo palo, para cabecear un centro que ya de por sí era gol o gol.

Y a partir de ahí empezó a empujar el Jaén. Cada minuto un poquito más. Pero (no sabemos si lo hemos dicho ya) este Mérida sabe sufrir. Y sufrió, además, con actitud. La misma actitud que ha llevado esta semana tras el accidente. La misma actitud que lo impulsa al coliderato del grupo. Puede ser que ese no sea el lugar de este debutante, pero lo más seguro es que...

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