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Balón aéreo al área del Valladolid que el guardameta Julio intenta despejar, ayer en el Príncipe Felipe. :: armando méndez
Lógica y justicia en el Príncipe Felipe
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Lógica y justicia en el Príncipe Felipe

Cacereño y Valladolid B empatan a cero en un partido con una parte para cada equipo

J. CEPEDA

Lunes, 14 de septiembre 2015, 07:14

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«Estamos llegado al límite de donde una plantilla corta puede llegar». Son palabras del entrenador del Cacereño, Ángel Marcos, tras el empate a cero de ayer frente al Valladolid B en el que el equipo verde mereció más, sobre todo en la segunda parte, pero volvió a pagar su falta de puntería.

Los datos dicen que era la primera vez en estas primeras cuatro jornadas que el Cacereño se quedaba sin ver puerta, pero las sensaciones son muy diferentes, y es que la falta de un punta especializado es la principal tara de una plantilla con deficiencias de oferta variada. En una llamada a la desesperada a las altas esferas del club, Marcos pidió que, lo antes posible, pueda tener al menos dudas para completar las convocatorias. Algo que, evidentemente, favorecería la intensidad entre unos jugadores que hoy tienen un puesto asegurado cumplan o no, debido al corto recorrido del plantel.

El partido de ayer no pasará a la historia por ser uno de los mejores vividos en el Príncipe Felipe. El estado irregular del césped frenó, en parte, las posibilidades del juego combinativo del filial pucelano, que aún así fue dueño de la primera mitad, aunque sin generar grandes ocasiones en la meta defendida por Vargas.

De hecho fue el Cacereño el que en esta primera mitad puso las ocasiones y, por ende, también los fallos. Un errático Martins en la finalización y apático en la presión no fue buen complemento para un Aarón que volvió a jugar en una posición adelantada, mostrando, éste sí, actividad y mordiente en la pugna con el rival. El propio Aarón gozó de una de las ocasiones más claras del primer acto tras cabecear un balón centrado por Palero desde la banda derecha, aunque la bola se perdió por la línea de fondo.

El Cacereño dio en la segunda parte un paso adelante con el objetivo de hacer valer su partida como equipo local. Gustó y mucho a la grada Leo Ramírez, que salió de inicio y mostró en todo momento su capacidad organizativa no solo en su rápida combinación de mente y piernas, sino también en el aspecto moral y como distribuidor de juego. Un jugador con madera de líder, como demuestra su actitud animosa a sus compañeros durante todo el envite, con constantes dotes comunicativas. Esto último, un valor perdido en muchos de los futbolistas.

Tras los cambios de Kofi por Martins y de Gállego por un ayer desatinado y falto de chispa Ocaña, el Cacereño gozó de sus mejores minutos de juego, equilibrio y consistencia. Fue entonces cuando llegaron las ocasiones más claras, con un pase de Leo Ramírez dentro del área que no encontró rematador y, sobre todo, con un lanzamiento de falta directa de Toni tras una mano de un jugador visitante muy cerca de la frontal del área.

Por su parte, el Valladolid B evidenció calidad individual en gran parte de sus jugadores, aunque no demostró grandes hechuras como equipo.

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