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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
Espinar junto al melillense Juanjo en un lance del partido. :: R. M.
Y llegó la primera victoria en casa
segunda b

Y llegó la primera victoria en casa

Un gol de Cubi, en estrategia, y otro de Carlos Fernández en el epílogo del encuentro provocan el primer triunfo del Villanovense en liga ante su público

RODRIGO MORÁN

Domingo, 5 de octubre 2014, 08:35

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Sonó la sinfonía de la victoria en el Romero Cuerda. Por fin. Al cuarto ensayo salió redonda la obra, cantó el coro el triunfo y logró el Villanovense meter tres puntos de oro en el maletín con destino a la permanencia. Combativo, tenaz, persistente. El Villanovense no presume de alardes ni florituras. No le gusta. Es un plantel aguerrido en cuya partitura sólo existen las notas de trabajo. Cocinó el partido a su antojo y logró a balón parado, especialidad de la casa, un triunfo que por fin lo despega de los puestos bajos de la tabla. Lo aniquiló Carlos Fernández cuando el Melilla, ya desarbolado, entregó la cuchara.

A los puntos, el Villanovense fue mejor que su rival, un Melilla con jugadores de calidad que no terminan de explotar el talento que aflora de sus botas. Sorprendió Cobos en el once, alineando a Víctor Calatrava de nuevo como titular, en detrimento de Tapia. Se quedó fuera de la lista Jair. Y también sorprendió. Pero curioso. Su sustituto, Cubi, fue el protagonista de la noche. Acierto del director de orquesta.

Llevó la música y el peso del partido el cuadro serón. Víctor Calatrava a punto estuvo de abrir la fiesta bien temprano, cuando un centro chut desde la izquierda lo sacó con muchísimos apuros Álvaro en línea de gol. Siguió insistiendo por ese flanco izquierdo el equipo de Cobos. Un filón para Calatrava y Salvi, cuya compenetración en el carril resultó casi perfecta. Una gran jugada del andaluz culminada en centro la remató de primeras Espinar. El balón lamió el palo derecho de la portería melillense.

Susto

Al Melilla no le funcionaba la luz. Parpadeaba su bombilla y solo deslumbraba fútbol de manera intermitente. En un fogonazo montó una contra guiada por Sufián, cuyo pase controló Pedro Conde. El delantero se metió entre los centrales y de cuchara picó la bola, pero Fuentes sacó una mano prodigiosa. El cuero quedó muerto y Chota, con ayuda de la mano, lo metió para adentro. Lo cazó el árbitro que le mostró amarilla y, por supuesto, anuló el gol.

Volvió a la carga el Villanovense con un gran remate de José Ángel que hizo volar a Álvaro y con un par de centros de Calatrava, en falta lateral, bien lanzados pero sin rematador. Y otra vez, el fogonazo melillense. Un saque de banda largo se convirtió en un corto de terror. Salió mal Fuentes que se la comió y midió mal en el despeje Víctor Calatrava. Entre uno y otro dejaron un regalo a Guille quien, a la media vuelta, dejó la marca del balón en la cruceta de la portería para respiro verdiblanco.

Balón parado

El partido arrancó en la segunda parte con dos equipos que ya se tenían perfectamente controlados. Como si se hubieran activado alarmas en ambas porterías. Y, en esas, el Villanovense siempre desactiva al rival en su jugada fetiche: el balón parado. Un córner desde la banda izquierda lo puso con rosca y temple José Ángel. El balón sobrevoló el área sin despeje alguno. Cayó al suelo, se formó una melé y la bola salió a una zona libre dentro del área pequeña. Allí apareció Cubi para patear con el alma hacia la red y desatar la rabia contenida de un público ansioso por cantar un triunfo. Premio a la insistencia de un equipo cuya fe le puede llevar hasta donde se lo planteé.

Lejos de dar un paso atrás y guardar la ropa, el Villanovense controló el envite con radares lejos de su propia área. Incluso pudo ampliar el marcador. Un chupinazo de José Ángel descascarilló el larguero por arriba de Álvaro. Y, minutos más tarde, una falta botada por Calatrava la despejó hacia su propia portería David Sánchez y el meta Álvaro, con el pecho, se encontró el cuero en el despeje casi de milagro.

El Villanovense terminó de desquiciar al Melilla haciéndole vivir lejos del área propia y quitándole el balón. Los norteafricanos acabaron con 9 jugadores. Chota perdió los papeles y vio la segunda amarilla y, minutos más tarde, pasó lo mismo con su compañero Juanjo.

La puntilla llegó a tres minutos del final. Precioso contragolpe de libro conducido por Salvi, cuya vertiginosa carrera pudo con todos para regalarle el pase de la muerte a Carlos Fernández, quien sólo tuvo que empujar la bola para poner el definitivo 2-0 y llevar el delirio a las gradas del Romero Cuerda.

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