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Iker y 'Mou', próxima estación Do Dragao
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Iker y 'Mou', próxima estación Do Dragao

El portero del Oporto rivaliza en Champions contra el Chelsea, dirigido por su mayor enemigo en el Real Madrid

ignacio tylko

Martes, 29 de septiembre 2015, 01:36

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Por mucho que ambos disfruten de trabajos privilegiados, altamente remunerados, y se centren en lo que ahora les toca, uno reconducir al irregular Chelsea y otro salvaguardar la portería del Oporto, seguro que José Mourinho e Iker Casillas no desearían tener que pasar por el mal trago de verse por primera vez en partido oficial desde su tortuosa relación que amenazó con desencadenar una guerra civil en el Real Madrid con efectos devastadores para la selección española. «Estoy convencido de que algún día nos volveremos a encontrar y le invitaré a tomar algo. No tengo ningún problema». Esa conciliadora frase formulada hace dos años por el mostoleño, recupera toda su vigencia entre estos viejos enemigos internos, este martes rivales directos.

El choque de Champions entre los dos favoritos del grupo G ya de por sí se las trae, después de una primera jornada en la que los lusos de Julen Lopetegui empataron en feudo del Dinamo de Kiev (2-2) y los blues golearon al Maccabi de Tel Aviv (4-0). Pero concita mucho más interés por la curiosidad de ver cómo reaccionan estos personajes que trascienden lo deportivo. ¿Se saludarán en privado? ¿Conversarán en la zona mixta? ¿Aceptarán el papelón de una escena de postureo delante de cámaras de televisión y fotógrafos? ¿Cruzarán sus miradas en tono desafiante? ¿Se evitarán? «Claro que le voy a saludar pero no quiero hablar más sobre eso», anticipó el técnico en la previa del duelo de Do Dragao.

Ya cruzaron sus destinos en una ocasión, después de que Mou saliera del Real Madrid, pero fue en una cita veraniega de poco fuste y muy lejana. El 7 de agosto de 2013, en la final de la International Cup celebrada en el estadio Sun Life de Miami, se midieron los blancos a los londinenses. El Madrid ganó 3-1, con dos goles de Cristiano y uno de Marcelo, y Casillas defendió con éxito el marco del equipo dirigido por Carlo Ancelotti aunque Ramires le batió. Ese día, Cristiano Ronaldo se acercó a Fernando Torres para advertirle sobre los peligros de Mourinho.

Nunca un conflicto entre un guardameta y su entrenador adquirió tanta relevancia como el que se desató en el verano de 2011. Tanta que a punto estuvo de destruir a la España campeona. Desde aquél 20 de agosto, cuando Casillas telefoneó a Xavi Hernández y a Carlos Puyol para disculparse e intentar pacificar un vestuario roto, el portero decidió acabar las prácticas que consideraba antideportivas y que promovía Mourinho con declaraciones altisonantes y presiones a los árbitros. Mourinho acababa de meterle un dedo en el ojo a Tito Vilanova, entonces segundo técnico del Barça, en la vuelta de la Supercopa, y los clásicos derivaban en batallas perjudiciales para la imagen del fútbol español y sus dos clubes emblema.

Al sentirse traicionado por el capitán, Mourinho le dejó en el banquillo en el amistoso contra el Galatasaray. En ese Trofeo Bernabéu actuaron todos los convocados menos Casillas, quien ya advirtió a sus compañeros de que el técnico era una mala persona que estaba dividiendo al vestuario y que él ya había dicho basta. Según algunas versiones periodísticas, Casillas le dijo a Mourinho que debían reconocer personalmente que no se llevaban bien. Tanto se abrió la brecha que ya fue imposible suturarla. El luso siempre negó una mala relación y argumentó que sus decisiones eran sólo técnicas, incluso la de decantarse por el inexperto Adán, hoy feliz en el Betis de Pepe Mel, dos partidos consecutivos. «Me gusta un portero que salga bien a los centros y domine el espacio aáreo. Iker es un fenómeno entre los palos pero me gustan más otros porteros», llegó a decir Mourinho para justificar la titularidad de Diego López.

El «sueldo increíble»

El último partido en el que brindó la titularidad a Casillas, que la recuperó por una expulsión de Adán, fue el Valencia-Real Madrid del 23 de enero de 2013, en el que Iker se fracturó una mano. El último choque oficial en el que coincidieron, la final de Copa del Rey, con victoria del Atlético en el Bernabéu (1-2), el 18 de mayo de 2013. En la última jornada de Liga no fue citado. El adiós de Mou no cerró la depresión de Casillas, apagado, triste e inseguro como nunca en su carrera. Partido tras partido, encontraban mayor eco los abucheos que le dirigían desde un sector cada vez más amplio del Bernabéu.

El club le invitó a marcharse cuando trascendió que Florentino Pérez deseaba a David de Gea. Tras ser ofrecido a través de sus agentes por media Europa, Iker buscó refugio en el Oporto, al abrigo de Lopetegui, un técnico que le conocía bien. Mourinho se sintió una voz autorizada para descalificar la contratación del español. «Es increíble el sueldo que cobrará Casillas en el Oporto», enfatizó. Julen, mesurado, dice que profesa «gran respeto por un entrenador que lo ha sido todo en el Oporto y en Portugal». Y relativiza el morboso reencuentro: «La competición en sí ya tiene máximo incentivo, no hay nada más. Eso son cosas de los periodistas», dijo este lunes. Tampoco desconfía del árbitraje del valenciano Mateu Lahoz, siempre bien ponderado por Mourinho.

Para ponerle un poco más de picante a la película, en uno de los banquillos de Do Dragao luce el rostro de Mourinho, imagen de uno de los grandes técnicos en la historia del club local, con el que conquistó dos ligas, la Champions en 2014 y la Europa League un curso antes. De visitante, el singular preparador de Setúbal no sabe lo que es ganar en este escenario. Con Julen Lopetegui, los dragones siempre marcan en Europa: 30 goles en 13 partidos. Y la zaga del Chelsea es un flan en este inicio de curso. Iker cumplirá su partido 152 en Champions, uno más que Xavi Hernández, récord absoluto. Sensaciones extrañas, sentimientos contrapuestos.

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