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El Barça recupera la sonrisa
fútbol

El Barça recupera la sonrisa

cristian reino

Jueves, 13 de marzo 2014, 11:14

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La plantilla del Barça, herida en el orgullo por las recientes derrotas ligueras, pidió a los suyos un último acto de fe, que sigan creyendo en un grupo que será recordado durante décadas, y el equipo no falló ante el Manchester City. «No nos den por muertos antes de tiempo», reclamó Javier Mascherano en la previa, convertido en portavoz oficioso del vestuario. La llamada del jefecito sonó sincera y profunda para un conjunto irregular, que tiene altibajos, padece esquizofrenia y sufre problemas de concentración, pero que ya está en cuartos de final de Champions, entre los ocho mejores del continente.

Tras vencer por la mínima al City en la vuelta de una eliminatoria que se resolvió en la ida en el Etihad Stadium, los de Martino afrontan el tramo caliente del curso muy vivos en todos los frentes y con ganas de que todos los que les han criticado con bastante dureza en los últimos tiempos se traguen sus palabras. El Barça selló su pase al antepenúltimo escalón antes de la final de Lisboa con bastante solvencia y demostrando que hoy por hoy está un par de cuerpos por encima del cuadro inglés. Nuevos ricos de nuevo cuño, los citizens tienen dinero a espuertas y seguirán reventando el mercado todos los veranos, aunque por suerte no todo en el fútbol es tener petrodólares. El cuadro inglés, con su técnico, Manuel Pellegrini, a la cabeza, ha temido y respetado demasiado al Barça en la eliminatoria, sobre todo en Mánchester, y eso se acaba pagando, ante unos jugadores, los azulgrana, que lo han ganado todo, pero que por injusticias del deporte y por lo insaciables que son algunos, tienen que estar continuamente reivindicándose.

El partido fue de pequeñitos contra pequeñitos y no defraudó. Por un lado, Messi, Cesc, Iniesta, Xavi y Neymar, y por el otro, Agüero, Nasri, Milner y Silva. Dos propuestas que en apariencia se presentaban similares, pero que en la práctica tenían muchas variantes. Martino salió con todo. Un 4-3-3, en el que Iniesta actuó en la banda izquierda, de extremo, junto a Messi y Neymar en la delantera. Cesc y Xavi llevaron la manija y Busquets cerró en el pivote. Pellegrini en cambio situó un doble pivote más físico con Touré y Fernandinho y luego los cuatro bajitos, con el Kun en la punta, asistido por los tres interiores (Nasri, Milner y Silva).

El Barça arrancó bien, dinámico. Con ganas, después de unos días de fuerte marejada en el entorno azulgrana, tras el fiasco del Zorrilla. Presionando arriba, con tensión, muy centrados, y con un Messi más participativo, los blaugranas transmitían el mensaje de que no estaban dispuestos a sufrir en la eliminatoria. La ventaja en el Etihad fue importante (0-2) y quien tenía que arriesgar más era el City. Así fue. Y no porque dejara más huecos y se lanzara al ataque a tumba abierta, sino porque se mostró muy agresivo, disputando cada balón como si le fuera la vida, muy faltón e interrumpiendo todo el rato los avances azulgranas. De hecho, en media hora, el cuadro inglés llevaba tres amarillas, todas ellas por juego brusco. Su intención era entrar al límite para robar rápido y lanzar contras. Pellegrini quería un partido de ida y vuelta al servicio de Silva, un jugador con duende con el que pasan cosas cuando tiene el balón en sus pies. Emparejado con Piqué, el canario hizo diabluras (hizo una asistencia antológica de espuela que Nasri no acertó).Para su fortuna, el Barça no cayó en la trampa de los citizens. No tenía prisa, jugaba a favor de resultado y no tenía que volverse loco.

Tras el descanso, el panorama cambió bastante. Un Agüero bastante desdibujado dejó su puesto a Dzeko. Pellegrini puso más centímetros, Silva retrasó unos metros su posición y el City en su conjunto adelantó las líneas. El aviso de que el partido se había despertado lo dio Messi. Zurdazo al palo en el 51 que removió el árbol. A la siguiente jugada, Valdés voló ante el gigantón bosnio y partir de ahí el partido cogió mucha más velocidad y a la defensa culé le empezaron a temblar las piernas.

El City adelantó la presión y el Barça sufrió. Sintió el aliento de su adversario en el cogote y el Camp Nou se quedó mudo. Los de Martino necesitaban aire, oxígeno, tras 20 minutos de la segunda parte muy peligrosos, porque un gol metía de lleno al City en la eliminatoria. En ese momento era una especie de el que meta gana. Un juego de niños, en el que por supuesto Messi es el mejor. Lescott se hizo un lío con el balón y le sirvió en bandeja el gol al argentino. Faltaban 22 minutos para el 90 y el Camp Nou, al fin, respiró tranquilo. Los tantos de Kompany y Alves ya fueron intrascendentes. El Barça espera rival.

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