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Raquel Ayuso (izquierda), Irene Martínez, Alicia Jaén, Alba Zafra y Carmen Hernández durante un entrenamiento en el Vivero. :: pakopí
La generación posmilenial del Santa

La generación posmilenial del Santa

Irene Martínez, Carmen Hernández, Alba Zafra, Alicia Jaén y Raquel Ayuso son la savia nueva de una plantilla apuntalada en sus cimientos | Cinco jugadoras nacidas en el nuevo siglo vertebran el presente con vocación de futuro de un equipo cuya cantera es su mayor patrimonio

MANUEL Gª GARRIDO

Viernes, 15 de febrero 2019, 08:36

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En la jornada 17 se produjo un avistamiento en las instalaciones de El Vivero de Badajoz. Las estrellas emergentes de la generación posmilenial del Santa Teresa se alineaban brillando al unísono como constelación en un once titular cuya edad media no superaba los 20 años. Alba Zafra (15), Carmen Hernández (17), Irene Martínez (18), Alicia Jaén (18) y Raquel Ayuso (19) participaron en la goleada (10-0) al Peña El Valle, y tres de ellas marcaron: Alba, Carmen y Alicia. Las cinco han nacido en los albores de la nueva centuria, pasando prematuramente de aspirantes a realidades del primer equipo. El talento, un gran nivel de rendimiento, las habituales rotaciones de Juan Carlos Antúnez y la apuesta por la cantera como piedra angular del club han favorecido a la transición meteórica.

La plantilla es joven pero no exenta de experiencia, dos conceptos compatibles. Solo hay una treintañera, Belén (30) y, exceptuando a otras tres (Mariana, Ayano, ambas fichadas en el mercado de invierno, y Estefa) nadie supera los 25 años. Pero el equipo tiene kilómetros y batallas a sus espaldas. Mireya, siendo una quinceañera, ya jugaba en Primera (seis campañas en total) con el Sevilla y Marta Parralejo suma siete temporadas en la élite y más de 300 partidos a sus 25 años recién cumplidos, toda una veterana con mucho recorrido aún. La madurez es el contrapeso que mantiene sin oscilaciones el péndulo de la balanza competitiva del Santa Teresa, que lo sitúa como líder y único invicto del grupo IV de la Segunda División Femenina.

«Debutar con 15 años ante el Athletic, en Bilbao, fue increíble. No me lo creía»

IRene martínez

«Queremos invertir en cantera, que las mejores jugadoras de la región pasen por aquí»

Juan Carlos Antúnez

Alba Zafra

El caso más paradigmático es el de Alba Zafra. Hija de Jorge Zafra, histórico jugador extremeño que jugó varias temporadas en Segunda con el Badajoz, tomó la alternativa balompédica de su progenitor en el último partido ante el Peña El Valle. La delantera de Barcarrota soplaba las quince velas el pasado 20 de diciembre, la edad mínima que establece la Federación para poder jugar. Había pasado un mes desde que Alba Zafra cumplía ese requisito y Antúnez le dio la titularidad. Solo llevaba 20 minutos en el césped y abrió el marcador. «Fue muy especial, vinieron a verme mis abuelos y mi padre». Un día inolvidable que precederá a otros muchos en una carrera que se presume muy próspera. «Tiene esas décimas de segundo antes que deciden partidos, algo innato que cuando se tiene se nota», resalta de ella Antúnez.

«Mi padre dice que siempre que veía un balón solo pensaba en jugar con él». Su devoción es total, aunque sin perder el norte y priorizando en los estudios: «si no saco buenas notas, me quitan del fútbol».

En su tercera temporada en el club ha militado en tres categorías distintas: cadete (en la que tiene ficha), el filial y el primer equipo, con el que llevaba meses entrenando y ya hizo la pretemporada en la anterior campaña. «En el campo no parece que tenga esa edad, le juega de tú a tú a cualquiera», comenta Antúnez. Estuvo en los escalafones inferiores del Badajoz, pero lo tuvo claro: «supe que el Santa Teresa estaba en Primera y yo quería jugar allí».

El desparpajo en el verde contrasta con su timidez fuera de los terrenos de juego, un rasgo en el que trabajan también en el Santa Teresa eligiéndola para comparecer ante los medios tras su debut. Su introversión no choca, en cambio, con su ambición: «Tenemos que dar lo máximo y demostrar que las pequeñas somos tan buenas como las mayores».

El pase, su dinamismo, un golpeo potente y su versatilidad en las jugadas de estrategia la avalan. Aunque, sin duda, ser ambidiestra le aporta un rasgo distintivo. «Le he visto hacer un gol de penalti con la izquierda y uno de falta con la derecha en el mismo partido», explica el técnico pacense.

Carmen Hernández

Si alguien conoce el significado de segunda familia en el Santa Teresa es Carmen Hernández. Llegó a los seis años, cuando aún no existía la sección femenina y participaba en las categorías inferiores masculinas. «Mi hermano mayor, Jesús, entrenaba en el colegio y una vez, cuando fuimos a recogerlo, le pregunté a mi padre: '¿por qué no puedo jugar yo también?'. Él me dijo que si yo quería no había ningún problema». Así fue hasta convertirse hoy, a los 17 años, en la futbolista que más años lleva en el equipo. Muchos de los niños con los que compartía entrenamientos eran amigos de clase y forjaron lazos muy fuertes. «No me quería ir al femenino cuando se fundó porque estaba muy a gusto con ellos».

Actualmente es la tercera central y su inclusión en las alineaciones está siendo más pausada y dosificada, un rol que tuvo su proceso de asimilación. «Lleva muy bien la adaptación, aunque le costó al principio, porque venía de ser muy importante en cada categoría», analiza Antúnez. Algo que reconoce ella misma: «no estaba acostumbrada a disputar pocos minutos».

Su técnico la define como una defensa fuerte y contundente, muy disciplinada y con anticipación. Como contrapartida, le falta aprovechar mejor su altura para dominar el juego aéreo. Estudia 2º de Bachillerato y le gustaría formarse en Ciencias del Deporte o ser profesora de Educación Física. Muy extrovertida y alegre, es una de las bromistas del vestuario. Al igual que Alba Zafra vive en Barcarrota y viajan juntas a Badajoz para acudir a tres entrenamientos por semana, alternándose el abuelo de una y el padre de la otra en la función de chóferes. Las sesiones de recuperación las hacen en el pueblo con instrucciones que les manda el cuerpo técnico vía Whatsapp.

Raquel Ayuso

La más afianzada es Raquel Ayuso, que arrebató el puesto a Augustine Ejangue el pasado curso en la Liga Iberdrola (debutó ante el Granadilla) y desde entonces es indiscutible. «No fichamos a otra lateral derecho porque se ganó el puesto y mejoró el rendimiento de la titular», sostiene Antúnez. Conocedora de la élite, está habituada al ritmo de entrenamientos de alta competición que el Santa Teresa ha conservado pese a bajar a Segunda. «A las demás del filial les ha costado más y tenían que ir haciéndose sitio, pero ella estaba consolidada en el once. Tener a alguien de casa que está a este nivel te aporta mucho».

Con 19 años le ha tocado vivir una de las peores experiencias en el fútbol, un descenso. Pese a ello, su lectura es positiva: «fue una alegría que el primer equipo contara conmigo para ayudarle en lo máximo que pude y aprender de las mayores para seguir creciendo como persona y futbolísticamente».

Su evolución no tiene techo tras tres años en el Santa Teresa. «Atesora un potencial tremendo, será una futbolista a tener en cuenta en los próximos años», vaticina su técnico. Puede ejercer de central y va bien de cabeza pese a no tener mucha estatura. Impetuosa, trabajadora y sin miedo a ir al límite, es una jugadora «con la que no tienes que negociar esfuerzos», afirma el preparador pacense. La falta de regularidad es su talón de Aquiles. Va adquiriendo peso específico con gran celeridad, pero no le pesa la responsabilidad y se marca objetivos elevados: «no siento ninguna presión, pero me encantaría volver a Primera, es lo que todos queremos y por lo que estamos luchando».

Irene Martínez

El Santa Teresa se prendó del juego de Irene Martínez a primera vista. El flechazo fue en el campus de verano que organiza el club, cuando ella apenas tenía diez años. Allí acudió con una amiga de Talavera la Real. Bastó poco para percibir que contaba con algo especial. «Me llamó mucho la atención desde el principio, destacaba con una calidad brutal», relata Antúnez. Se incorporó al alevín y cumple su séptima temporada en el conjunto pacense. Es un talento por pulir que aún apura fases para su explosión y consagración. «Está en la terna, con Estefa y Belén, de las jugadoras más técnicas del equipo».

Debutó en Primera en la campaña 2016-17, en la que gozó de muchos minutos una vez que el equipo certificó la permanencia. «Fue en Bilbao, ante el Athletic, en Lezama, tenía 15 años y fue una experiencia increíble. Antúnez no me lo comunicó hasta el mismo día, porque me dijo que no dormiría por los nervios. No me lo creía». Así recuerda Irene su primer contacto con la élite, que tuvo continuidad al año siguiente, aunque de manera mucho más esporádica.

Sin ansiedad pero con compromiso, ha asumido ese paso al frente progresivo necesario para cumplir con los objetivos. «Hay algo de presión porque nos estamos jugando ganar la liga y ascender, pero estamos bien en la clasificación y eso lo trasladamos a que tenemos que trabajar y divertirnos».

Antúnez la define como media punta de último pase, con clase en el golpeo y dominio de ambas piernas, especialmente en los controles orientados. «El giro que hace Xavi Hernández con el balón lo hago igual». El exbarcelonista es uno de sus referentes junto a Vicky Losada y, pese a ser ambos culés, se declara madridista. «Soy del Madrid pero me gusta el juego del Barça». Responsable, centrada y con gran sentido del deber, le apasiona la Medicina, estudia fisioterapia y aspira a dar clases en la universidad o en el instituto.

Alicia Jaén

«Alicia Jaén es el gol», dice de ella Antúnez. Delantera de área, con la portería entre ceja y ceja, ha anotado casi una decena de goles en los 400 minutos que ha disputado. Ha sido, además, decisiva en choques de mucha exigencia, perforando la meta rival ante el Pozoalbense, Sporting B y Málaga B. Ante el Cáceres su diana permitió al Santa Teresa evitar la que habría sido su primera derrota. «Le falta mejorar físicamente, pero es oportunista y letal. Va muy bien de cabeza pese a que no destaca por su altura». Aporta alternativas en ataque, a veces el técnico pacense la coloca en banda porque le da más presencia en el área al equipo. Llegó hace tres años procedente del Badajoz Olivenza y admite haber ganado mucha confianza «al tener minutos con las mayores, porque nos hace sentirnos integradas». Inteligente y con gran capacidad de aprendizaje, es callada en el vestuario, sin grandes estridencias, pero «ha ido pasando a jugadoras que estaban más asentadas».

En un peldaño superior en el espectro de edad en esta generación de oro aparecen nombres como los de Eva, Yoli, que pugnó por la titularidad el pasado año con Larque (siete años mayor que ella), o Andrea, que debutó con el primer equipo en una de las mayores gestas del club, el triunfo (2-0) ante el Barcelona, en enero de 2017.

Antúnez asegura que hay vocación de continuidad: «queremos invertir mucho en cantera y que las mejores jugadoras de la región pasen por aquí». Mimbres, artesanos, metodología y ambición, el Santa Teresa custodia el cofre con el tesoro de su eterna juventud, mostrar sus esencias depende de dos llaves maestras: trabajo y dinero.

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