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C. J. VINAGRE
Jueves, 6 de noviembre 2014, 09:36
La vida de Juan María Corchado Pardo, de 6 años, se empieza a enderezar después de pasar por momentos críticos. No obstante, el niño de Solana de los Barros al que una donación de hígado hace un año le permitió prácticamente volver a nacer sigue necesitando ayuda para un tratamiento costoso.
El fútbol modesto extremeño le va a echar una mano este fin de semana. Concretamente el CD Alfar Salvatierra, de Salvatierra de los Barros, uno de los históricos del balompié regional. Milita en el grupo II de Primera Regional y este domingo juega en casa ante el Gran Maestre, quizás el equipo, por cercanías, que mejor taquilla pueda provocar. Sin embargo, el equipo salvaterreño renuncia a conseguir ese beneficio económico para ayudar a Juan Mari.
La directiva del Alfar ha decidido que todo lo que se recaude por el partido del domingo (16.15 horas) irá para la familia del niño. Por la entrada para ver el choque (2,5 euros, la de adulto; 1,5 la de pensionista y juveniles, que) será sufragada por los socios salvaterreños, sus jugadores, el entrenador, la directiva. Por la rifa (se sorteará un embutido y una botella de vino). Y lo que se recaude de lo que echen los asistentes en una hucha colocada a la entrada del campo de fútbol de Salvatierra. Quizás, entre todo, 250-300 euros, en sí mismo poco dinero pero que para un club de Primera Regional le da para pagar el arbitraje.
«Es una forma muy modesta de ayudar a alguien que lo necesita», resume Juan Álvaro Tinoco, presidente del Alfar. A través del HOY y de su hermana, que conoce a la madre de Juan Mari, Ana Isabel, planteó al resto de la directiva y del equipo una iniciativa para apoyarlo. Y se aceptó rápidamente.
En agosto de 2013, este periódico contó la historia de que Juan Mari, que entonces tenía cinco años y ocho meses, necesitaba con urgencia un hígado. Él y su familia se habían tenido que ir a Madrid a vivir a un piso de la asociación de Ayuda a Familias Afectadas de Leucemias de Extremadura. Sufría hepatoblastoma, un tipo de tumor cancerígeno nada frecuente, y que si aparece suele hacerlo antes de cumplir los cinco años. En el momento del diagnóstico, el hepatoblastoma de Juan Mari medía 20 centímetros, exagerado para un cuerpo de esa edad.
La quimioterapia le hizo efecto pero tuvo contratiempo: tenía afectada la vena porta hepática, que limita de forma clave las posibilidades de tratamiento. «O es el trasplante o no hay mucho más que hacer», resumía su madre. Este verano llegó el hígado y su hijo se recupera aunque con dificultades. El Alfar Salvatierra quiere ayudarle también un poquito más a través del fútbol.
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