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Bryan Cranston, protagonista de la serie. :: R. C.
Cómo echarse a perder

Cómo echarse a perder

MIKEL LABASTIDA

Domingo, 18 de diciembre 2016, 17:33

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Todos encerramos un monstruo en nuestro interior. Las diferentes circunstancias que vivimos cada uno permiten que este salga o que permanezca oculto para siempre. Nadie podía imaginar que un tipo como Walter White podía anidar un ser terrible, capaz de perpetrar cualquier acción para engrandecer su ego. Posiblemente ni él sospechase que su conversión pudiera llegar a tales extremos.

Ahí reside la grandeza de 'Breaking bad' (expresión americana que podría traducirse como 'echarse a perder'), en mostrarnos la transformación de un tipo anodino en un capo sin piedad alguna. La figura del antihéroe ha marcado las nuevas narrativas televisivas. Lo explica muy gráficamente Jorge Carrión en 'Teleshakespeare': «Si en las teleseries de los años 80 había espacio para un personaje como MacGyver, número uno de su promoción en Ciencias Físicas, maduro boyscout contrario a las armas y a la violencia, que con su navaja suiza multiusos, un chicle, un clip y un neumático fabricaba una bomba que estallaba sin herir a nadie; en las teleseries de la primera década del siglo XXI los físicos, o bien son 'geeks' (como los de 'The Big Bang Theory'), o bien son nuevos psicópatas como Walter Bishop o Walter White».

Los personajes abyectos y despreciables han copado la pantalla en los últimos años y han puesto al espectador en la tesitura de sentirse identificado con ellos, de encariñarse, de querer protegerlos. Tony Soprano, Dexter Morgan o Don Draper son tres ejemplos de protagonistas, con valores muy cuestionables, que traspasaron todos los límites. La diferencia entre estos y White es que a este último lo seguimos en su viraje. Lo conocimos siendo una persona normal y fuimos testigos y compañeros del viaje en su periplo hacia el mal. Nos sentamos en primera fila para asistir al cambio experimentado por el profesor White para llegar a ser el temible Heisenberg.

Al profesor de Química de un instituto de Albuquerque que protagoniza esta serie le diagnostican cuando cumple los 50 años un cáncer de pulmón que parece incurable. Esta trágica noticia le hace plantearse dos cuestiones, una práctica, qué va a pasar con su familia si él desaparece, y otra más trascendental, qué ha hecho con su vida. Porque White es un tipo con un cerebro privilegiado que no le ha conducido a ninguna parte, a ninguna al menos de la que se pueda sentir orgulloso. Mientras algunos compañeros suyos mucho más mediocres son multimillonarios o mientras familiares bastante necios gozan de respeto popular, él es un don nadie al que no se valora. Todo esto va a influir en su mutación, en su 'breaking bad...'.

Cristal azul

Desesperado por dejar a su familia cubierta económicamente para que no pase penurias cuando muera decide, con la ayuda de un antiguo alumno, fabricar anfetaminas y ponerlas a la venta. Lo que podría parecer una idea descabellada resulta un acierto absoluto porque el profesor consigue un cristal azul de una pureza inaudita en el mercado y que no tarda en llamar la atención de narcotraficantes, camellos y consumidores. Por primera vez en su vida White es venerado y eso le hace cambiar y parir un alter ego, Heisenberg, una celebridad a un lado y al otro de las fronteras de la ley.

Vince Gilligan fue el creador de esta producción, a la que como tantas otras célebres le costó llamar la atención de las cadenas -lo cual da cuenta del efecto azar en muchos grandes éxitos de los canales-. Este guionista había hecho callo en el universo seriéfilo escribiendo capítulos de 'Expediente X'. Varios de los más recordados fueron obra suya. La historia de White precisamente se le ocurrió mientras trabajaba en un 'spin off' de las historias de Mulder y Scully, que se llamó 'Los pistoleros solitarios'. La idea, según ha asegurado el productor en múltiples ocasiones, era «transformar a Mr. Chips en Scarface». Con ella comenzó la travesía en la búsqueda de comprador. TNT dijo que no por miedo a tratar un tema como el de las drogas, HBO ni se dignó en responder, y FX la descartó para centrarse en otros estrenos que creía iban a tener mayor recorrido. Ninguna fue capaz de vislumbrar que 'Breaking bad' iba a elevarse a los altares de la ficción televisiva.

Y eso que no lo tuvo fácil. La serie no sólo debió lidiar con la falta de confianza inicial, también con otros escollos, como el escaso consenso que concitaba el actor Bryan Cranston y la huelga de guionistas en EE UU. Y pese a todo, hizo historia y llegó incluso a dar una especie de hermana menor, 'Better call Saul', que sigue en antena.

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