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«Es el sueño de mi vida, y el que siempre tuvo mi padre», afirma el torero extremeño

EFE

MADRID.

Lunes, 1 de octubre 2018, 08:12

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Con lágrimas en los ojos, muy emocionado pero tremendamente feliz se mostraba el torero Emilio de Justo pocos minutos antes de salir a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas, un triunfo del que reconocía que era «el sueño de mi vida» y también «el que siempre tuvo mi padre».

Y es que este torero extremeño, de 35 años, hizo ayer el paseíllo justo una semana después de perder a su progenitor tras no superar una larga enfermedad, el mismo en el que también sufrió un gravísimo percance en Francia que le ha obligado a hacer ayer el paseíllo en la primera plaza del mundo con los puntos aún puestos.

«Lo he pasado muy mal. Primero lo de mi padre, que ha sido un palo muy grande; y después por la cornada que me pegó un toro de Victorino en Mont de Marsan. Pero estaba muy mentalizado que a Madrid tenía que venir, primero por mí, porque no podía permitirme el lujo de no estar después del año que llevo, y después por mi padre, que siempre luchó conmigo por cumplir este sueño», aseguró.

«Él sufrió mucho conmigo en esos años en los que las cosas parecían no rodar, pero también le dio tiempo a disfrutar de los momentos buenos. Siempre me decía que al final cumpliríamos el sueño de triunfar en Madrid y, mira, aunque hace una semana que ya no está conmigo sé que allá donde esté estará tan feliz como lo estoy yo ahora», añadió De Justo.

Sobre su tarde en Madrid, el extremeño reconoció que su primer toro «no ha sido fácil», un toro al que «le faltaban finales y echaba la cara arriba»; y sobre el cuarto desvelaba que «aunque muchos no le tenían fe, yo he demostrado que con ganas todo se puede».

«Ha sido una tarde muy bonita, muy emocionante. En mi interior sabía que tenía que venir a Madrid. Que después de lo pasado algo bueno tenía que ocurrirme. Creo que me he entregado muchísimo con los dos toros, que jamás he vuelto la cara, y eso en Madrid es crucial para que la gente conecte rápido», manifestó.

Y algo fundamental para lograr el ansiado triunfo, lo impecablemente bien que ha manejado la espada.

«Los he matado a los dos creo que muy bien. Por arriba, con actitud a la hora de hacer la suerte y de manera fulminante. La espada hoy -dijo refiriéndose a ayer- ha sido muy buena aliada, crucial para conseguir el triunfo. Pero es que es como digo yo siempre, cuando se entra con verdad, con ganas de matar al toro, se mata bien», finalizó antes de esbozar un lacónico «estoy tremendamente feliz».

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