Perera se gusta en San Isidro con un gran toro
Isaac Fonseca se confirma como torero de valor en una tarde con seis avisos y una corrida casi interminable en la feria madrileña
Barquerito (Colpisa)
Martes, 16 de mayo 2023, 08:54
El toro de la confirmación de alternativa de Isaac Fonseca estuvo reseñado como sobrero en la corrida de Montalvo del pasado día 13. Se llamaba ... Optimista, cinqueño como todos los demás, del hierro de José Vázquez, el histórico de Aleas. Estaba enlotado con el de más cara de los cuatro de El Parralejo, un sexto de traza muy ofensiva, además, por alto de cruz.
Ese sería el motivo de confirmar este lunes a Fonseca en una nueva corrida de la feria primaveral madrileña con un toro que no entraba en cálculos. Derribó en un primer puyazo corrido, se escupió y soltó de dos picotazos, y fue toro de mucho trajinar, de recorrer el torero mexicano mucho terreno sin dar con el punto donde el viento, protagonista de la tarde, molestara menos. No hubo logros mayores, sí tesón, entrega y firmeza en una porfía que se fue de tiempo y por eso castigada. Sonaron hasta dos avisos. El primero, antes de haber siquiera montado Isaac la espada. No fue caso aparte.
A Perera le ocurrió en esta festividad de San Isidro lo mismo con el toro de la devolución de trastos. Un toro descarado, paradito y ayuno de celo. Por él apostó Perera con un inesperado brindis al público y una larga faena repetitiva, de innegable monotonía y castigada con palmas de tango cuando pareció más cansado el cónclave que el propio matador, desafortunado con el verduguillo. Seis disparos. El último cuando caía el baldón del segundo aviso.
Ficha técnica:
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Sexta corrida de abono de la feria de San Isidro Tiempo fresco, soleado y muy ventoso. 20.457 almas en las plaza de las Ventas, con dos horas y media de función.
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Ganadería Cuatro toros de El Parralejo (José Moya) y dos -1º y 2º- de José Vázquez, que completaron corrida.
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Toreros Miguel Ángel Perera, silencio tras dos avisos y ovación tras un aviso. Ángel Téllez. Silencio en los dos. Isaac Fonseca, que confirmó la alternativa, silencio tras dos avisos y aplausos tras aviso.
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Destacado Pares notables de Curro Javier y Javier Ambel. Saludaron los dos.
Con el lastre de cuatro avisos y dos toros demasiado ajenos, empezó al cabo de una hora el desfile de toros de El Parralejo. Solo cuatro. El primero de ellos, de espectacular pinta: cárdeno claro, ensabanado en la reseña de veterinarios, capirote, botinero. Toro, además, con bella expresión. Un quite de Fonseca por chicuelinas sacudió después de dos varas la modorra que tenía tomado el ambiente, y eso que era, según lo previsto, tarde de isidros, espectadores de ocasión y accidentales, de los de todo vale, vale todo.
A pesar de escarbar, ese toro tan hermoso metió la cara, fue de visible nobleza y, dicho en taurino, se dejó. Pendiente del viento, inseguro, no se acopló con él Ángel Téllez, que cerraba su doble anuncio en la feria, y lo hizo sin fortuna. Poco a poco, entre enganchones, se le empezó a ir el toro, y cundió la impaciencia.
Una faena muy celebrada
Aplaudieron en el arrastre a ese tercero y más todavía, con una ovación cerrada, al cuarto, que fue por todo el toro de la corrida. De pura codicia había cobrado una costalada en banderillas. Otra apenas se puso a Perera a faenar y a hacerlo con lógica de experto en la raya segunda del sol del 5, donde el viento no pasa sin que se sepa bien por qué. A resguardo del viento, Perera gobernó el toro con llamativa suficiencia, en dosis generosas de mano baja, toreo ajustado y ligado por la mano diestra, y bastante menos compuesto por la siniestra.
Siempre quiso el toro bien, sin distinción de mano. La faena, muy celebrada, tuvo por epílogo una tanda casi temeraria de bernadinas, que seguramente estuvieron de más porque tras tantos viajes obligados el toro parecía haber pedido la cuenta. Cuatro pinchazos, una estocada. Otro aviso, de coleccionista, y una muy sonora ovación de reconocimiento que hizo a Perera salir a saludar.
El quinto toro derribó hasta dos veces, y se enceló tanto en las dos bazas, que salió de varas tundido, vacío. Fonseca quitó por tafalleras. Téllez, algo ausente desde el recibo, se encontró al toro anclado, incapaz de moverse, ni a cites a tenaza quiso, cabeceaba protestando. Nada que ver.
A punto de llegarse las dos horas y media cumplidas, Fonseca se arrancó con alardes del repertorio propio cuando a solas se las vio con el tremendo sexto, que tuvo muy justas fuerzas y no admitió el desgarro de los muletazos de alarde, los cambiados por la espalda de rodillas y de largo en la apertura, los cites a distancia, embarcados con asiento, pero nunca rematados. Un derroche de valor. Ganas de jugarse el tipo.
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