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José María Manzanares entra a matar a uno de sus toros de ayer en la plaza de toros de la Maestranza. :: AFP
Una oreja que sabe a poco

Una oreja que sabe a poco

Solo Manzanares pudo arrancar ayer un trofeo en la sevillana corrida del Domingo de Resurrección en la que El Juli firmó la mejor faena

EFE

SEVILLA.

Lunes, 22 de abril 2019, 09:03

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La plaza de la Maestranza se llenó en el tradicional festejo del Domingo de Resurrección. Una corrida que falló en el apartado ganadero a pesar del notable quinto al que Manzanares cortó una oreja refrendada por un contundente espadazo. Roca Rey, por su parte, se jugó el tipo con el deslucido sexto y El Juli dio los mejores muletazos con un lote venido a menos.

El primero había resultado blando; manso el segundo y más que bruto el tercero. Tampoco pudo ser, pese al evidente esfuerzo de El Juli, con un cuarto que, como casi toda la corrida, no acabó de romper. Tuvo que ser en el quinto, cuando el festejo parecía sentenciado definitivamente, cuando varió el signo de una tarde que hasta entonces no había logrado romper el hielo.

FICHA DEL FESTEJO

  • Toros Seis toros de Victoriano del Río, bien presentados. Destacó por su juego, a pesar de las protestas iniciales el lidiado en quinto lugar. También tuvo clase y calidad el primero aunque le faltaron las fuerzas. El segundo resultó manso y rajado; bruto y deslucido el tercero; de más a menos el cuarto y complicado el sexto..

  • Toreros Julián López 'El Juli', ovación y silencio. José María Manzanares, silencio tras aviso y oreja. Andrés Roca Rey, silencio y gran ovación tras aviso.

  • Subalternos Dentro de las cuadrillas destacaron Barroso a caballo y el banderillero Daniel Duarte, que saludó con Luis Blázquez tras parear al segundo.

  • Plaza La plaza se llenó en tarde fresca y nublada.

Ese quinto había sido protestado de salida por una hipotética cojera que no fue a más. El animal, venido arriba en banderillas, acabó embistiendo en la muleta de Manzanares con alegría, prontitud y fijeza tapando la boca de los que habían querido verlo devuelto a los corrales. Tres muletazos diestros y un excelente pase de pecho revelaron al propio matador la calidad de su oponente, que a partir de ahí se entregó por completo.

La siguiente ronda de muletazos fue más honda y redonda, mejor construida y arrancó la música de la banda de Tejera, que había permanecido muda hasta ese momento, interpretando el pasodoble 'Cielo Andaluz', esa pieza musical convertida en la banda sonora del mejor Manzanares cuando torea en Sevilla.

En la faena no faltaron detalles de excelente calidad como un grandioso trincherazo y, especialmente, los larguísimos pases de pecho con los que abrochó y cosió todas las series. Manzanares toreó muy en redondo y llegó a gustarse por la izquierda sin lograr continuidad. Aún hubo otra trinchera resuelta en molinete; un cambio de mano, otro gran muletazo de pecho...

El alicantino estaba rozando las dos orejas que el contundente espadazo en la suerte de recibir no logró refrendar. La presidencia concedió una. Fue la única que se cortó en un festejo en el que el propio Manzanares ya había barajado escasas opciones con el manso ejemplar que saltó en segundo lugar. El alicantino se había anotado un excelente quite por chicuelinas antes de esforzarse en un trasteo que no levantó el vuelo.

La verdad es que los mejores muletazos de la tarde -también la actuación globalmente más compacta- la firmó El Juli.

Sorteó en primer lugar un toro de tanta calidad como escasez de fuerzas al que llegó a muletear con expresión y sentimiento, naturalmente encajado, y revelando registros de torero artista. Hubo fases de excelencia por ambas manos pero la cortedad del motor del animal impidió que el tendido se calentase.

Tampoco pudo ser con el cuarto, al que cuajó con el capote en las verónicas iniciales y en los esbozos de galleo, además del quite en el que trufó chicuelinas y cordobinas antes de llevar al animal al caballo a una mano. El Juli quería más y no dudó en brindar al público. El sensacional inicio de faena con muletazos por bajo hizo concebir unas esperanzas que el propio toro enfrió cuando echó el freno.

Tampoco tuvo demasiadas opciones el tercer espada del cartel. Andrés Roca Rey ya había comprobado las buenas vibraciones con el público sevillano al quitar en el primer toro de Manzanares. Las palmas echaban humo pero el tercero, tan basto como bruto, sólo le permitió estar porfión hasta más allá de lo aconsejable.

Pero Roca no podía irse de la lujosa apertura de la temporada sevillana sin dejar su auténtica tarjeta de visita. Fue con el sexto, un animal deslucido y prácticamente imposible para el toreo con el que se jugó el tipo sin cuento en un largo, angustioso y sincero arrimón final en el que acabó haciéndose dueño de la escena. Sin cortar trofeos, logró que la gente saliera hablando de él.

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