Un novillero cuajado, otro en camino y un valeroso debutante francés
Víctor Hernández, mucho oficio, Álvaro Burdiel, apuntes de estilista, y Lalo de María, vocacional y valiente. Y una novillada de Fuente Ymbro desigual y poco propicia
Barquerito (Colpisa)
Martes, 30 de mayo 2023, 22:47
Dos faenas firmes y meritorias pero demasiado largas de Víctor Hernández, otras dos de parecidas dimensiones y buen estilo de Álvaro Burdiel y la presentación ... responsable y entregada en Madrid del último novillero francés en circulación, Lalo de María, hijo de María Sara, la primera rejoneadora francesa que hizo en su día temporada en España. En muy lato sentido podría hablarse de un torero de dinastía. En cualquier caso, vocacional, torero por afición.
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Y una novillada de Fuente Ymbro, desigual de hechuras y condición. El primero, que metió la cara y tuvo buen son por la mano derecha, y el tercero, noble, fueron los mejores de la primera mitad. Con el uno anduvo puesto y suelto Víctor Hernández, madrileño de Los Santos de la Humosa, de la Escuela de Guadalajara, que toreaba su cuarta novillada en las Ventas. Templados y ligados muletazos en redondo en una excelente tanda embraguetada, notable manejo de los avíos que parecen no pesarle, postura desenfadada y natural, espontánea. Composición desigual. Protestó el novillo por la mano izquierda. Una tanda final de sedicentes bernadinas, una estocada tendida, dos descabellos, se echó el novillo recostado en tablas.
Lalo de María, de la bella Beaucaire, a orillas del Ródano, cerca de Arles, acusó de partida los nervios del debut: se dejó enganchar el capote en el recibo. Mal picado, el novillo salió entero de varas y tomó engaño largo en buenos doblones de apertura de faena. Asentado y vertical, enganchó por delante Lalo el novillo y se lo trajo toreado en tres tandas acogidas con severa frialdad, y castigadas por no torear a suerte cargada. Cuando le bajó la mano, se fue al suelo el toro. Dos pinchazo y estocada soltando el engaño.
Encogido, el segundo apenas se empleó de salida en medios viajes. Lances sin vuelo pero bien marcados de Álvaro Burdiel, un raro caso: sevillano educado como torero en Madrid. Novillo apagado, rebrincado y desganado, cabeceó. Iba a terminar afligido. Solo una tanda buena de verdad -empaque, ajuste- de Burdiel. Sin ocasión de más. Una estocada atravesada, tres descabellos.
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Ficha del festejo
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18ª de abono de la Feria de San Isidro Fresco, llovizna en los tres primeros toros. 17.735 almas. Un minuto de silencio en memoria de José Fuentes, fallecido el lunes en Sevilla. Dos horas y veinte minutos de función.
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Ganadería Seis novillos de Fuente Ymbro (Ricardo Gallardo)
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Terna Víctor Hernández, ovación tras aviso y silencio tras aviso. Álvaro Burdiel, silencio tras aviso y ovación. Lalo de María, de Beaucaire (Francia), nuevo en esta plaza, silencio y ovación tras aviso.
Estuvo chispeando hasta la salida del cuarto. Las banderas a plomo, viento cero. Un cuarto grandón y distraído que se escupió del caballo de pica y no pareció toro de brindis. Pero lo hubo. Temerario Víctor Hernández en la apertura, de largo en los medios, dos cambiados por la espalda, dos de pecho, un natural de salida. Un punto descompuesto el toro, que pronto iba a echar la cara arriba y puntear. Resuelto, sereno y valiente Víctor, que se atrevió con todo pero en logros desiguales y, de nuevo, un final impropio por sedicentes bernadinas. Dos pinchazos y entera,
Tras una larga cambiada de rodillas en tablas, con el quinto, alegre de salida, Burdiel dibujó genuflexo cuatro espléndidos lances, los mejores de la tarde. Una tarde de muchos quites: Víctor no perdonó ni uno: saltilleras, tafalleras, un apunte de orticinas; Burdiel, por delantales notables y chicuelinas desiguales; Lalo de María, por delantales en el segundo de corrida y en su primera aparición. Se empleó en el caballo el quinto, que brindó Burdiel al público. Apertura de rodillas, inconveniente y aparatosa, preludio de una faena de empeño serio y solución desigual. Muy encima del toro Álvaro. Precipitado al ponerse por la mano diestra, la mejor del toro, que fue a menos. Una buena estocada.
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A pesar de ser desarmado en el recibo de capa, Lalo de María rompió el hielo al abrir faena con el sexto de rodillas y arriesgar muy en serio. Templado por la mano derecha, impecable asiento, ni una ventaja, todas para un toro receloso y desganado, más de topar que embestir. Sencilla y de interés la apuesta, seguida ahora con atención, Al cobrar un pinchazo, un pitonazo en la nariz. Gesto de valor: ni mirarse. Y una estocada.
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