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BARQUERITO
MADRID.
Viernes, 1 de junio 2018, 08:55
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La puesta de largo y estreno de una insólita Corrida de las Naciones en Madrid. Seis espadas de cada uno de los países donde, a excepción del Ecuador, pervive la tauromaquia de muerte. Por orden de antigüedad de su representación: Francia, Colombia, España, Perú, México y Venezuela. Seis toros del campo charro, del hierro de El Pilar. Corrida muy dispar. Tres cinqueños, que se jugaron de impares, y tres cuatreños, que dieron más peso y volumen que los otros, y se movieron más y mejor. El sexto, del cupo de cuatreños, fue el de mejor son de todos, o el único en que se hizo reconocible el aire bondadoso de la ganadería y de su procedencia Aldeanueva/El Raboso. El cuarto, de inmensa talla -600 kilos pintados de negro-, fue y vino con algún acostón. Toro manejable, pero sin el estilo del sexto. Y un segundo de corrida, el que abrió el terceto de cuatreños, que entre bravucón y tormentoso resultó el más guerrero y emocionante de la corrida toda.
El toro bélico, para el colombiano Luis Bolívar en su único contrato del abono. Para el peruano Galdós, en idénticas circunstancias, el monumental cuarto, que medía más que él y le hizo pasar con la espada un quinario porque no daba el brazo más de sí. Y menos que el brazo una espada corta, que, cinco pinchazos, dos avisos, arruinó el final de un trasteo valeroso y bien compuesto. Para el venezolano Colombo, que solo la víspera había confirmado alternativa, el pacífico sexto, que estuvo, sin embargo, a punto de volarle la cabeza en un error humano o técnico de torero nuevo, le abrió una herida en la mandíbula y le pegó en la cara un porrazo tremendo.
Toros Seis toros de El Pilar (Moisés Fraile).
Toreros Juan Bautista, silencio. Luis Bolívar, silencio tras un aviso. Cogido por el segundo, fue atendido en la enfermería de contusión torácica y un puntazo en la pierna derecha. Lesión de pronóstico reservado. Juan del Álamo, silencio tras un aviso. Joaquín Galdós, silencio tras dos avisos. Luis David Adame, vuelta protestada. Jesús Enrique Colombo, vuelta tras un aviso.
Plaza Madrid. 24ª de San Isidro. 15.000 almas. Primaveral. Dos horas y veinte minutos de función. Corrida de las Naciones.
La paliza de la tarde se la llevó Bolívar, pues el proceloso segundo, listo y mirón, el dedo en el gatillo, lo prendió en solo el segundo muletazo a suerte cargada con que decidió estirarse el torero de Cali fuera de las rayas tras un bello inicio a dos manos en tanda de horma y no castigo. Un puntazo, la pañoleta hecha tiras, el chaleco también, el gesto demudado porque la cogida fue de sorpresa. Es el punto incierto que el toro de El Pilar tiene antes de fijarse del todo. La faena de Bolívar fue la de mayor enjundia y más fino criterio de la tarde. La más seria, consistente y emocionante. Planteada en la línea de fuego y donde el toro fue siempre riesgo. No solo por la mano de la cogida, sino por la izquierda también. Bolívar tuvo que jugar con los pasos -ganarlos y perderlos-, la muleta por delante para cubrirse del juego graneado, los muletazos traídos por delante, ligados, resueltos en un solo terreno. El detalle caro de forzar al toro a media altura por su mano aviesa, la diestra, la del puntear en todas las bazas. Más breve, habría ganado peso la faena, que Bolívar remató de estocada caída.
De los tres cinqueños, el quinto, el más descarado del envío, pero el más corto y, en noble, el más vivo también, dio juego, metió la cara, descolgó y repitió. Se fue acoplando con él Luis David Adame de faena de más temple que ajuste, más ligazón que calma. El gesto aparatoso, que parece de marca propia. Un intento de toreo a pies juntos de escuela mexicana que no prosperó. Y una faena tobogán: fue bastante mejor la primera parte que la segunda, y hasta una tercera, porque se hizo largo el negocio, y el toro amagó con rajarse. Una estocada delantera hasta el puño. Y la firma de un sabroso y logrado quite por navarras en el toro de Galdós.
Si la cosa fuera de apuestas, eran favoritas sobre el papel Francia y España. Cumplían feria Juan Bautista y Juan del Álamo. Dos tardes anteriores en corridas de terna. Saldo muy discreto. Solo la faena de Juan Bautista al cuarto toro de La Quinta, sus detalles de lidiador, una excelente estocada.
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