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Los tres diestros, a hombros en el coso zafrense. :: brígido
Ginés Marín, Garrido y Luis David Adame se reparten nueve orejas en Zafra

Ginés Marín, Garrido y Luis David Adame se reparten nueve orejas en Zafra

Los tres toreros salieron a hombros tras una agradable y cómoda corrida de Zalduendo

EFE

Domingo, 1 de octubre 2017, 11:22

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zafra. En una tarde de distinta graduación en cuanto a la importancia de lo que ha ocurrido en el ruedo, tres toreros jóvenes abrieron la puerta grande. Importante fue lo que hizo y dijo Ginés Marín, con el toro bueno y con él menos bueno.

Cómoda y agradable la corrida de Zalduendo, dejó estar a los toreros e hizo posible el triunfo de los tres.

FICHA DEL FESTEJO

  • Toros 6 toros de Zalduendo, terciados pero en tipo, que dieron juego desigual. Falto de raza y con tendencia a distraerse el primero; noble el segundo; con buen son pero a menos el tercero; soso aunque noble el cuarto; sin fuelle y parádote el quinto; enclasado el sexto.

  • Toreros. José Garrido ovación tras aviso y dos orejas. Ginés Marín: dos orejas y oreja. Luis David Adame: oreja y dos orejas. Garrido y Adame sustituyeron a Enrique Ponce y Cayetano.

  • Plaza La plaza registró tres cuartos de entrada en los tendidos.

Además de abrir plaza, el primero de José Garrido decía poco porque salía distraído del engaño. Lo toreó con gusto con el capote y con la muleta tapó sus carencias cuando lo llevaba largo y le dejaba puesto el engaño en la cara. Al cuarto le faltaba codicia y decía poquito. Bien el torero, puso las ganas de las que adolecía el animal en la que fue una faena larga, templada siempre y al final en la corta distancia.

Ginés Marín dio una buena tarde de toros. Al bueno suyo, que fue el segundo, un burel que tuvo nobleza aunque le faltó transmisión, le cuajó naturales de hondo sabor. Toreaba con los vuelos y la belleza de su toreo brotaba de la conjunción, la naturalidad y la cadencia. Al quinto se lo inventó él porque era un animal desrazado. Por alto para no obligarlo en el inicio de faena, después y siempre sin un mal gesto, lo fue llevando, a tono con las condiciones del astado, obligándolo lo justo y corriendo la mano con mucha suavidad. Faena de las que calan, de las que dicen que todo tiene un porqué.

Los dos toros de Luis David Adame fueron los más potables. A su primero le hizo un trasteo en el que primó la cantidad sobre la calidad, además con falta de ajuste. El sexto fue el mejor de la tarde, pues rompió a embestir por abajo en la muleta. Fue también esa una faena con altibajos porque el toreo en línea del mexicano no le dejaba quedarse bien colocado para ligar los muletazos. Al final en la corta distancia, con el público muy metido en ese tipo de toreo de cercanías y con su generosidad latente, empató a trofeos con Marín.

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