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Fotografía de archivo del cantante italiano Franco Battiato EFE
La música italiana pierde su «centro de gravedad permanente»

La música italiana pierde su «centro de gravedad permanente»

El fallecimiento de Franco Battiato a los 76 años deja a su país huérfano de uno de los creadores más originales y sugestivos

darío menor

Roma

Martes, 18 de mayo 2021, 11:31

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Cuando Franco Battiato abría la boca, ya fuera para cantar o para hablar, Italia escuchaba. El poeta y cantautor siciliano, que quería «vernos a todos bailar, como los zíngaros del desierto», era una divo de la música en su país, aunque él, como todos los buenos artistas, tenía aspiraciones universales que le llevaron a entonar sus canciones también en otras lenguas, como el inglés, el francés y, por supuesto, el castellano. Siempre se sintió muy cercano a la cultura española y adoraba su cocina, en particular el gazpacho. Su muerte a primera hora de la mañana de este martes en su casa siciliana de Milo, a los pies del volcán Etna, deja a la música de autor huérfana de uno de sus grandes nombres internacionales.

Con un estilo que rompía las etiquetas al ser capaz de ligar el pop con las tonadas más tradicionales, la voz de Battiato se apaga definitivamente a los 76 años, aunque llevaba tiempo alejado de los escenarios. Su salud se había deteriorado mucho tras sufrir una caída doméstica en 2017 en la que se rompió el fémur y la cadera. Desde entonces no dejaron de circular rumores sobre deterioro físico. Su legión de seguidores tuvo que conformarse entonces con sus discos y las grabaciones de sus conciertos, como el que ofreció en 2004 en el magnífico teatro griego de Segesta, del siglo III antes de Cristo y situado en su terruño siciliano. Los críticos lo consideran uno de sus mejores directos y la Rai incluso volvió a emitirlo el año pasado a modo de homenaje.

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Irónico, provocador, original y con una profunda espiritualidad, Battiato llevaba sorprendiendo a los italianos desde su primera aparición en televisión en 1967, aunque probablemente no terminó de ganarse a sus compatriotas hasta 1982, cuando su canción 'Cuccurucucú' se convirtió en uno de los grandes éxitos de aquel verano inolvidable para sus compatriotas, porque Italia se coronó campeona en el Mundial de fútbol celebrado en España. Con sus grandes éxitos, como 'Centro di gravità permanente', 'Bandera bianca' o 'Segnali di vita', Battiato invitó a la ensoñación, creó tendencia e incluso instó a algunos de sus admiradores a aprender italiano, como ocurre con la ópera. Su música fue una puerta de acceso hacia esta lengua con enorme capacidad para expresar la belleza.

Se entiende así la cascada de reacciones que provocó su fallecimiento en Italia. «Nos ha dejado un maestro, uno de los más grandes de la canción de autor italiana. Único, inimitable y siempre a la búsqueda de expresiones artísticas nuevas. Deja una herencia perenne», comentó Dario Franceschini, ministro de Cultura. El presidente de la República, Sergio Mattarella, lamentó igualmente la muerte de este «artista culto y refinado que, con su inconfundible estilo musical, fruto de un intenso estudio y de la experimentación febril, fascinó a un vasto público, también más allá de los confines nacionales».

Además de los mensajes de los políticos italianos de todos los pelajes, destacó entre las muestras de dolor por el fallecimiento de Battiato el reconocimiento que le hizo otro grande de la música italiana como es Vasco Rossi. El cantautor lo homenajeó con un mensaje en las redes sociales en el que recordó los primeros versos de la canción 'Las sagradas sinfonías del tiempo': «Las oigo más cercanas, sagradas sinfonías del tiempo / Con una idea; que somos seres inmortales, / Caídos en la oscuridad, pobres condenados, / Por los siglos de los siglos, hasta curar completamente».

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