Borrar
Directo Directo | Con la Crucifixión termina el Vía Crucis en el Cerro de Reyes de Badajoz

Luis Álvarez Lencero, poeta y pueblo

El abuelo le enseñó la fuerza de la sangre campesina, la ternura hosca de la tierra y a ganarse la vida con las manos: tallar madera, trabajar el corcho, mimetizarse con la naturaleza. De ahí sus imágenes surrealistas abroncando la injusticia hacia jornaleros

rosa lencero

Domingo, 1 de marzo 2020, 23:10

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Hace 37 años que marchó Luis Álvarez Lencero en pos de su sino. Primero en partir de la mítica trilogía de poetas extremeños: recias encinas, duros alcornoques y fértiles olivos. Siguió Pacheco y cerró la puerta del hado Valhondo. Sin estar perviven en los que convivimos con ellos compartiendo pan o mendrugo de poesía.

Luis regresó a Extremadura tras un periplo por otras tierras, el hambre de raíces campesinas que amamantaron la sabia de sus venas lo trajo de nuevo, a Mérida, gracias a la generosidad intelectual de Antonio Vélez, su alcalde. 1982. Venía herido de muerte, en el sentido lorquiano de la fatalidad royéndole por dentro, inmisericorde. Ni el taller de escultor ni el piso para vivir su final con Marifé Baigorri fueron salvavidas para huir del destino. « [...] Estoy destrozado, muy mal, y si me pasara algo, cúmplase la voluntad de Dios, que quede todo mi pequeño mundo para ella...». Dios y yunque: su alma y su carne.

En borrador manuscrito, con tachones y rectificaciones redacta carta para Karol Wojtila con una religiosidad desde «las raíces de mis lágrimas»; pide le envíe contestación y bendición a «su casa», en el polígono Nueva Ciudad, edificio Záfer. Mérida. Le ofrece techo y fe al Papa. Cerca de donde vivió y murió un 10 de junio, está enclavada su obra 'Vietnam' desde diciembre de 2002, en el barrio que lleva su nombre. Cincuenta y nueve años de vida arrolladora y apasionada. Torrencial de voz, abrazo y creación. Paladín contra la injusticia. Humano en actos y obra. Escribía a mano en el reverso de cuartillas del Instituto Nacional de Previsión de Badajoz apuntes, versos sueltos, poemillas o largos poemas sin acabar, con rotulador negro, bolígrafo azul o lápices azules o rojos. Trazos fuertes y seguros. Algunos con tachaduras y correcciones. Gustaba guardar copias en papel calco o fotocopias de poemas enviados, cartas a amigos y mecenas con enérgico agradecimiento, y palabras de fuerte amistad, encomendando a Dios poderosamente a la persona apreciada.

Guardaba relación exacta de la medicación de María Lencero, su madre (con cardiopatía crónica): tratamientos, pautas, días que va tachando. Anotaciones manuscritas con fechas de nacimientos, casamientos y defunciones. Preservar su origen era el anhelo de Luis, remontar al punto germinal, con celo de conservar el cordón umbilical con documentos como este: el cura ecónomo de Nuestra Señora de la Asunción de La Nava de Santiago certifica una partida de nacimiento: «En el lugar de La Nava provincia de Badajoz, priorato de San Marcos de León [...] bauticé solemnemente y puse los óleos a un niño [nacido el 14 de julio de 1866 ]… en la calle Iglesia, a quien puse por nombre Juan Bentura, hijo legítimo de Alonso Lencero y Juana María Piedeyerro, natural del Montijo».

Alonso Lencero Piedehierro casó con Francisca Corchero Bazaga: hijo Juan Lencero Corchero (natural de La Nava), casó con María Josefa Sánchez Díaz en 1890, su hija es María Lencero Sánchez, nacida en 1902 en la calle Chapín 36 de Badajoz. María casa con el madrileño Luis Álvarez Ávila y en agosto de 1923 nace el poeta, el escultor, el inquieto Luis Álvarez Lencero en el entorno de La Nava de Santiago. El abuelo materno de Luis, Juan, murió en 1937. Luis era un adolescente, añoró al abuelo que le enseñó la fuerza de la sangre campesina, la ternura hosca de la tierra y ganarse la vida con las manos: tallar madera, trabajar el corcho, mimetizarse con la naturaleza. De ahí sus imágenes surrealistas abroncando la injusticia hacia jornaleros y dureza de los terrones. Badajoz, calle de Gabriel, se hace poeta, vive el ensueño que le contagia Pacheco, bebe con Valhondo vino recio de versos. Acaricia hierro dúctil con sus grandes manos, se hace escultor a través de su oficio primero y obtiene Carta de Artesano donde se le acredita como tal. Amistad férrea con Manuel Monterrey.

La vida son poemas encadenados a versos que fustigan la pobreza de Extremadura. Felicidad y calvario. En Badajoz Alor y Gévora son puertas al aire. Los tres poetas junto a Monterrey y Francisco Rodríguez Perera. Olalla en Mérida con Félix Valverde Grimaldi y Rufino Félix Morillón. Revistas de España e Hispanoamérica: Malvarrosa de Valencia, con dibujos originales y distintos para cada ejemplar de un mismo número, hoy, siendo de 1957, mantienen el color vivo. Luis conserva revistas literarias de los cincuenta y sesenta (El molino de papel, Euterpe, Rocamador, Gánigo, Lírica Hispana, etc) donde sus amigos le brindan dedicatorias manuscritas, incluso poemas propios junto a Pacheco, Valhondo, Eladia Morillo, Gloria Fuertes, Celaya, Pemán, Fernando Pessoa, Juan Ramón Jiménez, Gerardo Diego, Ángel Crespo, Leopoldo de Luis, Dámaso Alonso, Félix Grande, Vitorio Macho, los Murciano, Manuel Alcántara… Aunque Luis en Arquero (Barcelona 1959) en su poema 'Arando': «Os digo/ que soy un lobo de pan» lo afirme, vendrá Valhondo, Jesús, a llevarle la contraria: «Luis, en realidad, es un San Francisco de Asís que busca la paz, la justicia, la verdad [...]. Cuando intenta definirse se titula Juan Poeta; es decir Luis Álvarez Lencero Poeta. Juan es igual a pueblo, libertad, tierra y desafío, y poeta, hombres, sociedad, espíritu creador, canto, llanto, grito y vuelo». (HOY, 1983-05-14). Su recuerdo, siempre será parte de nuestra memoria.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios