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El historiador y exmilitar británico Antony Beevor. John Carey
Beevor desentraña las claves del terror en la revolución bolchevique

Beevor desentraña las claves del terror en la revolución bolchevique

El historiador sostiene que entre seis y diez millones de seres humanos murieron de forma violenta en Rusia entre 1917 y 1921 / «Europa no había visto una crueldad tan conspicua, utilizada como arma de terror, desde las guerras de religión», asegura el exmilitar

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Lunes, 13 de junio 2022, 17:10

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Entre seis y diez millones de personas murieron de forma violenta en la revolución rusa y su contienda civil, entre 1917 y 1921. Es el cálculo de Sir Antony Beevor (Londres, 74 años ), autor de 'Rusia: Revolución y guerra civil, 1917-1921' (Crítica) y uno de los historiadores militares más prestigiosos. A esa espeluznante cifra habría que sumar las víctimas de las hambrunas y epidemias que castigaron al gigantesco país, según Beevor, que desentraña en su ensayo las claves del terror leninista y bolchevique, pero también los crímenes de contrarrevolucionarios y zaristas.

Beevor, a quien el covid impidió presentar ayer su libro en España, asegura que Lenin instauró un implacable régimen «de determinación genocida». Su brazo ejecutor fue la Checa, la policía política «autorizada a torturar y asesinar sin juicio» a enemigos, adversarios, o meros sospechosos. «A los chequistas les resultó más rápido y fácil condenar a muerte a todos los prisioneros que investigar en todos los asuntos abiertos», escribe Beevor sobre la policía que se hacía llamar «la espada y llama de la Revolución» y que practicó «métodos de tortura medievales».

Además de estudiar con su habitual rigor los crímenes de la policía política bolchevique, analiza Beevor con testimonios y fuentes directas la violencia criminal desplegada en campos de batalla y en las retaguardias de la guerra civil. «Europa no había visto una crueldad tan conspicua, utilizada como arma de terror, desde las guerras de religión», asegura. «El terror engendró el terror, que a su vez condujo a una crueldad aún mayor sobre hombres, mujeres y niños», señala Beevor, que maneja los estudios más actualizados y profundiza en un mar de archivos para ofrecer una imagen completa con todas las versiones, desde la del trabajador en las calles de Petrogrado, a la del oficial de caballería en el campo de batalla o de una médica en un hospital de campaña.

«¿De dónde vinieron los extremos de sadismo: hacer pedazos con el sable, cortar con cuchillos, quemar y hervir, arrancar las cabelleras en vivo, clavar las charreteras de los uniformes a los hombros, sacar los ojos, empapar a las víctimas en invierno para que mueran congeladas, castrar, eviscerar, amputar…? ¿Acaso la retórica del odio político había intensificado hasta un extremo inaudito el furor de la venganza?», se pregunta el historiador, que dedica casi 700 páginas a dar respuestas.

Lejos de detenerse, la violencia se exacerbó con la victoria bolchevique que acabó con el imperio zarista. «Su manifestación más horrible siguió a la hora de la victoria absoluta», asegura Beevor. «En un anticipo de las prácticas que los 'Einsatzgruppen' de la SS perpetrarían durante la invasión de la Unión Soviética, veinte años más tarde, a algunas víctimas no solo se las obligó a cavar las fosas comunes, sino también a desnudarse y meterse en la fosa para la ejecución. A la tanda siguiente la obligaban a estirarse sobre los muertos para matarlos allí mismo. Algunos no habían llegado a morir cuando la fosa se cubría de tierra», detalla. «Cuando se produjo la invasión nazi de la Unión Soviética, dos décadas más tarde, parece ser que la Gestapo y las SS de Himmler no habían aprendido poco de los métodos de la Checa», denuncia Beevor.

Amenaza nuclear

Como ahora Putin, Lenin y los bolcheviques «eran conscientes del grave peligro que corrían si perdían el control sobre Ucrania y el sur de Rusia». Las tropas rojas necesitaron entonces dos años para reconquistar Járkov y Kiev, de nuevo ejerciendo el terror sobre la población y cebándose con los judíos. «Se calcula que en Ucrania se perpetraron más de 1.300 progromos antisemitas por parte de ambos bandos en los que causaron la muerte de entre 50.000 y 60.000 judíos», escribe Beevor. Calcula además que en Crimea las matanzas bolcheviques «generaron entre 15.000 y 100.000 muertos».

En un artículo reciente sobre la guerra de Ucrania, Antony Beevor aseguraba que Putin «está atrapado en un pasado que no logra comprender», que está preparado para usar armas nucleares «si su propio régimen es derrotado en Ucrania» y que «se han creado peligros mucho mayores para el mundo que en cualquier otro momento desde 1945».

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